Ilustración: Marzo Castaneira
«Año de 1981, el regente de Nueva York declara la guerra al graffiti», sonaba en mi celular en el año 2006. Apenas tenía cinco canciones porque la memoria era insuficiente. Años después me encuentro a la espera de entrevistar a Jimena de Santiago AKA Ximbo, de quien supe por primera vez en el proyecto Magisterio, cuyas canciones escuché un día mientras caminaba con una lata de aerosol. Me acababan de pasar la canción vía infrarrojo, ¿recuerdan eso?
El tiempo se va de prisa. Es cuando uno cuenta lo que le gustaba en tal año que se es consciente de ello. El entorno también cambia. El rap tiene el mismo cause. A mediados de la década pasada el rap español llegó a México de la voz y letra de Nach, Violadores del Verso, SFDK o Arianna Puello. Aquí comenzó a sonar Bocafloja, Akil Ammar, Skool 77 y Ximbo junto a Magisterio. Los pantalones tipo baggy eran la moda y los tenis llamados «de concha» o tipo skate. Gorras hacia atrás y playeras XL. Los conciertos de rap en los barrios se hicieron cada vez más comunes. Podría decirse que había un auge de rap, pero que más que rap era hip hop como cultura, algo que agrupaciones anteriores como Control Machete y Cypress Hill no tenían, puesto que su movida era otra; sí, hacían rap —y muy chingón—, pero no representaban el hip hop.
Ximbo tiene veinticuatro años en la escena del movimiento. Sabe de lo que habla. Hace días pude concretar la entrevista de manera virtual. Quise obviar los datos que pueden encontrar sin problema en internet u otros medios. Su origen, el por qué pertenece al hip hop, discografía, etcétera. Lo que salió a flote fue una serie de opiniones respecto a temas relacionados.
Quise aprovechar el tiempo que tenía y lancé la primera pregunta, directa, sobre la responsabilidad del rap al emitir mensajes. Algo que no es nuevo, pero sigue vigente. «Yo creo que sí la tiene. Así surgió. Es un género que nace como parte de una cultura. Nació en zonas marginales, donde no había muchas herramientas y espacios para la cultura y la gente se apropió de la calle, se apropió de la palabra, del baile… Eso es ya tomar las riendas», responde y precisa: «Yo no creo que todos tengan que hacerlo así, pero desde mi punto de vista el rap es así. Hay una responsabilidad en cada palabra que digo, en cada acción que llevo a cabo. Ser congruentes. A eso nos referimos los raperos cuando hablamos de “rap real” o al menos yo lo tomo así».
La plática fluye. Ximbo prosigue: «A mí el rap me enseñó lo que no aprendí en las clases de historia o con mis papás», y es cierto que de la música se aprende. El mensaje llega, no es solo un aditivo a tu vida diaria. Implica. «Aprendí rolando con mis amigos grafiteros, con mis amigos raperos, los b-boys en la calle», continúa, mientras hace énfasis en la forma en que ella percibe la cultura y la manera en que la asume, sin decirle a los demás que así debe ser. Defiende la libertad creativa, a sabiendas de que el hip hop son muchas formas de pensar y que en ella pueden congeniar.
Respecto a las diversidades le pregunto si no cree que exista un dominio de ciertos discursos en el rap. Basta ver lo que la industria vende. El rap mediático no es precisamente el contestatario: «El momento en que empezaron con las cárceles privadas en Estados Unidos, los propietarios de estas empezaron a financiar el gangsta rap, ¿por qué? Porque necesitaban hacer su negocio redondo. Es un asunto documentado». De hecho, para sumar a lo que ella dice, en los noventas se acusó de corrupción a algunos senadores del Congreso por aprobar políticas públicas contra el narcotráfico apoyados por empresarios dueños de prisiones. El tema de las drogas en EUA es un asunto de salud pública, no de violencia —como en México—, y dichas propuestas fueron concretadas bajo la segunda lógica con la finalidad de atestar las cárceles de personas, porque una empresa privada piensa económicamente, un asunto que se racializó al ser las poblaciones latinas y afroamericanas quienes padecieron la represión policial. «Vamos a poner de moda ser delincuentes», remata. Hay discursos cómodos con el poder que acaparan los medios.
A partir de esto la abordó con un comentario que hizo en alguna entrevista acerca de que el rap debe ser incómodo. Ella hablaba sobre el rap que hacen las mujeres. La reivindicación de la cultura y su raíz. Si concibe al rap como una herramienta con responsabilidad y una historia detrás, el entorno del propio rap se vuelve por esencia contestatario. Pero la inquietud que me surge no va de eso, sino preguntarse si la rebeldía también vende, si la revolución también sirve a la industria musical, pues al parecer también lo absorbe. «Sí, pero ¿qué lo sostiene? ¿Rebelarse vende? Solo hasta cierto punto. Hay un dicho que nos enseñaron las abuelas de que la verdad cae por su propio peso. ¿Cuántas veces no hemos visto un proyecto revolucionario que tal vez no es cierto? No quiero decir que todos sean así, cada uno tiene sus propias motivaciones, pero si el mensaje es bueno, vale la pena. Si nos va a llevar a dar un paso positivo en la vida de un individuo o una comunidad, lo vale».
