Fotografía: Laura Santos


Uno de los mercados más populares y tradicionales en la ciudad de Querétaro, el más grande, festejó 58 años de existencia al compás de cumbia y salsa, donde cientos de personas sacaron los pasos prohibidos para conmemorar así un sitio histórico del comercio local que, ante diversos embates, ha sabido resistir a base de trabajo. 

Y es que este mercado surgido en el siglo XIX, posterior a las Leyes de Reforma, fue trasladado hacia la zona actual en los años sesenta del siglo XX, en un proceso de transformación del Centro Histórico a manos del entonces gobernador Manuel González Cosío, ampliándolo bajo el nombre de Mariano Escobedo.

Cerca de 1865 su origen es parte de un proceso de recuperación de terrenos en el mandato de Maximiliano de Habsburgo. Perteneciente al convento franciscano, la ahora Plaza Constitución, entonces llamada «Plaza de los Escombros», fue puesta a disposición del estado para su mejora y embellecimiento.

Esto a decir de Edgardo Moreno Pérez, quien en una labor de investigación, dio a conocer que en marzo de 1865 el Ayuntamiento se abocó a realizar cambios en diversas calles y plazas y retirar «a los vagos y limosneros, algunos desnudos que no pueden tolerar la decencia pública», nos recupera de un Acta de Sesión de Cabildo de 1864.

Entre los debates por los terrenos, que funcionaron como zona de huertos por los franciscanos, siendo un gobierno opuesto al de Benito Juárez, decidieron resolverlo a través de avalar las operaciones de la administración anterior formado por republicanos con las Leyes de Reforma, obteniendo incluso la oportunidad de vender los lotes de toda el área. 

Sin embargo, por diferentes razones no se pudo concretar ninguna operación de infraestructura, sino hasta la Restauración de la República en 1867, quedando un proyecto a medias que se recuperó en 1877, al presentarse una iniciativa para construir un mercado, poniéndose en práctica en 1880, al reunir a comerciantes dispersos en la en ese momento llamada Plaza Escobedo. 

El mercado tomó el nombre de Pedro Escobedo, un médico queretano fundador de la Academia Mexicana de Medicina y de ahí edificó su historia, teniendo varias remodelaciones hasta los años sesenta, cuando fueron trasladados y en su lugar se sustituyó por la Plaza de la Constitución, la que también ha tenido remodelaciones constantes.

Al cambiar de zona, los comerciantes presentaron dificultades económicas. Durante casi 80 años el sitio fue un emblema de fácil accesibilidad, puesto que se localizaba en el corazón del Centro Histórico, cercano a los barrios de Santa Ana, de la otra banda, San Francisquito y La Cruz, así como a la postre, de los viajantes que transitaban el lugar desde la Central de Camiones, a un costado de la Alameda Hidalgo.

 

Con los cambios, este mercado ha persistido hasta las crisis económicas; la de los ochenta, la del 94, la de 2009 y ahora la pandemia de Covid-19. Con sus 33 giros que van desde hierbas, comida, calzado, vestidos, carnicerías, marisquería, fruterías, verduras, y básicamente todo, ha construido su propia historia, en un nuevo sitio, que no es tan nuevo, siendo una referencia actual que merece su festejo.

Y es que este tipo de lugares tienden a trascender, de saberse parte importante de la historia de una ciudad que ha padecido el paso del tiempo; un híbrido entre el crecimiento demográfico y el sosiego, solo superado por la multiplicidad de obras públicas y climas que suceden en el día. Un anfibio que oscila entre la tradición y nostalgia de su gente, y la modernidad subdesarrollada de avenidas y conexión a internet, combinación extraña que nos da por resultado una ciudad donde el Mercado Escobedo es parte fundamental a la hora de contar sus historias.

David Álvarez
davidalv1990@gmail.com
Sociólogo, periodista y gestor cultural. Dirige Proyecto Saltapatrás.

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