Fotografía: Gobierno de la Ciudad de México


Este 31 de mayo se llevó a cabo el Diálogo “MUJERES DE AMÉRICA: Por los Derechos y el Bienestar”. El evento tuvo cita en el Auditorio Jaime Torres Bodet, del Museo Nacional de Antropología, en la Ciudad de México.  

Este conversatorio, en palabras de Francia Márquez Mina, vicepresidenta de la República de Colombia, representa “un importante encuentro de mujeres muy poderosas latinoamericanas, que luchan todos los días, desde sus diferentes espacios y territorios, por los derechos y el bienestar de las mujeres”. 

Acudieron a este encuentro de voces presidentas y expresidentas, vicepresidentas, diputadas, alcaldesas, ministras, defensoras de derechos humanos, representantes de medios de comunicación y de organismos internacionales como ONU MUJERES.

Dentro los principales tópicos y señalamientos compartidos por las exponentes a lo largo de los paneles, que integraron el evento, destacaron la preocupación por la desigualdad como el principal desafío de América Latina. La cual se manifiesta transversalmente en la vida de las mujeres en la región.

Se indicó que la desigualdad se traduce en menor acceso a la justicia para las mujeres, así como en un mayor impacto de las consecuencias de los grandes problemas globales contemporáneos como el cambio climático, la pandemia por Covid-19, la falta seguridad alimentaria, y el tráfico de personas; cuyo principal porcentaje de víctimas son mujeres.  No obstante, también se realizaron balances y recuentos positivos. Se señaló que América Latina y el Caribe ocupa las mayores tasas de representación política en el mundo con 35% de mujeres en espacios de poder y decisión. 

Respecto a esto, la vicepresidenta Márquez remarcó que, si bien la presencia en términos de ocupar espacios de poder simbólicamente ya representa un cambio, no se deben conformar con ocuparlos, sino que debe hacerse todo lo posible por impulsar la agenda de derechos y de las mujeres. 

“Yo creo que tenemos que liderar las transformaciones profundas que requieren nuestras sociedades. En tal sentido, no llegamos a estos espacios para ser figuras decorativas, ni floreros. El fin del cambio no está en los despachos de gobierno, en los ministerios o vicepresidencia que ocupamos. Creo que el propósito mayor de ocupar este espacio y el poder real es garantizar los derechos de nuestra sociedad. Derechos de transformaciones de injusticias históricas que han mantenido el privilegio de muchos en el poder mediante la exclusión y la marginalidad, el miedo y la violencia que se ha metido en nuestros territorios, en nuestros hogares y en nuestras familias. 

Ese es el verdadero papel nuestro aquí. No es suficiente con que hoy en Colombia haya una vicepresidenta, afrodescendiente; simbólicamente representa un cambio en el poder, pero el gran desafío es lograr transformaciones para esas comunidades históricamente excluidas y marginadas. El gran desafío es colocar agendas de transformación social”.

Las participaciones de Francia Márquez y, Aurora Vergara, Ministra de Educación de Colombia, colocaron un discurso necesario e históricamente ausente, en este tipo de eventos, al abordar temas como el clasismo y el racismo que también afectan a las mujeres. 

“Nosotras como mujeres que nos dedicamos a la política en Latinoamérica, sobre todo cuando somos mujeres progresistas, nos atacan fuertemente porque el patriarcado quiere a mujeres que no cuestionen el privilegio establecido. El privilegio no quiere mujeres que luchen por cambiar los roles, por trasgredir esos roles que nos han colocado. 

El patriarcado quiere a mujeres que le ayuden a conseguir el 50% de los votos femeninos para mantener el status quo. Pero nosotras no somos eso porque venimos de luchas sociales, venimos de luchas de pueblos, venimos también con sueños, con esperanzas, con aspiraciones de cambio de justicia social. 

Por ejemplo, los ataques contra mí no son sólo por lo que propongo, son también por lo que represento. Me cuestionan por cómo me visto, por cómo hablo, por cómo me siento, por cómo me expreso, cómo hablo, cómo me comporto en términos de no ser una mujer y así me lo han dicho “bien puesta en mi lugar”. En el fondo cuando yo veo todo este foco de ataques y agresiones, racistas, clasistas, lo que se está haciendo es una profunda crítica a la interseccionalidad de raza, clase y género que me atraviesa”. 

Respecto de la interrogante sobre los desafíos presentes en el acceso a condiciones de bienestar para las mujeres la vicepresidenta colombiana expresó que “existe una reacción natural ante el cambio que genera incertidumbre hacia lo desconocido, pero existen formas y prácticas en cómo la derecha o ultraderecha han hecho que esa incertidumbre por lo desconocido genere un miedo profundo y, por supuesto, unas reacciones de odio profundas también”. 

Para Márquez afianzar el odio para mantener el estado de cosas, para que los privilegios y las violaciones se mantengan, implica retroceder en las conquistas que la gente de los movimientos sociales ha logrado a base de luchas históricas. 

“La derecha defiende los privilegios históricos a partir de un discurso de miedo a la diferencia y a los cambios para llegar a un discurso de odio que pretende negar los roles transgresores que estamos proponiendo. Un ejemplo de esto es el discurso de odio que, en toda Latinoamérica, se está impulsando contra el feminismo. Es irresponsable porque ese discurso deriva con mucha facilidad en la misoginia, la más perversa y la más violenta como lo es el feminicidio”. 

Laura Santos
lausantos012@gmail.com
Afromexicana, abogada feminista, docente, integrante del Colectivo de Litigio Estrátegico e Investigación en Derechos Humanos, A. C.

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