
Fotografía: David Álvarez
“Me convierten en una persona con discapacidad cuando llego a la escuela y me señalan que no hay manera de que los profesores acepten a una persona con condiciones especiales. Si tuviera las condiciones materiales para poder desenvolverme como cualquier otra persona, simplemente sería Ana Yolanda”.
Esto en voz de Ana Yolanda López Domínguez, quien funge como directora de la cooperativa Pan Q Ayuda, organización dedicada a la producción de repostería, con el objetivo de generar empleo para personas con discapacidad y que desde hace más de dos décadas trabaja a favor de visibilizar los obstáculos en la movilidad y los derechos de personas con discapacidad en la entidad.
En el estado de Querétaro existen 355 mil personas, que representan el 15% de la población, con algún tipo de discapacidad, esto de acuerdo a los datos con corte a 2020 del Instituto Nacional de Información, Estadística y Geografía (INEGI). La afirmación de Yolanda coincide con la definición de la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad, que entiende por esta última categoría la existencia de barreras impuestas por el entorno social, que impiden la inclusión plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con los demás.
La también activista explica que frente a la inaccesibilidad del espacio público tomó parte en diferentes actividades con el objetivo de colocar estos temas en la discusión pública y mejorar las condiciones. “De las primeras acciones que hicimos para hablar de la movilidad, como organización, en ese momento, Libre Acceso: Capítulo Querétaro, fue un proyecto de accesibilidad. Queríamos hacer investigación para ver qué lugares requerían rampas para poder transitar. La primera etapa fue en el Centro Histórico, desde la calle de Circunvalación a Ezequiel Montes, y de Universidad a Zaragoza; el primer cuadro de la ciudad”.
Este proyecto lo hicimos con apoyo de una estudiante de arquitectura, prestadora de servicio social. Nos fuimos a recorrer las calles, yo en la silla de ruedas, ella desde la perspectiva arquitectónica; tomamos nota de cada uno de los lugares en los que se requerían las rampas”.
Sin embargo, la experiencia como accidentes propios y la muerte de un compañero atropellado por una ruta en Ezequiel Montés, les condujo a interesarse en trabajar en torno al tema de la accesibilidad en el transporte público.
“Nos dimos cuenta que si no hay transporte público accesible las personas con discapacidad no pueden llegar a sus destinos, ya sea escuela, trabajo, servicios de salud. Hicimos un ejercicio para intentar abordar el transporte público desde la silla de ruedas y, por supuesto, ¡fue imposible!”.
Se involucraron también en la movilización social frente al alza de la tarifa del transporte público en 2019 en la que solicitaron que los nuevos costos consideraran ajustes para las personas con discapacidad: un servicio de calidad y eficiente. Ello les llevo a colaborar con otras organizaciones de sociedad civil como el Frente Queretano por el Derecho a la No Discriminación y el Estado Laico. Igualmente, buscaron incidir en el poder legislativo estatal con la presentación de iniciativas de ley en búsqueda de normar la accesibilidad universal.
Por otra parte, Ana Yolanda refiere que existe una relación estrecha entre la salud mental y pobreza de las personas con discapacidad con la accesibilidad y el derecho a la movilidad. “Las personas con alguna discapacidad en este siglo se siguen muriendo por temas de depresión, por estar encerrados, por no tener la posibilidad de salir a donde quieran salir, de manera segura. Eso es algo que en una sociedad moderna y avanzada como la nuestra no puede permitir.”
En ese sentido, manifestó que desde Pan Q Ayuda se percataron que muchas personas no pueden asegurarse un ingreso o llegar a fuentes de trabajo por el hecho de que no se cuenta con las condiciones de transporte y movilidad adecuada. “Las personas con discapacidad no tenemos porqué ser una carga para nuestra familia y nuestro país si tenemos las condiciones necesarias que nos permitan ser independientes. Yo no soy una persona con discapacidad porque no quiera estudiar o no quiera trabajar, sino porque el medio en el que vivo no está pensado para nosotros, no nos incluye”.