Texto: Yezica Montero Juárez
Fotografía: Elizabeth Becerril
El visitar las librerías debería ser un ritual placentero y no un acto obligado o snob. Aún persiste la idea de que el acto de adquirir libros es para aquellos que se encuentran sumergidos en el mundo académico o para quienes tienen el poder adquisitivo y, por supuesto, el tiempo para leer.
En medio de la creciente era digital donde se prevalece a la imagen retocada con filtros y frases de superación, cuyo mensaje provoca una descarga inmediata y efímera de serotonina, aún existe quién le apueste a los lugares donde la interacción con los libros, la reflexión, y tal vez las chaquetas mentales surgidas mientras se saborea un café con pan, se han convertido en actos cuasi-revolucionarios al prevalecer la lectura de forma tradicional como el placer de ojear y oler libros, así como la posibilidad de entablar una plática con alguien en el mundo real.
No sé si sea necesario ser una amante de libros para montar una librería, pero sin duda un requisito sería entender qué es lo que se pretende ofrecer a los lectores. Lalo Pessoa tiene 32 años de edad. En el 2016 inauguró la Cafebrería Pessoa. El evidente pseudónimo deriva en que Lalo, no es Lalo, sino Gerardo, y que el Pessoa emana de su admiración por el escritor portugués Fernando Pessoa.
Mientras platicaba con Lalo, quien se encarga de atender tanto a los lectores como a los comensales, llegué a imaginar que tal vez durante su niñez Lalo habría crecido en un hogar con una biblioteca impresionante, devorando los clásicos que el mercado literario ofrece. No, no fue así. De manera natural y sin pretensión alguna compartió que no creció en una familia donde se le inculcó el hábito de la lectura. No se reconocía como un niño que estuviera ávido por la ficción y las letras. Pero al ir escarbando entre sus recuerdos, recordó un nombre:«Jesús Flores», quien fue su profesor de filosofía durante la preparatoria y a través de su influencia descubrió que no todo era «Rayuela» o «Batallas en el desierto».
Vendió sus libros para abrir la librería
Para el 2007 Lalo decidió emigrar a las tierras del Cuévano de Ibargüengoita. Pareciera que el camino hacia las letras y el pensamiento crítico trazó de manera natural su paso en la Universidad de Guanajuato para estudiar Filosofía. Trece años después regresó a Querétaro donde consiguió trabajo acomodando libros en Gandhi. Para 2015 ya se encontraba administrando una librería independiente, experiencia que le otorgó herramientas fundamentales para considerar la idea de abrir su propia librería.
Si bien pareciera muy romántico o incluso un gusto burgués el ser propietario de una librería, Lalo ha tenido toda una concepción muy clara sobre la planeación del negocio. La primera idea nació entre pláticas con un amigo, surgiendo la posibilidad de montar una tienda de cómics. Teniendo la experiencia, algunos ahorros, incluyendo la venta de sus propios libros y aprendiendo de manera autodidacta a través de un curso sobre planeación de negocios en línea, Lalo no esperó a su amigo y se convirtió en un emprendedor sin socios: «Empecé la librería solo, porque prefiero hacer las cosas solo».
Una vez con el concepto en manos, se ubicó en un local tres veces más pequeño que el actual, sobre la avenida Hidalgo del Centro Histórico de Querétaro. Él mismo diseñó los anaqueles, mesas, sillas, decoración y todo lo que permite al lector sentirse en una atmósfera acogedora para leer y charlar. La construcción y sostenimiento de la Cafébrería Pessoa implica también un trabajo de relaciones públicas con editoriales, ferias y asociaciones que le permiten a Lalo elegir el contenido de los libros que ofrece. No es tan sencillo como solo buscar en Amazon, ya que los géneros y autores que Lalo se empeña en escoger son lecturas encaminadas al humanismo como la filosofía, el género, novela histórica, periodismo, sociología, psicología, antropología, literatura; así como llegar a ser un escaparate para autores y editoriales independientes.
“Pessoa es del entorno, no me pertenece”
A pesar de que Lalo comenzó el proyecto en solitario, existe un gran sentido de comunidad que rompe con los valores del capitalismo. Pessoa más que ser una librería, es un lugar donde cualquier persona que tenga una actitud creativa y quiera compartirla puede acercarse para generar talleres, conciertos, conversatorios, clubes de lectura, ciclos de cine o cualquier expresión que el espacio permita. No hay condiciones más que un trato verbal directamente con Lalo.
Pessoa ha ofrecido talleres fundamentales para el pensamiento y desarrollo creativo como el de autobiografía feminista impartido por Olivia Teroba, ganadora del premio Casa Wabi. El espacio que se ofrece a los autores locales o independientes siempre está abierto, sin embargo, Lalo considera que aún hay un hueco sobre la forma de promocionarse, pues ya no se trata sólo de dejar los libros en los estantes, si no de realizar el trabajo de difusión en redes sociales. Ser un autor o editorial independiente requiere también una obligatoria promoción, pues los círculos de lectores ya no son aquellas tertulias del Café del Fondo; ahora la competencia es global. Mientras un autor independiente está esperanzado a que se le compren dos libros en Pessoa, se le podrían reventar las ventas si ofrece su contenido tanto de manera física como digital, haciendo promoción por medio de podcast, reseñas, críticas o blogs.
