
Por: Santiago Quibrera García
Fotografía: Santiago Quibrera García
Escondida entre las montañas de la zona de reserva ecológica de El Batán, la presa del mismo nombre ha sido, desde su construcción, un símbolo de naturaleza y recreación para los habitantes cercanos. Levantada en 1991 para distribuir el agua de los ríos Pueblito y Santa Bárbara hacia la zona limítrofe de la ciudad, la presa se estableció en el centro de una comunidad compuesta por pueblos como Santa Bárbara, El Ranchito y El Batán.
Estos pueblos conservan la historia y tradición de los antiguos asentamientos queretanos. Las aguas de los manantiales que alimentaban la presa albergaban una amplia variedad de fauna autóctona, incluyendo cangrejos, tortugas, mapaches, coyotes y peces. Así lo aseguró David Trejo, habitante de El Batán durante más de veinticinco años. (Audio)
La presa no solo era una solución para el abastecimiento de agua, sino también un espacio comunitario donde las personas podían nadar, pescar e incluso lavar ropa. (Audio). El acceso era sencillo, con varios caminos que conectaban desde El Pueblito hasta La Negreta. Benjamín Domínguez, residente de la comunidad de El Ranchito, suele recordar los sábados en los que llevaba a sus hijos a nadar. Bajaban por la carretera hasta el pueblo, dejaban el coche estacionado en la iglesia y caminaban hasta el arroyo, donde disfrutaban de tortas preparadas por ellos, compartiendo momentos que, según Don Benjamín, permanecen vivos en su memoria.
En 2013, la zona de El Batán fue designada como reserva ecológica del estado de Querétaro, lo que atrajo nuevos desarrollos residenciales. Cañadas del Lago, Cañadas del Arroyo y Vista Lago son algunos de los proyectos habitacionales que se establecieron en la región a partir de ese momento. Los residentes de estos condominios comenzaron a usar la presa para actividades recreativas. Araceli Ramos, administradora y miembro del equipo comercial de Cañadas del Lago, mencionó que se ofrecía a los inquilinos la posibilidad de nadar, pescar y navegar en kayak en la presa. Claudia García, residente del mismo condominio por siete años (Audio) y madre de dos hijos, señaló que sus hijos acampaban en las orillas del lago y afirmó que la cercanía a la presa fue un factor clave en su decisión de comprar en el lugar. (Audio)
Percepciones sobre privatización de los caminos de acceso a la presa de El Batán, y la baja progresiva del nivel del agua
Actualmente, la presa ya no es vista como un espacio comunitario de recreación y contacto con la naturaleza. Durante la semana, sus orillas permanecen secas y con escasa actividad, mientras que los fines de semana son pocas las familias que la visitan.
A lo largo del Bulevar Corregidora-Huimilpan, aproximadamente a 2.3 km del panteón municipal de Santa Bárbara, se encuentran las entradas a los fraccionamientos con accesos privados que facilitan la llegada a la presa. No obstante, en el otro lado de la reserva, en la comunidad de El Batán, los caminos de acceso se han deteriorado y descuidado. Alma Cecilia, dueña de una tienda en el pueblo, señaló como responsable a la Hacienda del Batán, un foro privado que se renta para eventos y que ocupa gran parte del antiguo camino a Coroneo hasta las orillas de la reserva. «El camino está cerrado; los de la Hacienda lo cierran a cada rato. El domingo está abierto casi todo el día porque generalmente hay eventos», comentó, añadiendo que la falta de atención y mantenimiento de los caminos dificulta el acceso a la presa.

