Texto: Blanca Gutiérrez


Jesús, Enrique y Ricardo Flores Magón fueron tres hermanos oaxaqueños que destacaron por su lucha en contra de la dictadura establecida por el general Porfirio Díaz, también oaxaqueño, por cierto.

El magonismo, es decir, la corriente política fundada por los hermanos en cuestión se caracterizó por ser la más radical de la revolución iniciada en 1910. Por su lucha a favor de la libertad, la reforma y la justicia social padecieron persecución, cárcel y exilio.

Como corriente política, el magonismo representa la síntesis de varias tradiciones: la liberal mexicana, con su dosis anticlerical, laica y democratizadora; la anarquista europea, presente en México desde la segunda mitad del siglo XIX y la agrarista-comunitaria de los pueblos indígenas mesoamericanos. La participación de los pueblos indígenas en ese movimiento fue importante. En él estuvieron presentes los pueblos yaquis, rarámuris, mayas y mixtecos, entre otros.

El magonismo fue pensamiento y práctica política. A través de la prensa y por medio de los llamados Clubes Liberales, sus dirigentes organizaron al pueblo para derribar al régimen dictatorial presidido por Porfirio Díaz. Su pensamiento y acción estuvo presente en las huelgas de Cananea y Río Blanco, que cimbraron las estructuras represivas del régimen. Su alianza con las incipientes luchas obreras dio lugar a lo que se conoce como el anarcosindicalismo.

El movimiento anacosindicalista dio vida a los periódicos más combativos de la historia de México: Regeneración, El Hijo del Ahuizote, El Alacrán, El Padre del Ahuizote, El Nieto del Ahuizote, entre otros. Vio nacer, también, al primer partido político moderno de México: el Partido Liberal Mexicano, cuyo programa político representa el antecedente más importante de lo que después sería el artículo 123 de la Constitución Política de 1917.

En agosto de 1910, poco antes de iniciar la revolución maderista, Ricardo Flores Magón escribió:

«Los pueblos ya no toman las armas para imponer un dios o una religión; los dioses se pudren en los libros sagrados; las religiones se deslíen en las sombras de la indiferencia. (…) Los revolucionarios no vamos en pos de una quimera. No luchamos por abstracciones, sino por materialidades. Queremos tierra para todos, para todos, pan. (…)

Somos la plebe; pero no la plebe de los faraones, mustia y doliente; ni la plebe de los césares, abyecta y servil; ni la plebe que bate palmas al paso de Porfirio Díaz. Somos la plebe rebelde al yugo; somos la plebe de Espartaco, la plebe que con Munzer proclama la igualdad, la plebe que con Camilo Desmoulins aplasta la Bastilla, la plebe que con Hidalgo incendia Granaditas, somos la plebe que con Juárez sostiene la Reforma.

Somos la plebe que despierta en medio de la francachela de los hartos y arroja a los cuatro vientos esta frase formidable: “Todos tenemos derecho a ser libres y felices” (…) Los revolucionarios vamos adelante. El abismo no nos detiene: el agua es más bella despeñándose.

Si morimos, moriremos como soles: despidiendo luz».

Solo y enfermo, Ricardo murió en la cárcel de Texas, en 1922.

A cien años de distancia, el presidente López Obrador anunció que este 2022 será dedicado a Ricardo Flores Magón.

Si nos tomamos en serio esta conmemoración, todos los gobiernos, incluido el de la 4T, se pondrían a temblar.

Ricardo Flores Magón fue un hombre vertical en la defensa de sus principios, inquebrantable e incorruptible.

El actual movimiento anarquista mexicano ha respondido al anuncio presidencial de la mejor manera como se puede honrar su memoria: rebelándose.


David Álvarez
davidalv1990@gmail.com
Sociólogo, periodista y gestor cultural. Dirige Proyecto Saltapatrás.

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