Ilutración: Marzo Castaneira


El Hip hop es una cultura multifacética. Se dice que son cuatro elementos, pero hay que dudar de los supuestos. Dos más dos pueden ser cinco. A partir de ahí se exploran posibilidades, narrativas, contacto con el presente y hacer que eso que se llama Hip hop se permee de lo que encuentre, del punto de vista de cada persona que lo enuncia, la multiplicidad de ideas. La cultura no está solo en el arte o las técnicas, sino en las experiencias cotidianas, en sus quehaceres, en lo más íntimo.

Dentro de la variedad de voces y lugares de enunciación se encuentra Audry Funk, rapera y activista proveniente de la ciudad de Puebla, pero que sus pasos la han puesto en el Bronx, quien tiene en su haber varios años en la escena del Hip hop en México. Ha tenido, además, un crecimiento exponencial al lado de otras raperas en lo que podría denominarse un auge de compas haciendo arte desde las voces femeninas y que más allá de eso tienen mensajes, posturas y otras historias que fluyen sobre el bombo y la caja.

Para Saltapatrás tuvimos la oportunidad de hablar con Audry y todo inicia un sábado por la noche. El funk está ahí siempre y todo desde esas tierras que han visto surgir al iniciador de esta vaina, DJ Kool Herc, escritoras como Audre Lorde o aquel mítico sello discográfico, Fania Récords, con figuras como Héctor Lavoe, Tito Puente y Celia Cruz, por decir algunos. Pero la multiplicidad es inherente, principalmente en una ciudad donde se encuentran, quizá, todos los rostros y voces, al menos una amalgama, pues es una ciudad migrante casi por definición.

La charla inicia jocosa, con la edad, la diferencia de horarios, algunas risas, comentarios. De Audry Funk escuché en 2014, en una canción colaborativa de un proyecto del rapero El Chojín, «Rap contra el racismo», junto a Skool 77, Akil Ammar, Leazzy, entre otros, y a la postre, un año después, con «Rompiendo esquemas», «…demostrando que las de mi calaña siempre nos rifamos», y desde entonces. Ahora tengo la oportunidad de saber un poco más de ella, de primera mano.

Su nombre es Audry Bustos Díaz y estudió la licenciatura en Filosofía. Inició formalmente en la música en 2005 junto a una banda llamada Soul Green System… «Soy de un barrio del sur de la ciudad (de Puebla) llamada Mayorazgo, que incluso la tengo tatuada en mi brazo. Soy fan de mi barrio. Tengo una conexión muy bonita con Puebla, me gusta mucho, pero el destino me trajo acá (Nueva York)», y con esta idea inicia la charla para proseguir a la pregunta sobre el cómo inició en la movida de la música: «Yo siempre fui la morrita que cantaba y declamaba en todos los festivales de la escuela y desde chavita me di cuenta que podía cantar; siempre estuve en contacto con ese lado artístico. Vengo de una familia que, aunque no se dedica al cien por ciento a la música, es melómana. Mi papá es súper bohemio y siempre crecí entre guitarras… todos sus amigos tenían una rondalla, él tocaba y hasta el sol de hoy se reúnen los señores. Yo nunca fui ajena a la música y la música nunca fue ajena a mí. Pero a los quince años nunca me sentí situada con las morras de mi edad, nunca sentí que pertenecía y empecé a descubrir la música. En el Callejón del Carolino había un bato que vendía discos quemados de música, digamos, alternativos, que traía de la Ciudad de México. Ahí conocí a  Antidoping, Panteón Rococó, el ska, el reggae y me empecé a nutrir de esa música. Y da la casualidad que entrando a la preparatoria conocí a un compa artesano que tenía una banda de reggae, y como yo sabía cantar me invitó y acepté», luego recuerda: «yo salía de la escuela, tomaba el camión, me iba a ensayar con la banda de reggae y desde ahí empecé en el circuito de la música independiente».