Libro físico vs digital
Como perteneciente a la generación que pasó de consultar las enciclopedias viejas, debido al alto costo de las últimas ediciones, a llegar a ser unos malos consultores de la información y creer que Wikipedia es una fuente fiable de todo concepto existente, Lalo considera que: «Es una enemistad innecesaria porque el libro digital y el físico pueden coexistir en un espacio sin conflicto. Cambia la forma de leer, pero eso es lo de menos, ya que sigue habiendo más lectores, pero me parece que falta mucho para que sea una lectura óptima el libro digital. Si no es Kindle, a mi gusto, un aparato con tinta magnética se ve muy incómodo como en el ipad, y te friega la vista, entonces todavía falta un poco de tecnología para que mejore».
A pesar del equilibrio que Lalo puede identificar entre el libro físico y el digital, se percibe una notable nostalgia por la prevalencia del libro tradicional: «El libro físico como objeto simplemente sigue siendo un acto poético total. Por ejemplo, el olor, el color, la tipografía; porque de hecho en el libro hay 2 oficios artísticos que son la edición y el texto. Hay libros que son editados en formato no convencional… este libro, por ejemplo, de Luis Osorno, “Anarquitectura y los perros” —me muestra un libro donde el texto, las imágenes y el diseño son complementarias; y no se entenderían de forma independiente—».
¿Qué lee la gente?
Entre las obsesiones por la estadística, la lectura no escapa de ella y, de acuerdo con el INEGI, en 2020 el 41% de la población alfabeta leyó menos de un libro, de los cuales el 83% lo hizo de manera impresa; 12% digitalmente; y 4.7% en ambos formatos. Concluyendo que los mexicanos leemos menos con respecto al 2015 y que 4 de cada 10 lectores dijeron haber pagado por algún libro.
Para Lalo las estadísticas no son tan importantes: «Hay gente que lee descomunalmente; lee 69 u 80 libros al año. Hay gente que lee uno». Pero en el tema de los contenidos es más enfático: «Hay muchos libros que no me interesaría manejar y preferiría que no se leyeran…como libros de autoayuda o eso; evita pensar». Considera que hay textos filosóficos que todo lector podría disfrutar como «Cioran, Camus; “El extranjero” está bueno… No es lo mismo Adorno. No es lo mismo Deleuze, o Heidegger; ya están más pesados. Podrían leer a Cristina Morales sobre género. Hay una gama amplia de posibilidades que no siempre es lo más vendido».
Lalo al ser un librero con un profundo sentido crítico y pasión por el contenido de los textos reflexiona sobre el porqué los lectores se inclinan más hacia los libros de autoayuda: «Porque se facilita más, es como si alguien comiera, lo vomitara y te lo diera a comer. No se genera la necesidad del ejercicio mental, entre más fácil sea es mejor… un recetario de emociones, que a final de cuentas estandariza la conducta humana…siempre apela a dos cosas: al bienestar emocional y económico… Los libros de autoayuda pierden el hecho artístico o el hecho de expresión, de reconfigurar la realidad».
Coincidentemente la función principal de la información consumida en lo digital y lo impreso apela a la búsqueda de una constante felicidad, considerando antivalores todo aquello que represente lo contrario: «También hay derecho a estar triste. ¿Dónde están los libros para estar triste, dónde están los libros que te hacen sentir pobre? No hay ningún libro de autoayuda que hable a favor del suicidio, a favor de la pobreza». En este sentido Lalo comparte que una lectura que lo hizo sentir más lúgubre que triste ha sido «Nuestra parte de noche» de Mariana Enríquez.
Lalo Pessoa el Petrarca del presente
Pareciera que en el pasado el estudiar filosofía y entregarse a la lectura eran acciones aplaudidas de los grandes pensadores y literatos que tanto nos pregonan desde la formación eurocentrista. No fue el caso del poeta y filósofo Francesco Petrarca, cuyo padre encabronado por haber abandonado la Escuela de Derecho y optar por la Literatura, arrojó todos sus libros al fuego y Petrarca se quemó al salvar las cenizas, según la leyenda de 1320.
Las cosas no han cambiado mucho y 700 años después en el contexto del progreso, la industria y la era digital, Lalo considera que entre su círculo familiar el quehacer como librero no es en sí un trabajo loable: «Son como muy tradicional, por ejemplo, mis hermanos están esperando a que consiga un trabajo de verdad… ellos son como de la industria… de tener carros, de tener hijos y salir a las 6 de la tarde de la empresa… llegar a casa a que les sirvan de comer y ese tipo de cosas».
La Cafebrería Pessoa se enfrenta a los mismos obstáculos que cualquier negocio local como la caída de ventas por la pandemia y la competencia ante los monstruos comerciales. No está de más enfatizar que en ningún Starbucks —cuyo concepto en sus inicios fue como el de Pessoa—, contarás con la calidez que ofrece Lalo mientras prepara un mocachino; sumando su conocimiento y disposición por sugerir lecturas e incluso buscarte aquel libro que no encuentras ni en amazon.
Pessoa se ubica sobre la Av. Miguel Hidalgo, No. 183, casi esquina Tecnológico, en el Centro Histórico de Santiago de Querétaro.
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