
Fotografía: Laura Santos
Los cultos populares alcanzaron un 7.8% de la población mexicana, de acuerdo al censo realizado por el INEGI en 2020, rubro en el que se incorporan creencias como hacia el Niño Fidencio o la Santa Muerte, las cuales experimentan su autonomía del catolicimo, y que han tenido una ligera pero creciente expansión en el país.
La veneración a la Santa Muerte es uno de lo movimientos religiosos de mayor polémica en el país, donde oficialmente las distintas asociaciones cristianas tradicionales han condenado su culto al considerarlo contrario a sus doctrinas.

Sin embargo, para los devotos el culto a la Santa Muerte no se opone al catolicismo, por el contrario, comparte doctrinas de forma sincrética. A diferencia de la doctrina ortodoxa, el culto mortuorio no representa estatutos morales, lo cual hace de este numen un atractivo para los grupos sociales excluidos.
En Querétaro, el culto a la muerte se extendió por todo el estado, teniendo dos sitios específicos para su veneración, la Casa de la Santa Muerte en Navajas, comunidad de Colón, de más reciente creación, y el ya conocido Santuario de la Santa Muerte, en el municipio de Pedro Escobedo.

Este último fundado por Theodore Reyes Díaz, quien en 1993 construyó dicho santuario en honor a la Santa Muerte en agradecimiento por haber sanado de la diabetes. Desde entonces recibe a miles de creyentes provenientes de toda la República, con 30 años de sobrevivencia incluso a pesar de la pandemia de Covid-19, donde se mantuvo a puertas cerradas.
Para la Diócesis de Querétaro, a decir de su vocero Martín Lara Becerril, este culto se ha propagado entre la ciudadanía, quien alertí al considerar que este es en realidad la adoración a un demonio, cuyas implicaciones emocionales son después complicadas de atender de manera espiritual.

“Han crecido los devotos (a la Santa Muerte), pero hay mucha gente que se confunde por el hecho de decir ‘santa’, pero en realidad no lo es, es la invocación a un demonio. Después de que se hace la invocación empiezan estas inestabilidades emocionales y cuando la gente ha caído es difícil, hay que atenderlos para ayudarlos a superar esta crisis emocional y espiritual”, comentó.
Pero las raíces de esta creencia, según expertos, data de la época prehispánica, bajo el nombre de Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl, como el dios y diosa de la muerte. Una larga etapa de gestación donde se fueron conjugando los distintos elementos que va desde la cultura nahua, pasando por el catolicismo de la época virreinal y llegando hasta la mitad del siglo xx.

El culto de la Muerte se remonta a 1795 cuando los indígenas adoraban un esqueleto al que llamaban Muerte en un poblado del centro de México y hay testimonios de que este culto permaneció oculto en los últimos dos siglos. La leyenda popular, que se supone transmitida de boca en boca, indicaría que este culto haya estado naciendo alrededor de los años sesenta.
El Santuario de la Santa Muerte es otro de los sitios emblemas para dicho culto a nivel nacional; cada año, entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre se realizan peregrinaciones a este lugar, donde decenas de personas cargan sus figuras y caminan hasta el Santuario, para ofrendar y dar fe de su creencia.
