Texto: María del mar Covarrubias Castro

Fotografía: Laura Santos


Partamos de la premisa que nadie quiere atropellar: nadie quiere matar a nadie. Nadie quiere ese pesar en su corazón y en su memoria. Nadie quiere adquirir esa deuda invaluable que —se paga— con dinero insuficiente ($400,000.00 aproximadamente) o con la libertad. Sin embargo pasa.

Partamos de la premisa que nuestros gobernantes y funcionarios no quieren que un ciudadano mate a otro ciudadano por accidente. Sin embargo, de los 358 homicidios que contabilizaba hasta el mes de septiembre el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), 115 fueron homicidios dolosos (intencionales) y 243 son homicidios culposos (accidentales). De los 243 homicidios culposos, 242 fueron resultado de siniestros viales.

Partamos de la premisa que nuestros gobernantes y funcionarios no quieren que mueran 6.3 personas por siniestros viales. Sin embargo, de enero a septiembre de este año, así pasó.

De acuerdo a cifras oficiales “se registran mensualmente más de 100 accidentes viales cometidos hacia ciclistas (…) de los cuales entre el 7% y el 8% terminan en hospitalización”. Actualmente no existe información oficial que nos permita entender qué pasa con estos siniestros en Querétaro, qué porcentaje se atienden y cuáles se mantienen impunes (tanto lesiones como muerte). Pero si regresamos a las cifras del SESNSP sabremos que de las 746 lesiones dolosas 686 fueron causadas por siniestros viales (18 personas por semana), por lo cuál tendríamos que poder saber de las 242 muertes y 746 lesiones cuántas carpetas se abrieron y cuál es su estatus actual.

El panorama nacional no es esperanzador, en el informe de ‘Ni una muerte Vial’ del 2021 se comparte una cifras escalofriantes: “de las 16 mil víctimas mortales por incidentes viales, 84% son peatones y 15% ciclistas”, “2 de cada 3 responsables de atropellamientos se dan a la fuga”; “65% de los incidentes viales mortales de 2019, los responsables se dieron a la fuga y sólo un 5% llegó a ser alcanzado y detenido”, “6 de cada 10 casos, las víctimas suelen quedarse sin acceso a la justicia”.

Una semana después

El día de ayer la fiscalía informó que “cumplimentó una orden de aprehensión en contra del conductor de un vehículo con el que se lesionó a una persona el 2 de noviembre, en prolongación Bernardo Quintana.” Esto después de que el vídeo captado por CCTV se viralizara en redes sociales. A una semana del suceso se pudo detener al hombre que conducía el vehículo.

En grupos ciclistas y de seguridad vial se compartió intensamente este comunicado. Como una catarsis, una consolidación que reivindica y reconoce la violencia que recibimos a diario. Nuestras lesiones y nuestras muertes no son noticia, lo que es noticia y es extraordinario es que haya habido una detención.

En cada siniestro vial (haya muerte o lesión) debe haber acceso a la justicia. La impunidad debe dejar de ser lo normal y empezar a ser noticia, para afrontar nuestras conmociones con reflexiones y cambios. Se debe responsabilizar a las personas que cometieron los homicidios: las personas que van en coche tienen que entender la responsabilidad que implica manejar un vehículo. Buscar que la violencia vial no quede impune es un paso hacia la justicia que subraya la responsabilidad de conducir. Sin embargo, el punitivismo no resuelve el problema, no recupera la vida del difunto, no previene que los 6.8 de esta semana se mantengan con vida.

La violencia vial no es exclusiva de nuestro Estado. En México hay 10.5 muertos por violencia vial por cada 100 mil habitantes. Esta es la primera causa de muertes a nivel nacional en niños de 1 a 14 años (INEGI). A nivel estatal Querétaro fue declarado por este mismo Instituto como la tercera entidad con mayor tasa de muertes por siniestros viales. Aunque la violencia vial no sea exclusiva de nuestro estado, tenemos que entender sus particularidades para que —lo que sí sea particular— sea la manera en que lo enfrentamos. Y que nuestra respuesta se vuelva ejemplo a nivel nacional.

Las muertes viales son muertes prevenibles, por lo que se debe buscar la comprensión y resolución de la problemática a nivel sistémico.

Toca dar seguimiento a lo que sucede en las vialidades de la zona norponiente donde el ciclista fue arrollado. Donde decenas de trabajadorxs se movilizan por las madrugadas en bicicleta o a pie sobre una oscurísima Prolongación Bernardo Quintana, sin infraestructura ciclista. Una vialidad donde autos, trailers y TP transitan a diario a exceso de velocidad. Una calle en la que las personas arriesgan sistemáticamente sus vidas para usar un espacio recreativo en el camellón central. Una vialidad donde el municipio erogará casi 300 mdp para un distribuidor que beneficiará principalmente a autos particulares.

Elegir una ruta o un medio de transporte no debe ser una decisión de vida o muerte si no una de muchas alternativas con diferentes beneficios y precios. Para lograro, los lugares de siniestros viales deben de transformarse con una infraestructura que materialice una garantía de no repetición. Que en cada punto donde hubo un muerto vial se honre su vida con infraestructura segura con la que nos aseguremos que no va a volver a suceder.

La pirámide de la movilidad sostenible debe de dejar de existir solo en los discursos y materializarse en infraestructura. De nada sirve hablar de priorizar a peatones y ciclistas cuando una calle se diseña para privilegiar la velocidad. La misma lógica se imprime sin ejercerse cuando se pinta una franja de cruce peatonal sin forzar por diseño y reforzamiento el alto a los autos. O si se piensa una ciclovía y no se multa a quien la obstruye.

Necesitamos dejar de decir prioridad y empezar a hacer prioridad.

Redacción
proyectosaltapatras@gmail.com

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