Ximbo es amable, habla con un tono afectuoso, conoce lo que hace y en dónde está. Reflexiva con el entorno. Lo que me respondió me resonó en la cabeza y entonces vuelvo al tema de nuevo, insisto un poco más: «¿Qué es vivir el hip hop, entonces? ¿Crees que el hip hop se viva solo en la calle?», es una duda que tengo desde hace tiempo. En este mundo siempre sale a relucir el tema: «yo soy real», «tú no eres real», etcétera. Ahora coexisten el trap, reguetón, mezclas aparte, subgéneros. Ximbo responde: «La gente muchas veces no sabe la diferencia entre rap y hip hop. Desde ahí se pierde la esencia, la raíz, y no es que todos tengan que hacer lo mismo a la vieja escuela, pero si empezamos con eso, está cabrón. Hay gente rapeando muy bien y no sabe diferenciarlo. Hay que partir por el hecho de entender en dónde estamos y difundirlo». Luego concluye: «Hip hop es lo que eres y rap, lo que haces».
Y es que el rap se ha difuminado. Ahora surgen términos de la industria como el de «música urbana» para la realización de premios en los que se encasillan todos los ritmos afrocaribeños y el rap dentro de este, como un amontonamiento de géneros que tienen diferencias claras, artistas aparte, estilos particulares: «La consecuencia natural de eso será que todo será irreconocible y en el caso de la cultura hip hop es terrible, porque el hip hop no es solo música», recalca. «Hay muchos conceptos detrás como el respeto, cosas que son muy interesantes, pero si borras eso, el hip hop solo es un género musical que conjuntas con el resto, y no es que aborrezca a otros ritmos, hay cosas muy chingonas, pero no es lo mismo».
La charla fluye hacia los orígenes de lo que yo digo es su generación. Finales de los años noventa, pero con un boom a mediados de la década del 2000: «Empecé a rapear en 1996; tenía dieciséis años. Hazme el favor. Ya tiene un chingo. El hecho que yo uso para saber en qué momento empezó la “vieja escuela” es cuando en la Ciudad de México se llevó a cabo un festival muy grande que se llamó “Las siete tocadas capitales”, donde el gobierno de la entidad realizó siete conciertos que, en ese tiempo, jalaba a las tribus urbanas. Los conciertos eran de diferentes géneros incluido el de rap. Todos los que estuvieron en ese evento, que participaron, los considero la vieja escuela del hip hop mexicano porque fue cuando los raperos nos conocimos en persona, sobre todo con los de fuera de la ciudad. Fue un parteaguas. Súper importante no solo para la ciudad; me atrevo a decir que para el país».
Le comento acerca de los conciertos y eventos durante este boom, como ya he referido. «Y también en esos eventos hubo acercamiento con raperos del sur como Doble Filo —Cuba—, Siete Nueve —Puerto Rico—, fueron cosas lindas que nos pasaron como Magisterio, que tuvimos la oportunidad de entrar a un programa llamado «International Hip Hop X-Change 2004» desde Nueva York, y era hacer intercambio de trabajos y conocimiento con raperos latinoamericanos, pues nos invitaron a conocer la cuna de la cultura, los pioneros, los lugares, tomar y dar talleres. Todo esto sucedió a un nivel underground, pero bien sólido». Cabe recordar que en 2001 se fundó el grupo Magisterio al lado de Van-T y Elemsi Burrón con el lanzamiento de dos EP de nombre «Antes de la M» y «Demo 2003», un maxi single, «Infekta», y el LP «Cuadrivium Era Deuda» (2007).
La temática da vuelta. Las exploraciones musicales también salen a flote. El boom bap es el patrón rítmico que utiliza el rap. El bombo y la caja; palabras presentes en las letras de muchas canciones de rap. Es su onomatopeya. Ximbo ha rapeado sobre instrumentales distintas. Le recuerdo la canción «El sueño», la cual sacó el año pasado. Con gaitas y maracones. «A veces es necesario cambiar». «El boom bap sigue siendo importante; Nathy Peluso tiene trabajos muy buenos, pero sí es necesario hacer otras cosas. Yo quiero ser creativa. Mezclar ritmos. Es muy gozoso ese proceso de componer. Pero seguimos. El último material que lanzamos, “4CERO”, es boom bap». Las posibilidades creativas tienen resultados potentes.
Y no solo eso. Dentro de la música también hay otros relatos, otras personas que se integran al movimiento hip hop. Personas con otras lenguas, orígenes no necesariamente urbanos que encuentran en el rap un medio para comunicar mensajes. Ximbo ha participado en ello. Es consecuente con esa responsabilidad. En 2018 publicó un texto al respecto llamado «El nuevo rap en lenguas originarias en México» donde reflexiona y nombra a raperos en lenguas indígenas como Matchuk Bemela, de lengua yorome mayo; Una Isu que habla lengua tu’un savi o lo que conocemos como mixteco; Pat Boy, rapero maya; Colectivo Ometéotl que lo hace en lengua náhuatl; Badu Bazendu, en zapoteco, y Juan Sant en totonaco-tepehua. «Quienes tenemos el privilegio de alzar la voz, es necesario que en algún momento lo hagamos no solo para nosotros. Es importante hacerlo porque es parte de la identidad. No nos damos el tiempo de escucharlos y preferimos el rap en inglés o francés cuando también podemos voltear hacia acá y ver toda esa diversidad de pensamiento que puede expresarse en el rap».