Como toda artista es el entorno el que sitúa un poco los gustos. La familia, los lugares donde uno reside o visita, la radio, internet, las personas que se conocen o incluso esos momentos inesperados en que algo ocurre y te atrapa de manera circunstancial: «En la carrera conocí a mi compa con quien hice mi primera banda de rap, nos conocimos en una bienvenida. Como ya estaba en el circuito me conocían un poco y este compa me invitó a echar un “palomazo” porque iba a tocar. Yo cantaba y medio intentaba rapear, pero yo no sabía qué estaba haciendo en realidad. Ese men estaba en la escena, aún pequeña en Puebla. Sacamos dos discos, nos iba bastante bien. De ahí me enteré y entré a la cultura del Hip hop y de aquí pa´l real ha sido estilo de vida».

Audry forjó su trabajo en la ciudad de Puebla, visitó lugares aledaños como Tlaxcala en sus primeros toquines y poco a poco se fue dando a conocer. Al respecto le pregunto qué tan difícil es venir de un lugar de provincia y destacar, primordialmente en un país centralizado como este, en el que la capital toma la batuta de lo que se hace a nivel cultural. No es determinante, claro, pero sí influye: «Es difícil. Puedo decir con un chingo de orgullo que fui parte de un grupo de personas que abrimos los espacios para el movimiento Hip hop en Puebla. Me aventé muchos años en gestión cultural. Tenemos propuestas chidas que merecen ser escuchadas. Fue difícil para que nos hicieran caso de que algo así existiera acá. Se fueron ganando espacios, nos fuimos apropiando de espacios y tuvimos visiones más grandes». Al fin y al cabo se tienen que tocar puertas y trabajar, y como diría Audry: «la Ciudad de México no lo es todo».

Desde entonces Audry Funk ha visitado América Latina y Europa a partir del rap. Su exposición ha sido mayor con el tiempo, a la par que su crecimiento musical, pues además de rapear, canta, y las mezclas entre funk, reggae y rap, así como su origen melómano, dan cuenta de la multiplicidad, por lo que le cuestiono sobre el término «artista»,  si es que se considera como tal o qué significa esto: «Siempre he sido una persona encaminada al arte. En estos momentos sí me siento una artista independiente. Cuando empecé no me sentía como una artista porque no me dejaban sentirlo y ahora lo entiendo. En primera porque soy vieja, entonces las “artistas”, en su concepción heteropatriarcal, son de cierta forma, siempre es un “te falta” y las artistas siempre sufrimos de mainsplaning. La otra fue por tener una situación económica familiar que no era tan precaria. No es que mi familia fuera rica, pero no era un barrio súper pesado. Entonces había mucha desacreditación por muchos factores que hacían que no me sintiera como una artista. En el lado de rapera no se es la figura estereotípica y, por otro, no eres artista porque eres vieja y no puedes. Me parece que la modestia inducida por este gremio y los batos es un asunto de tenernos controladas para no saber nuestra propia grandeza, cosa que vengo a enterarme a los treinta, que eso me valió tres hectáreas de verga y me di cuenta de mi poder».

Al decir esto, Audry muestra firmeza. Segura de sí, de lo que sabe y puede hacer. Indagamos sobre el trabajo de las compas dentro del rap, lo que sucede en los últimos años, el crecimiento exponencial y el rap como herramienta de comunicación. «Darle sentido político a lo que haces te ayuda a enfocarlo de otra manera. La música es un acto político porque estoy declarando que existo desde otra manera rompiendo la norma, así como lo rompe una abogada, como lo rompe una ingeniera o una mujer emprendedora. Lo bonito es que muchas de nosotras nos hemos politizado y hemos entendido lo importante que es trabajar en colectivo, y lo importante que es enunciarnos a nosotras, entre nosotras, para hacer real nuestra existencia de nosotras y para nosotras». Nombres surgen: Rebeca Lane, Mare Advertencia Lírika, Masta Quba, Ximbo, amigas suyas en quienes se apoyan en todos los sentidos: «En el lugar al que voy siempre estoy buscando a la mujer que está haciendo rap y así me hecho de amigas en todo el mundo», remata.

