Texto: César Holm

Fotografía: Yahvéh Flores


Los inicios de año siempre van cargados de introspecciones, evaluaciones, ideas de cambio y, por supuesto, buenos propósitos. Tenemos una relación conflictiva con el tiempo, pues solo vale cuando nos damos cuenta que lo perdemos. De los rituales de fin de año, el de las doce uvas es prácticamente un ejercicio de selección y organización de propósitos, una planeación de mejora y cambio personal.

Entre el año que se fue y el que ahora comienza, sentimos una nueva oportunidad para no dejar de hacer por nosotros mismos y concentrarnos en aquello que nos acerca a la felicidad. Para quien se siente atraído por el arte y no se ha dado la oportunidad, cuenta con este nuevo año para realizarlo. Ahora comienza la búsqueda y la negociación con lo que se puede y lo que se quiere. ¿Y cuáles son los criterios para adentrarse a la práctica artística? Si usted quiere pintar, ¡pues pinte! Si usted quiere bailar, ¡baile! Si usted quiere escribir, ¡escriba! Nada ni nadie le detiene; las tiendas de materiales están todas a su disposición, el deseo es suyo, el goce también.

Pero si además del disfrute tiene usted algo de pretensión y quiere capitalizarlo todavía  más u obtener reconocimiento en su hacer, bueno, eso ya es otra cosa.  

Aquí el asunto toma otro camino: ¿quiere usted hacer arte?, quizá deba primero aprender de arte, pero ¿qué arte?, ¿como quién?, ¿para qué?, ¿para dónde?, ¿para quién? Si, sería bueno tener las respuestas de estas preguntas, solo como inicio. No es que quiera desanimarle, es solo para tener una idea más clara de sus pretensiones. Pero tómese su tiempo, no es conveniente improvisar las respuestas, créame, le conviene más a usted que a mí. Le repito que no es mi intención amedrentarlo; estas preguntas nos las hacemos todo el tiempo los artistas y le aseguro que estas preguntas se hacen cada vez más complejas y profundas. ¿Lo ve?, esto es casi una platica de colegas. ¿Entonces?, me decía usted sobre la disciplina que ha elegido, ¿cómo llego a ella?, ¿cómo la explicaría a alguien que no supiera nada de esto?, no le pido una definición, pero por favor no sobreinterprete ni abuse de eufemismos, eso le hace mucho mal al arte. Cuénteme más, ¿qué artistas le gustan?, ¿qué piezas?, ¿por qué?

Platíqueme, ¿qué le interesa más, la técnica, la forma, el sentido? ¿Qué tanto está en disposición de invertir en la práctica? Sí, claro que hablo de tiempo, pero también de dinero, de esfuerzo, de carácter. El arte es un privilegio por donde lo mire. Considere que si usted le da únicamente los fines de semana, pues eso obtendrá de la disciplina y créame, no hay artistas de fin de semana. De ser así, caería usted no en la práctica artística, sino en un entretenimiento y no está nada mal, solo regresemos a revisar los puntos de pretensiones y posibilidades. Sí, comprendo que le parezca el arte un camino lleno de preguntas y decisiones, así pasa todo el tiempo. Pero sigamos en nuestra empresa; solo después de medirnos un poco como público y consumidor de arte, si cree usted que hace falta ampliar los recursos y conocimientos, quizá sea buen momento para atenderlo antes de avanzar en esto. De todas formas uno nunca puede afirmar que se sabe demasiado de algo, solo lo suficiente para reconocer y encontrarse con lo otro. ¿Lo otro? Definitivamente necesario el otro para ver, crear y discutir sobre arte. Busque amistades, grupos, espacios donde se acompañe en sus procesos de consumo, aprendizaje y producción. Para eso sirven las escuelas, los colectivos, las instituciones; son puntos de encuentro, de referencia, de participación.

Pero ¿cómo elegir el espacio, escuela o institución? Si no puede responderse esta pregunta, seguramente tendremos que evaluar su papel de público. Las obras, los nombres y las variadas comunidades del ámbito cultural son evidentes para quien asiste y consume lo «artístico». Un poco de observación, otro tanto de suspicacia y algo de valor para preguntar en las inauguraciones: «pero ¿quién es ese,  aquella o el otro?». Del nivel de público que usted llegue a ser será su conocimiento sobre la disciplina, la técnica, la estética, los temas, los artistas, los proyectos y espacios. Con todo esto en su cabeza, es más factible que encuentre el espacio, grupo o institución.

Existe también otra forma, común, pero es dudosa, la clásica prueba y error. La gente ve un anuncio, llama para pedir informes, aunque no tenga idea de lo que necesita saber; se inscribe, asiste y prueba. Lo grave de esto puede ser que si la experiencia es mala, se culpará a la disciplina o al espacio, pero no se reconocerá que el asistente nunca hizo lo necesario para tomar esa decisión. Entonces tendremos los desertores del arte por una serie de omisiones. 

Para finalizar solo quiero subrayar que la práctica artística es tan seria como la educación artística. Que la oferta es amplia para bien de la multiplicidad de formas y estilos, pero también puede llegar a ser riesgosa. Y que existe una responsabilidad compartida entre las instituciones que tienen el trabajo de facilitar el acceso del público al arte; el público de ampliar sus conocimientos más allá de la sala de exhibición; las escuelas de brindar formación técnica, estilística y temática, y los artistas con el resto de la sociedad.

El arte es el buen propósito de la humanidad. Ya sea como hobby, ya sea como un planteamiento formativo. La fortuna de esto, es que nos hace no solo más sensibles, críticos y empáticos. Nos reafirma como especie y le da un alto sentido a la condición humana.

Les deseo un buen inicio de año y que se cumplan todos sus propósitos.


admin
vivi.castaneira@gmail.com

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