Texto: Mariana Uribe Salinas

Fotografía: Elizabeth Becerril


Hace diez años, los restauradores de profesión, Roxanne Najar y Oswaldo García comenzaron a trabajar en lo que hoy sería una de las editoriales independientes representativas del estado de Querétaro. Gold Rain, nos cuenta Oswaldo, no surgió como proyecto editorial en primera instancia, pero la vida y los esfuerzos de ambos por la difusión del arte los llevaron a construir Da Substanz —el espacio destinado a galería de arte— y Gold Rain —el proyecto editorial—. 

En un inicio, el trabajo realizado por ambos estaba encaminado a la fotografía y la restauración, en su mayoría en plataformas digitales, sin embargo, luego de las visitas de Oswaldo a Nueva York —con fines académicos—, el plan dio un giro: el artista volvió lleno de ideas y de expectativas respecto a lo que quería que fuera su proyecto. Fue entonces cuando, ya en miras de un lugar para trabajar, una visita a Plaza de las Américas se convirtió en una oportunidad de espacio físico para su creatividad. 

Encontraron en dicha plaza comercial un espacio disponible y amplio que les permitiría no solo trabajar de manera digital, si no también montar exposiciones a manera de galería de arte, para las cuales Roxanne, después de haber trabajado en exhibiciones en el centro de la ciudad de Querétaro y de haber estado en contacto con el «mundo artístico», tenía experiencia.

El local que consiguieron rentar era pequeño y cuando lo encontraron fungía como bodega, por lo que el diseño, el arreglo y también la resignificación del espacio donde iban a trabajar fue el resultado de los esfuerzos y conocimientos de ambos. Tres años después consiguieron expandirse y lo que empezó como un taller de pintura ahora también permitía exposiciones plásticas: «empezamos con una expo de Alejandro Uribe, un artista de aquí de Querétaro, con sus obras de ilustración».

Durante esa etapa, el espacio fue destinado a diversas actividades, todas enfocadas a la difusión artística, y lograron que variadas formas del arte plástico se presentaran en su galería a lo largo del año; querían dar cabida a todos los proyectos posibles. Vendían las obras de los autores y daban a conocer su trabajo. 

Respecto a su incursión al mundo editorial, relata Oswaldo, comenzó debido a la necesidad de hacer catálogos de las muestras, pues dejar constancia de que se habían presentado las obras permitía también que los que no habían asistido a las exposiciones pudieran ver las muestras. Además, la llegada de una de sus compañeras más fieles, una impresora de inyección, abrió un mundo de posibilidades para ellos y su arte. Conseguir «la riso» no fue fácil, los costos no solo de la máquina, sino de la tinta son altos en México y es difícil conseguir lo necesario para imprimir en ella, no obstante era algo que a Oswaldo García le emocionaba: «vimos que había proyectos que se desarrollaban mejor en libro»; es el caso de autores como SILOMI, autores locales y que producen de manera regular, «en lugar de que subieran sus treinta dibujos a su Facebook, yo les decía, mira, mejor saquemos eso en un fanzine y los imprimimos».

Así pues, examinaron las posibilidades, consiguieron otros colores de tinta y probaron mezclas de colores en las diferentes impresiones. Como resultado, lograron la participación de otro tipo de artistas, y el arte plástico se entremezcló con la lírica y la narrativa. Luego de 2015, y de su presencia en el Index Art Book Fair, el restaurador y editor de Gold Rain encontró nombre para el tipo de producción que quería realizar: los libros-objeto. 

A partir de ese momento se han dedicado a explorar las opciones que permiten los libros de artista y los libros objeto, resignificando la escritura y la fotografía, adaptando una forma artística a la otra. Por otra parte, una de las cuestiones importantes que permite la impresora riso y que caracterizan a Gold Rain, es la utilización de materiales amigables con el medio ambiente, que si bien no eliminan la huella de carbono o los factores de contaminación que supone la impresión de libros, logra ser ecológico dentro de sus posibilidades, como el uso de la tinta de soya y la fabricación consciente de los libros. 

A este respecto, el editor aclara que no solo se preocupan por el entorno —la problemática que vivimos en torno al medio ambiente es innegable, pero no es la única cuestión que Gold Rain atiende—, sino que también procuran tener siempre coherencia y consideración ante a las especulaciones en el mercado del arte. «Creo que el mercado en Querétaro es medio difícil, no para el arte, pero sí para la compra», por lo cual los libros de artista facilitan la difusión y venta a precios justos —para el artista y también para el comprador o coleccionista—, puesto que permiten que el arte viaje y sea difundido con más facilidad, «son una especie de comprimido, hasta que lo abres ves el desglose de la obra» y, con ello, el concepto entero que sugiere el creador plástico o literario.

Mencionado lo anterior podemos afirmar que el proyecto editorial Gold Rain, en conjunto con Da Substanz galería, tiene como fundamento la difusión honesta de obras locales, artísticas, sin nunca perder de vista el respeto y el valor tanto de la obra como de compradores, lectores y espectadores, lo cual ya es resaltable teniendo en cuenta el mercado y las dificultades que se viven en el mundo artístico.

Por último, los editores de Gold Rain pretenden, en un futuro próximo, seguir con las colaboraciones con artistas y con otras iniciativas independientes, como Herring Publishers —con quienes ya han trabajado en varias ocasiones—, y la creación de espacios tallerísticos y de enseñanza para el uso y aplicación de métodos de edición e impresión en la riso: «casi no está la oportunidad de publicar, lo que vamos a hacer próximamente es promover talleres para que tú puedas usar la máquina, aprender y autopublicarte». 

Redacción
proyectosaltapatras@gmail.com

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