
Texto: César Chávez
Fotografía: Laura Santos
Desde meses atrás, el tema del agua y el riesgo de una contingencia hídrica en el estado de Querétaro ha formado parte de la agenda de grupos ambientalistas, académicos, Poder Legislativo local y de los tres órdenes de gobierno; esto a raíz del severo problema de la baja disponibilidad de agua que se presenta en la zona metropolitana de Monterrey y recientemente con la declaración del Secretario de Gobernación Federal, quien manifestó que nuestra entidad corre el riesgo de que en el corto plazo, se presente una situación similar a la que vive Monterrey; es decir, la demanda de agua superará a la oferta, lo que implicará racionar el suministro, tandeo y otras medidas con las cuales se tratará de dar respuesta a la demanda ciudadana de agua que cada año se incrementa, sobre todo en las metrópolis de Querétaro y San Juan del Río.
De manera recurrente escuchamos voces que argumentan que uno de los factores que aceleran el agotamiento de los acuíferos es la afectación de las zonas de recarga vía los cambios de uso de suelo en terrenos forestales y no forestales, ya que una vez urbanizados, el suelo que soportan es prácticamente sellado o impermeabilizado, lo cual no permite que el agua continúe su ciclo natural al no existir infiltración ni la recarga profunda que es la que alimenta de agua a los acuíferos; no obstante, de manera contradictoria, no se permite la recarga de los acuíferos, pero si aumenta el riesgo de inundaciones. En la práctica todos los acuíferos presentan déficit, están sujetos a veda o bien, no tienen disponibilidad para concesionar nuevos volúmenes para extraer agua; señal de alerta.
El constante crecimiento económico que experimenta la entidad, particularmente los municipios de Corregidora, El Marqués, San Juan del Río, Querétaro y últimamente Colon, ha traído consigo un incremento en la población que se traduce en una demanda cada vez mayor de espacios para construir viviendas, vías de comunicación e industrias, demanda que regularmente se cubre a través de cambios de uso de suelo de terrenos agrícolas y muy a menudo, de terrenos forestales.
Los cambios de uso de suelo, si no se realizan de manera adecuada y sin orden provocan entre otras cuestiones la desaparición de la flora y fauna nativa, erosión de suelos, afectaciones a la biodiversidad, a la tasa de infiltración y recarga de agua, abona al cambio climático y termina modificando el drenaje natural de la cuenca, factores que sumados a la impermeabilización o sellamiento del suelo, contribuye a que el riesgo de inundaciones aumente y de manera paradójica también suman al agotamiento de los acuíferos que representan la mayor fuente de abastecimiento de agua a la población queretana.
Lo antes dicho nos muestra la necesidad de que se enfrente el reto del agua en el estado con una visión integral (no solamente administrativa) y con políticas transversales que involucren acciones y estrategias que permitan alcanzar una gestión integral del agua, tales como un marco legal robusto, protección de zonas de recarga y cabeceras de cuencas, tratamiento de aguas residuales, participación social, captación de agua de lluvia, orden en los cambios de uso de suelo, protección de áreas naturales protegidas y el pago de servicios ambientales, entre muchas otras.
No hacer una gestión integral del agua, solo retrasará el riesgo de una contingencia hídrica. Tres cosas tiene el agua: es impredecible, siempre reconoce su cauce e invariablemente muestra los errores humanos.