Texto: Nadia Bernal

Fotografía: Sam Thing


Hace nueve años comenzó a erigirse una comunidad que acompaña a las personas con padecimientos mentales. Karla Lugo, Santiago Diez y familiares de un paciente, pensaron y  construyeron el proyecto que hoy conocemos como Comunidad Terapéutica Rizoma, quienes han ido trazando esfuerzos para hablar de salud mental en contextos comunitarios.

Todo inició con la necesidad de un espacio para atender tratamientos mentales, con procedimientos que renunciaran al internamiento como primera y única opción, que incluyera a profesionales interdisciplinarios. De ahí que poco a poco se  fueron sumando al proyecto psicólogxs, artistas, antropólogxs, comunicólogxs y una lista de colaboradorxs de diferentes colectivos y organizaciones.

Karla Lugo, psicóloga clínica de formación y especialista en padecimientos mentales subjetivos, recuerda que en 2012 conocieron a personas con esquizofrenia, cuyo diagnóstico no era muy favorable. 

A partir de eso, comenzaron los cuestionamientos en torno a los modelos de atención existentes, lo que les llevó a implementar otras prácticas que tuvieran como base la dignidad de las personas y, sobre todo, que se incluyera a la familia del paciente, según las singularidades de cada caso, ya que consideran que la salud mental es un tema de todos; principalmente por la importancia de hablar sobre el rechazo, la marginación y el estigma que recae en familiares de personas que han sido diagnosticadas con algún padecimiento psiquiátrico.

Así fue como en 2015 abrió sus puertas formalmente Comunidad Terapéutica Rizoma, ubicada en la calle Del Marqués 27, en La Cañada, y cuyo espacio es una analogía de su propio nombre, porque apela a la horizontalidad entre un paciente y el equipo tratante. 

“Rizoma es un tallo, viene de la biología y nos gusta pensar en su forma, porque es un tallo horizontal, y lo usamos también filosóficamente en la meta de organizarnos al interior del proyecto, de forma horizontal y también de los dispositivos que armamos con nuestros pacientes”, refirió Karla Lugo, quien actualmente es coordinadora del proyecto.

Su significado también evoca al concepto filosófico desarrollado por Gilles Deleuze y Félix Guattari en su proyecto “Capitalismo y Esquizofrenia” propuesto en los años setenta para hablar de un proceso rizomático ahora aplicado por la Comunidad Terapéutica para la atención de la salud mental.

Cuestionamientos al internamiento y la necesidad de atender con dignidad

Las integrantes de Rizoma no se oponen al internamiento, pero cuestionan la forma en que los sufrimientos son atendidos, por eso se posicionan desde la ética y la capacidad de agencia de los pacientes.

Alicia Esquivel, psicóloga clínica egresada de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ), detalló que hay internamientos necesarios ante los momentos críticos de las personas, pero cuestiona su posición ética y política ante la concepción de los sujetos.

“Muchos de los modelos de atención mental, sobre todo cuando se tratan de padecimientos psiquiátricos, no contemplan a las personas, ni el tener un tratamiento con dignidad, y lo que queda de lado es tu condición de sujeto que elige; o sea, hay un saber que excluye. Se dice que el que sabe es el profesional, no el paciente”, indicó.

Tampoco rechazan el uso de fármacos, pero recalcan que este no puede sustituir al tratamiento

“Un fármaco no es un tratamiento en sí mismo, ayuda en más de un sentido a cómo auxiliar o a bajar un momento de crisis, pero no resuelve un padecimiento y erradica la posibilidad de que la persona pueda hacer algo ante ello.”, apuntó Esquivel.

Partiendo de sus cuestionamientos, anteponen a la dignidad cuando atienden a personas con condiciones mentales y proponen alternativas de tratamiento frente al modelo  biomédico que radica en básicamente medicar, encerrar, etiquetar y excluir. Así forman una comunidad terapéutica. 

Karla Lugo añadió que en Rizoma ponen el ojo y la importancia en el trato, y para eso deben abrir espacios para hablar de salud mental comunitaria y relacionarse con el sufrimiento del otro. En tanto, Alma Rosa Moya, psicóloga social, agregó que la dignidad es poner al centro la palabra de quien padece, porque muchas veces los deseos, las capacidades y las posibilidades del paciente quedan relegadas. 

“Claro que eso lleva un proceso, pero es importante destacarlo, que se voltee a ver que aún con un padecimiento somos capaces de decidir sobre lo que queremos, cómo queremos ser tratados y abordar este padecimiento”, subrayó.

“El loco es desterrado y excluido de los lazos comunitarios”

En Rizoma le apuestan a la erradicación de los estigmas. No están en contra de los diagnósticos psiquiátricos, pues consideran que son parte de los dispositivos de atención; no obstante, rechazan los estigmas que se crean a partir de estas prácticas; por ejemplo, el asumir identitariamente los padecimientos. 

“Que eres tu enfermedad, y en ese sentido de identidad parece que se signan los tratos; no solo los tratos profesionales, sino comunitarios que han de recibir las personas”, dijo Alicia Esquivel. Y considera que es una cuestión política rechazar que uno de los destinos más comunes de quien padece locura, soledad relacional, angustia, entre otras, es el aislamiento y la ruptura de lazos sociales. 

“Con mucha más nitidez eso se observa en la locura: “el loco es desterrado y excluido de los lazos comunitarios”, pero pensar en la salud mental desde los lazos y la comunidad es una postura política, porque vivimos en una sociedad que rechaza y se deshace de las diferencias de etnia, género y de condición mental con su consecuente pérdida de espacios y personas ligadas en afecto”.

Además, hacen hincapié en que la tristeza y los afectos son políticos, pues también atienden a las dinámicas de consumismo y la forma sistémica de la conformación del mundo.

Recalcan que el sufrimiento también atiende a factores sociales, políticos y económicos

Las profesionales de Comunidad Terapéutica Rizoma sostienen la importancia del reconocimiento, del encuentro con la otredad; de saber cuáles son sus sufrimientos, y de encontrar en esas diferencias las posibilidades de vincularse. 

Refieren que, para las víctimas del sistema, los quebrados y los que no pudieron sostenerse más, deben de existir un espacios, por eso es que señalan la relevancia de procurar la construcción de estos mismos para quienes, como diría Eliseo Subiela, “no pudieron vivir en medio del espanto. De los quebrados por el dolor”.

“No podemos hacer caso omiso o ignorar que dentro de nuestros espacios suceden cosas.”, recalcó Alma. Para esto, promueven espacios, no solo físicos, sino también simbólicos para el encuentro de estas diferencias y los lazos comunitarios. Se vinculan con otros colectivos para fortalecer su propia comunidad y tejen redes con los diferentes feminismos.

“Es y ha sido bien importante tejer redes. En estos momentos estamos ubicadas territorialmente en La Cañada, pero Comunidad Terapéutica Rizoma es una red muy grande y nuestro territorio se extiende igual que un Rizoma. Hoy estamos aquí, mañana podemos partir y usar otros espacios como lo hemos hecho desde que inició la pandemia. No estamos solas y cada vez es más potente la apuesta que tenemos para seguir pensando la salud mental comunitaria entre todxs, porque hay mucho que hacer respecto al tema en nuestro estado”.

Finalmente, Karla Lugo concluyó que “sabemos que territorialmente es importante movernos y lo hacemos con otros espacios, pues debemos visibilizar que no somos solo nosotros, sino que hay muchas iniciativas en Querétaro bien potentes y eso nos hace más fuertes”.

admin
vivi.castaneira@gmail.com

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