Fotografía: Yahvéh Flores


El consumo de “cristal” en la ciudad de Querétaro es una problemática que va en incremento en hasta un 500%, principalmente en niños y adolescentes de 10 a 17 años de edad; una cifra que obedece a dinámicas propias de este territorio de provincia, y que contrasta con su crecimiento económico, un aparente clima de seguridad y el sitio de mayor interés en materia de vivienda en la región Bajío, quinta a nivel nacional.

También destacan sus altas tasas de suicidio colocándose en sexto sitio en el país en 2021, primer lugar en violencia contra las mujeres y uno de cada cuatro habitantes padece algún tipo de depresión. No obstante, la percepción de seguridad es elevada, al quedar en segundo sitio en la región por debajo de Aguascalientes.

Por encima de la media nacional en consumo de alcohol per cápita, primer lugar en consumo de solvente desde hace diez años, pero igual primer sitio en Justicia Penal y en Índice de Estado de Derecho. También ocupa el sexto lugar por registrar una de las mayores tasas de prevalencia delictiva y una impunidad de 79.2%.

Querétaro es una ciudad donde “no pasa nada”. Un Springfield en la República Mexicana que ha adoptado este slogan al ser un sitio con una explosión urbana en corto tiempo. Un refugio económico y de seguridad social para personas provenientes de ciudades con carencias laborales y una alta incidencia delictiva, sobre todo en el tema del narcotráfico.

Personas de Veracruz, Guerrero, Ciudad de México, Sinaloa, Durango y el Estado de México donde la violencia por el crimen organizado se vive a diario. Guanajuato, vecino inmediato, es actualmente uno de los estados más peligrosos del país, justo en las ciudades de la zona Laja-Bajío, las más próximas a Querétaro, también víctimas del narcotráfico y el robo de combustible.

En comparación, la “tranquilidad” queretana ofrece mejores condiciones que otras ciudades del país. Llegan 118 personas cada día, creciendo a razón de cinco individuos cada hora.

Querétaro es una entidad de contrastes; su violencia es silenciosa porque “no pasa nada”. La publicidad gubernamental en medios aporta a eso. Y sin embargo el consumo de drogas aumenta, la violencia aumenta, las autoridades lo niegan y entonces no se sabe lo que ocurre. “La guerra contra el narcotráfico” está en otro lado, es la percepción. No aquí, en esta zona pujante de inversiones. “Allá afuera”, aunque los datos estén de este lado.

Como país, a decir de Viridiana Sosa de CLEIDH retomando los registros de la ONG “Causa común”, se tienen 84 homicidios por día y de enero a agosto de 2022, se registraron al menos 342 masacres; 1 144 casos de tortura; 562 casos de mutilación, descuartizamiento y destrucción de cadáveres; 525 asesinatos de mujeres con crueldad extrema, y al menos 247 asesinatos de niñas, niños y adolescentes. Pero eso está en todos lados, menos en Querétaro, porque, recuerden: NO-PA-SA-NA-DA.

David Álvarez
davidalv1990@gmail.com
Sociólogo, periodista y gestor cultural. Dirige Proyecto Saltapatrás.

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