Lo que aportan las lenguas a la diversidad dentro de la cultura hip hop es importante. Abre sus posibilidades. «Tenemos que hermanarnos, hacernos responsables y tratar de apoyar, difundir este trabajo que también nos sostiene como latinoamericanos». Y es que esta integración amplía la cultura en vez de desvanecerla, como con el término «música urbana» de la que hablábamos. «Tenemos proyectos importantes. Del norte al sur del país».
A la par de esta lucha también está la feminista. Se habla de una tercera ola actualmente y los feminismos han cobrado cada vez más relevancia con logros importantes. También ha expandido las posibilidades del rap. Exponentes raperas con un mensaje político abierto. Que cobija y a la vez confronta. En ese sentido, le pregunto si se asume feminista: «Sí, absolutamente. Después de muchos años de pensarlo, analizarlo y aprender. Cuando era más joven no sabía qué era el feminismo. Pensaba que era lo opuesto al machismo. Luego aprendí que no. Vivimos en un país donde tristemente mueren diez mujeres al día. Hay violencia de género. Es grave. Este es un momento importante donde debemos asumirnos feministas».
Dentro del género, como en cualquier otro, predomina el machismo. Polémicas extramusicales, contenido: «Se ha vuelto difícil, pero lo que hemos intentado hacer entre nosotras es apoyarnos independientemente de que te guste o no el rap de la otra. Es muy importan que nos apoyemos. Hay que dar el ejemplo de que en el mundo se puede vivir como hermanas, como hermanos». Porque las batallas en solitario son difíciles, es cierto. Y hay un auge de mujeres en el mundo artístico. En la literatura han destacado más en los últimos años, en la plástica y en el rap también. Nombres como Audry Funk, Arianna Puello, Gabylonia, Nakury, Mamba Negra, Spektra de la Rima, Masta Quba, Marie V., Rebeca Lane, Vicky MC, Mare Advertencia Lirika, Montebel «y hay un chingo más. Todas son increíbles. Es un momento muy hermoso para el hip hop y nos estamos atreviendo a hacer algo diferente. Sin miedo. Hay mucho trabajo y camino. Me da mucha alegría ver a mis hermanas tanto con las que ya he trabajado como las amigas que he ido haciendo estos últimos años». Ximbo ha colaborado en temas como «Hasta salvarnos» con Leiden, estrenado en marzo de 2020, «Entérate» con Jezzy P en 2010 o recordar aquella canción antaña, «Tiempos felices», con Nax. Y muchas otras.
Para finalizar la charla con Ximbo, quise preguntarle sobre sus influencias musicales aparte del rap, y la charla se presta para ello. Es una duda que me cuestiono sobre los y las artistas que escucho: «Un chingo. Todos los días escucho rap, sobretodo rap noventero. En mi casa se escucha salsa, cumbia. Actualmente escucho pop chileno como a Alex Anwandter, me encanta porque es pop, pero tiene unas letras súper duras, contestararias. También he oído mucho folclore. Mi casa es mitad mexicana y colombiana, entonces oímos mucha música de Colombia y se puede notar en mi música… en la que decías de “El sueño” tiene un sampleo de cumbia con gaitas. Por ejemplo, Violeta Parra me gusta un montón. El universo de la música es tan amplio».
La charla finaliza no sin antes hacer preguntar acerca del cómo le gustaría ser recordada en el movimiento hip hop. Los artistas dejan su marca mediante su trabajo, es innegable, pero saberlo desde ellos mismos siempre es curioso: «Me encantaría que por lo menos hubiera aportado a la gente que me escucha, hacer que la gente la pase mejor. No espero que mi nombre esté en una placa o que mi nombre aparezca como el de “la rapera mexicana”, lo que quiero es llegar a los corazones. Compartir palabras. No me interesa que me recuerden a mí, sino poder dejar algo que sea útil para los demás», concluye.
Hace dieciséis años me dispuse a hacer un tage en la avenida mientras escuchaba a Ximbo. Desde entonces la sigo. Ahora aproveché para contarle un poco esta historia. Sé que se lo dicen continuamente, pero no podía no hacerlo teniéndola al frente, al menos por una pantalla. Una artista que admiro el triple por su amabilidad y disposición para dialogar. De quien aprendí un poco más de esta cultura llamada hip hop que sigue caminando, a pasos lentos o largos, pero sin dejar de hacerlo, con rebeldía y causa, y que nos invita a accionar, pues como dijera Ximbo en aquella canción que les cuento: «…así que aerosoles apunten y fuego, que será muy tarde si lo hacemos luego».