Fotografía: Laura Santos


Hoy como cada año desde 1991 se conmemora el día Internacional de la eliminación de la violencia contra las mujeres. Si bien esta celebración fue un reconocimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) del movimiento global de las mujeres por visibilizar y denunciar la violencia que vivimos, la instauración del 25 de noviembre se remonta a 1981 en el marco del Encuentro Feminista de Latinoamérica y el Caribe celebrada en Bogotá, Colombia. 

La delegación representativa de República Dominicana que acudió a dicho encuentro propuso esta fecha para homenajear a las hermanas Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, asesinadas por órdenes del régimen dictatorial de Leónidas Trujillo. Las Mariposas, como también se conoce a las hermanas Mirabal, formaban parte de la oposición a la dictadura de Trujillo; una de las más sanguinarias de Latinoamérica en el siglo XX. 

La necesidad de un día mundial de la no violencia contra las mujeres puede explicarse desde múltiples perspectivas; una de ellas es la apabullante realidad traducida en las cifras y estadísticas de incidencia delictiva en agravio de estas. De acuerdo con los datos correspondientes al 2022, reportados por el Secretariado Ejecutivo de Seguridad Pública, Querétaro presenta al último corte, el 31 de octubre del año: 11 feminicidios; es el sexto lugar nacional en lesiones dolosas con 131 casos; tercer lugar nacional en delitos de violencia de género en todas sus modalidades con 603 denuncias, y se ubica dentro de los diez estados con mayores reportes de emergencia por acoso u hostigamiento sexual con 390. 

Se suman a estos datos una alarmante declaración: 31 carpetas de investigación se han iniciado este año por el delito de aborto pese que, a finales del 2021, la Suprema Corte de Justicia de la Nación decidiera de manera unánime, con diez votos, que es inconstitucional criminalizar el aborto de manera absoluta, y por primera vez hubo un pronunciamiento a favor de garantizar el derecho de las mujeres y personas gestantes a decidir, sin enfrentar consecuencias penales. Por lo que, en Querétaro se sigue criminalizando a las mujeres y personas gestantes por ejercer su derecho a decidir; esto es violencia, y no de cualquier tipo, sino violencia institucional, es decir, perpetrada por el mismo Estado. Todos estos datos nos gritan la urgencia de colocar este tema en la discusión pública y agenda política como uno prioritario.

Otro enfoque que relata la necesidad de un día para enunciar la violencia contra las mujeres es el testimonio de las personas que han vivido la violencia de manera directa. En semanas anteriores el estado de Querétaro presenció un acontecimiento histórico: estudiantes de la Universidad Autónoma de Querétaro se organizaron para denunciar la violencia sexual y de género que se suscita al interior de dicha institución. 

En entrevista para Saltapatrás, Libertad, parista del movimiento estudiantil de la UAQ, comentó que dentro de las razones para instaurar el paro se debe a que existe hartazgo por el acoso y hostigamiento sexual ejercido por parte maestros y alumnos; la impunidad por quienes debía procurar la seguridad en cuanto a estos temas y por este sistema que favorece a las personas agresoras, así como la indiferencia, tanto de autoridades como de la sociedad estudiantil. “Te ignoraban tanto los maestros como la gente con la que acudías. En la Unidad de Género también te ignoran, minimizan las agresiones: si no es algo grave o físico no es una agresión, es un problema personal”. 

Le estudiante, debido a que se asume como persona no binarie, relató cómo es el movimiento postparo dentro de la UAQ ahora que se han retomado las clases. “Pareciera ser que todo está muy calmado”, afirma.  “Es como una sensación de atole con el dedo porque, como tal, no vamos a cambiar con este paro esta violencia que está tan metida en nuestra universidad y en nuestro sistema. Se ve como si estuviera todo tranquilo, pero siguen llegando muchas denuncias de personas que guardaron silencio antes, pero que con el paro tomaron fuerza y se atreven ahora a denunciar”.

Libertad manifestó que actualmente dentro de la universidad existe un ambiente de distanciamiento entre las y los estudiantes respecto del personal académico y administrativo: “siento que sí hay una desconfianza en administrativos y maestros, que me parece muy natural y no es personal con nadie, solamente nos dimos cuenta de que estaba de la verga todo. En una relación si se rompe la confianza queda de dos: o mandas a la verga todo o reconstruyes la confianza. Y en esta relación no se puede mandar a la verga todo, sino que toca reconstruir la confianza desde las peticiones y demandas de nosotres”. 

Asimismo, remarcó que existen otras violencias como la falta de reconocimiento por parte del personal docente sobre la existencia del acoso sexual o el demerito de las denuncias y la cultura de la denuncia. “Estas otras violencias se perciben cuando dicen directamente que no van a usar el lenguaje inclusivo porque es una ideología y no reconocen que están negando la identidad de una persona”. Asimismo, señala que hay profesores que fueron nombrados en tendederos y tienen una actitud de indiferencia, altanería y cinismo puesto que saben que tienen un lugar de poder y que no los van a tocar. 

El paro no fue solo un chispazo, es un movimiento que sacudió las estructuras universitarias para exigir una educación sin violencia sexual y de género, pero también impactó a la sociedad queretana; en palabras de Libertad: “me parece que el paro impacta cuando se abre la plática en la familia, con tus círculos, con tus personas queridas, como también hacia el exterior como en círculos de reflexión feminista. Este movimiento incorporaba a las personas de la diversidad sexual y eso también impacta a la sociedad”. 

No obstante, Libertad también refiere cambios positivos, “he visto cambios en personas o docentes que nos dicen: ustedes tienen razón, mi discurso era violento, pero voy a intentar cambiarlo y les pido una disculpa si alguna vez les llegue a violentarles con mi lenguaje o con mis prácticas”. 

México y Latinoamérica a nivel región se han convertido en uno de los sitios más peligros en el mundo para ser mujer: los feminicidios, la violencia sexual, una de las más extendidas y toleradas; la trata de personas, las desapariciones, la violencia obstétrica, la violencia política, la violencia de género entre otras componen la cotidianidad e imposibilitan la igualdad sustantiva y el goce y ejercicio de derechos. Mientras exista violencia contra las mujeres como la regularidad no existirán posibilidades reales de democracia o de justicia social. Pero diversos movimientos como el feminista, el estudiantil, el de las madres buscadoras, entre muchos otros que actúan y luchan por una vida digna, libre de violencia, nos hacen creer que otro mundo sí es posible. 

Laura Santos
lausantos012@gmail.com
Afromexicana, abogada feminista, docente, integrante del Colectivo de Litigio Estrátegico e Investigación en Derechos Humanos, A. C.

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