Fotografía: Laura Santos


En la trayectoria literaria de Luis Ar Osorno, las dinámicas de los juegos y los constantes esfuerzos por salir de las estructuras convencionales son algo presente. Cuando se enuncia como autor y define su práctica, es precisamente en lo lúdico en donde puede enhebrarse el hilo conductor de su perfil como escritor. 

“Empecé escribiendo sin saber qué era lo que escribía y qué era lo que me gustaba escribir, sobre todo en cuanto a géneros literarios, desde el inicio nunca me encontré muy cómodo con un género en específico; de repente intentaba escribir cuento, poesía, crónica y ensayo y siempre me daba una cosquilla de romperlos”.

Los fórceps de los géneros literarios nunca fueron suficientes para contener las necesidades literarias de Luis, por lo que pronto llegó a conocer que también era posible mezclarlos y crear a partir y a pesar de ellos. 

“Sara Uribe me mostró todo este panorama de la literatura contemporánea, todas estas salidas, cruces y sentí permiso para hacer lo que quisiera mientras la intención comunicativa llegara”.

Los denominados ‘ensayemas’, ensayos combinados con poemas fueron una posibilidad que le permitió ampliar su panorama narrativo hacia los lugares menos convencionales. La ruptura del canon abrió las puertas para que creara y coescribiera “Anarquitectura y los perros”, “Palabras Amables” (co-escrito), “Ensamble Urbano” y “Torrente(s) murmuroso(s)”. 

Luis escribe por necesidad: “escribo por una cosquillita existencial y para saber qué de eso es lo que me conecta con el mundo y cómo es”. 

En el mismo ritmo juguetón y disruptivo que le caracteriza, no ha sido suficiente con escribir para que las páginas se apilen en las estanterías de alguna biblioteca, sino que a los libros también los ha sacado de su hábitat. 

“Algo que me ha gustado hacer es no dejar la escritura en los libros, he intentado que las presentaciones o el hacer comunicar mi palabra, no sea solo escribir, presentar y que se quede en una librería. Cuando hicimos el libro “Anarquitectura y los perros”, hicimos algo que le llamábamos “el acto anarquitecto” y varias semanas antes estuvimos pegando unos perros negros gigantes en la calle”. 

Aunque expresa que no tiene muy claro si existe un ideal de para quién escribe, Luis sabe que este acto individual lo vincula no solo con partes de sí mismo que podría no conocer de otras maneras, sino también con los demás. 

“Que mi palabra provoque a alguien más y entremos en una sintonía que nos lleve a algún lugar en el que ninguno de los dos estábamos, eso me ha pasado mucho cuando llevo la palabra a terrenos fuera de lo literario”. 

“Escribir amor en la calle y abandonar la ciudad” fue el lema impreso de unas playeras que elaboró en colaboración con uno de sus amigos: “entramos en el juego de que es más fácil vender un verso en una ilustración que en un poemario”. 

Durante la pandemia ofreció talleres que proponían la experimentación con la palabra: “yo intuía que los niños iban a entender muy bien cómo experimentar con las palabras”. El proyecto trajo consigo el primero de los libros del proyecto de la editorial de Las Flores Raras, con el contenido que surgió a partir de las sesiones en las que implementó actividades desescolarizadas para que los niños se expresaran. 

Luis cuenta que el libro, con un collage de flores y dibujos hechos por una niña, “es una especie de poema con puras frases de los niños”. 

“Librxs Piratxs” es el otro proyecto editorial en el que trabaja y define que “la equis es una referencia a los mapas del tesoro de los piratas y está enfocada en la difusión de libros de autoconocimiento, el tesoro perdidísimo del autoconocimiento”. Los volúmenes contienen información sobre los chamanes de México y de escuelas que abundan en lo posible más allá de lo que se asume como real. 

El interés de Luis en conocerse a sí mismo surgió a partir de la necesidad de identificar sus propias características “más que de la disciplina de la literatura, para mí la escritura, o la palabra, en general, es una especie de tecnología humana; sí de comunicación, pero también de indagación del mundo y de nosotros mismos”. 

Luis concibe a la poesía como una magia de la percepción y no tanto como una disciplina literaria: “se trata más de las posibilidades de la percepción”. 

Su trabajo con infancias se remonta a los tiempos anteriores a la pandemia, donde ya había implementado algunos ejercicios de juegos colaborativos y actividades corporales que terminaran en palabras. 

 “Con los niños, las palabras son juegos todo el tiempo, Juegos que pueden ser muy serios o muy juguetones. Este libro que hice, lo que trata es de honrar la espontaneidad de los niños y sus palabras”. 

Entre sus próximos proyectos en puerta se encuentra el libro que surgirá a partir de la caja de las preguntas, una dinámica también implementada durante los talleres desescolarizados en la que los niños introdujeron preguntas dentro de una caja durante ocho meses, para que, al finalizar el taller, fueran respondidas. 

Además, también continuará con sus trabajos editoriales y poesía visual. El libro-objeto, no es un concepto ajeno para Luis, puesto que su obra, “Torrente(s) murmuroso(s)”, se desdobla físicamente de manera vertical. El autor trabaja en su próximo libro, en el que buscará experimentar con el formato de los códices que, hasta ahora, llevará por nombre “Metafísica de la Espina”. 

Ana Karina Vázquez
akarina.vb@gmail.com
Periodista de la generación del fin del mundo. Hija de la crisis y de la incertidumbre. Tengo muchas pasiones.

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