Los lugares de enunciación son espacios donde las personas se sitúan y hablan. Las mujeres en una protesta, escribiendo, creando, lo mismo que la gente afro tomando las armas en Estados Unido en los años sesenta, o un grupo de indígenas en 1994 diciendo «¡Ya basta! ». Es romper con los horizontes de lo que te dicen es posible a partir del acto de decir, de expresar, de sentir. «Soy negra», «soy mujer», «soy lesbiana», «soy homosexual», «soy campesino», «soy…», «somos», y en todos ellos hay un acto contestatario. La migración es otro asunto, un lugar dentro de la variedad de lugares, la experiencia del exterior, de lo nuevo y de la que Audry se ha influenciado y ha podido hablar también desde ahí. «Yo me vine a rifarme a los restaurantes, me vine a limpiar, a cantar al metro, me vine a rifar el puto físico aquí para seguir un sueño que es el sueño de crear. Ya me había cansado mucho de México, es una escena muy tóxica en el rap. Dije: “ya no puedo”, necesito salirme a vivir y lo que sea que tengo que hacer que tenga sentido y la manera que vi fue venirme para acá».

Audry vive en el Bronx, la cuna del Hip hop y le pregunto sobre su aprendizaje…«no mames, un chingo, un montón de cosas que todavía me sorprenden… me han pasado cosas muy locas. Me junto con mucha banda colectivera y activista de este lado… tengo una compa que tiene un colectivo llamado Existence is Resistance, ella es la hermana mayor de Shadia Mansour, son palestinas. El caso es que me invita a uno de los aniversarios del colectivo, llego y empiezan a tocar compas y de repente aparece Immortal Technique, en un local pequeño, como cualquier lugar underground de la Ciudad de México y fue sorpresivo. En cuanto al rap he tenido cosas chingonas. He conocido a Kool Herc, quien me ha tirado respeto y, bueno, aparte del rap he conocido muchas culturas. Siempre hablo con todo mundo y aquí aprendí mucho a conocer. Un chingo de la escena de la música latina nos juntamos. He conocido grandes músicos. Es un baño de aprendizajes todo el tiempo, de cosas tan pequeñas y grandes, que me han hecho crecer artísticamente porque estoy viendo el mundo desde otra mirada».

Audry Funk es una artista que ha labrado su nombre en la escena del Hip hop, así, sin fronteras. Una persona con quien te puedes echar una cerveza y escuchar por horas hablando de las anécdotas y conocimientos que tiene. Cuenta con el disco «Autogestión y Resistencia» con temas como «No me representas»,  «Tempestad en las mares» e «Hija del subdesarrollo», entre otras, de las que me considero seguidor. Le gusta Billie Holiday, Celia Cruz, Janis Joplin, Erykah Badu, Selena, Paquita la del Barrio… forma parte del colectivo «Mujeres trabajando», ha participado en festivales de rap y tiene una música que es eso, multifacética.

Para finalizar, le cuestiono sobre qué críticas y halagos le diría a esa versión suya de hace quince años. No encuentro mejor conclusión que esta y simplemente agradezco el tiempo y la charla: «No confiar lo suficiente en mí y en lo que hago. No me culpo al cien, pero tomo mi responsabilidad. Me culpo de mirarme al espejo y no querer lo que yo veía. Pero a su vez celebro la resiliencia con la que me ha tocado salir a flote de todas las cosas que justamente me han traído estas inseguridades. Agradezco ser una mujer fuerte. Me siento muy orgullosa de poder decir “lo logré” a pesar no de haber sido gentil conmigo, de no haberme dado el amor que me merecía desde hace mucho tiempo».


David Álvarez
davidalv1990@gmail.com
Sociólogo, periodista y gestor cultural. Dirige Proyecto Saltapatrás.

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