Fotografía: David Álvarez
Decenas de artistas, familiares, alumnos y amigos realizaron un pronunciamiento y homenaje en honor al violinista Francisco Muñoz, asesinado la madrugada del sábado 24 de diciembre, a fin de exigir justicia, además de señalar los riesgos que enfrenta la comunidad artística en Querétaro en torno a la seguridad.
Esto en Galería Libertad, donde cercanos al también gestor cultural, artista sonoro y director de orquesta expresaron un mensaje de reconocimiento y gratitud por su trabajo en el ámbito artístico, así como de las enseñanzas dejadas a lo largo de su camino como músico.
«Quizá el mejor recuerdo de quienes conocimos y quisimos a Paco sea recordar su vida a través de sus múltiples y diversos caminos, como lo indica Nervo; recordarle como fue en vida: un artista sin tregua, un hombre muy rebelde, un hombre en llamas, un hombre de ideas y de impulsos permanentes, y sobre esto mantener el recuerdo de nuestro amigo», declaró uno de sus compañeros.
Al grito de ¡Justicia! demandaron a las autoridades la indemnización a la familia de Francisco Muñoz, debido a que con su fallecimiento dejó a una hija sin el sustento, además señalaron las condiciones precarias en las que se encuentra la comunidad artística, muchas veces sin los pagos oportunos o bajo esquemas de contratación por honorarios.
«Hay seguridad e incertidumbre, entonces es muy importante que ya se haga algo y que ese dicho de que no pasa nada no es cierto. No es cierto ni ahora ni antes ni nunca lo ha sido; estoy seguro que el 80-90% de la comunidad artística anda por las calles cargando un instrumento musical que no cuesta 10 pesos (…) Siempre de toda la vida han habido desde cristalazos y robos con violencia a nuestra comunidad».
Por su parte, los familiares de Francisco Muñoz solicitaron claridad en las investigaciones y que el acto no quede impune, además de apelar a la conciencia de la persona involucrada a asumir las consecuencias de sus actos, y agradecer las palabras y la presencia de la comunidad artística.
Francisco Muñoz, originario de la ciudad de Querétaro, se desempeñó como maestro y director de cuerdas de la extinta orquesta sinfónica Esperanza Azteca de Tapachula, fundó la Orquesta de Cámara del Soconusco en Chiapas y la Camerata Bardi, además de otro proyectos como el ensamble Aleph de música contemporánea y Tropo ensamble de música experimental, entre otras actividades, dejando un legado en amigos, estudiantes y en el arte del estado de Querétaro.