En 2020, el presidente municipal de Corregidora, Roberto Pichardo Sosa, aprobó el uso de suelo de la reserva ecológica de El Batán. Como resultado, los habitantes de esta comunidad consideraron que los asentamientos privados restringen el acceso a la zona. En relación con esta situación, David Trejo mencionó que ha habido riñas y discusiones por el acceso a la presa.
Aunque esta problemática ilustra el cambio en las costumbres de las comunidades vecinas a la reserva en lo que respecta a la presa, no es el único asunto que les preocupa. Desde la aprobación del uso de suelo, los habitantes colindantes han notado afectaciones en la calidad y nivel del agua.
Es importante destacar que la mayoría de las presas pueden experimentar disminuciones en el nivel del agua; sin embargo, la presa de El Batán ha presentado un cambio significativo en su entorno en un periodo de solo cuatro años. Como se puede observar en el recurso interactivo anterior, estos cambios no solo se limitan a la presa, sino que también afectan sus alrededores. Así, queda claro que los asentamientos construidos y la condición del agua provocan transformaciones en las formas de vida que dependen de la presa, afectadas por cambios que son tanto estéticos como integrales.
Según José Ismael Herrera, miembro del equipo de la planta tratadora ubicada junto a la presa, el cuerpo de agua de la reserva presenta altos niveles de concentración de lirio acuático, una especie de planta común en lagos y estanques. Esta especie es conocida por su capacidad de alterar el ambiente de un cuerpo de agua debido a sus grandes agrupaciones: “Limita el movimiento, inhabilita la expulsión de oxígeno de especies acuáticas y desplaza especies endémicas debido al movimiento de corriente”, explicó José. Además, indicó que el gobierno del municipio de Corregidora ha tomado medidas al respecto con campañas de recolección de lirio en 2020, 2021 y 2024.
Por otro lado, Araceli Ramos, del cuerpo administrativo de Cañadas del Lago, admitió que las actividades recreativas en la presa ya no son cotidianas debido a la condición de las aguas: “la gente del condominio ya no se mete a nadar, e incluso se retiró el complejo donde guardábamos los kayaks porque nadie se metía”, dijo la administradora, quien también reveló que se pueden encontrar desechos plásticos en las orillas y dentro del agua.

La aparición de contaminantes en el agua es solo una parte del grave problema que enfrenta la reserva ecológica. En los últimos años, el país ha experimentado un aumento en las temperaturas ambientales durante los periodos de estiaje, lo que reduce el caudal de los cuerpos acuíferos. Desde la firma del cambio de uso de suelo de la reserva en 2020, la presa nunca ha alcanzado más del 35% de su capacidad. De acuerdo con información del sistema de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), entre 2020 y 2024, los niveles de llenado de la presa han fluctuado de manera impredecible debido a las altas temperaturas. Es un hecho que durante estos cinco años, los habitantes de las cercanías no han podido disfrutar de la presa a plena capacidad.

El gráfico anterior muestra las diferencias en el lago durante un periodo de cuatro años. En 2020 se firmó el uso de suelo en El Batán; no obstante, se observa que los alrededores de la presa estaban conservados, con un llenado del 9.8%. En 2021, el nivel del agua presentó un aumento, y los alrededores todavía contaban con vegetación abundante, siendo común cruzar caminos con fauna silvestre. Las acumulaciones de lirio acuático empezaban a ser evidentes en la superficie del agua. En 2022, específicamente en septiembre, la presa alcanzó su porcentaje de llenado más alto en estos cuatro años; sin embargo, los asentamientos residenciales comenzaban a limitar el acceso a la presa, y la fauna silvestre se desplazaba, lo que resultó en un cauce menos abundante y en orillas con menos especies de flora silvestre. En los últimos dos años, la presa experimentó bajas significativas en el nivel del agua, lo que generó más preocupaciones entre los habitantes. En 2023, el lirio acuático se convirtió en un problema más grave, alcanzando niveles de contaminación biológica. Por su parte, 2024 representó la mayor disminución en el nivel del agua desde el año 2020, consolidando la reducción del agua como un problema real en la presa de El Batán.
Además de la pérdida de actividades como el kayak y la natación, el agua está sucia y no es apta para el consumo sin filtración, y sus niveles de llenado no permiten realizar otras actividades como la pesca. “Mi marido pescaba con su papá o con mi hijo, pero dejaron de hacerlo porque ya no agarraban ningún pez, y se iban dos o tres horas”, dijo Claudia García. Además, la ama de casa comenta que está al tanto de varias iniciativas llevadas a cabo por el gobierno municipal para limpiar y restaurar la presa. No tiene esperanza de ver cambios significativos: “Ese tipo de cosas no funcionan porque es un problema global, todos tienen que hacer algo”, afirmó con desánimo.
Claudia no es la única que duda de que se pueda hacer algo al respecto. Benjamín Domínguez, habitante de El Ranchito, comentó que no ha visitado la presa en años y que la reserva ha perdido su encanto natural. Según sus palabras, “está muy difícil que sea otra vez como antes”. Al igual que don Benjamín, muchos habitantes de las cercanías de la presa se sienten impotentes ante una problemática que consideran fuera de su control, pues ya sea por condiciones ambientales o legislativas, se ven desplazados de una zona que alguna vez fue el corazón de la comunidad. “Los pescaditos, las tortugas, todo, dejaron de existir ahí por falta de agua; ahorita el agua está muy sucia, yo creo que por el cambio climático”, reflexionó David Trejo acerca del pasado de la reserva y las especies animales autóctonas.