
Texto: Mánelick Miyazaqui Cruz Blanco
Fotografía: Mánelick Miyazaqui Cruz Blanco
Por momentos, parece que el suelo respira. Debajo de los cactus, las piedras calientes y los rastros de basura descansan los restos de alguien que no volvió a casa; esto pese a que en el mismo sitio, bajo la misma cactácea, se hallaron restos de un cuerpo que, al parecer, es de la misma persona que se halló en 2024 por el Colectivo Desaparecidos Querétaro
El Boulevard de la Nación, al oriente de la ciudad de Querétaro, es un sitio de contrastes. Mientras por un lado serpentea una vialidad de alta velocidad flanqueada por zonas comerciales, corporativos bancarios y fraccionamientos residenciales, a escasos metros, subiendo una cuesta pedregosa y cubierta de maleza, existe el horror del México contemporáneo. Uno donde los cuerpos se entierran clandestinamente y, peor aún, se desmiembran y olvidan por las autoridades.

Ahí, bajo un cactus espinoso, el colectivo Desaparecidos Querétaro y Madres y Padres Buscadores hallaron nuevamente restos óseos humanos, justo en el mismo sitio donde en agosto de 2024 la Fiscalía del Estado había hecho una exhumación. Esta vez fue una denuncia anónima la que los llevó de regreso, y el resultado fue indignante; exactamente bajo el mismo cactus, una serie de huesos olvidados por la FGE.
“No es posible… No somos basura, no somos alguien que tendrían que dejar a la desidia”, denunció Yadira González Hernández, vocera del colectivo, al confirmar el hallazgo de nuevas piezas óseas: costillas, vértebras, dientes, falanges… incluso fragmentos con tejido todavía adherido.

El lugar no es fácil de acceder. La vereda se abre entre espinas, piedras y pendientes que se vuelven resbalosas con la mínima humedad. Pero ni siquiera esa dificultad justifica el abandono. A menos de dos kilómetros de ahí, visibles desde la parte alta del terreno, están la Mega Comercial Mexicana y el corporativo Santander. A unos metros, un paradero de autobuses, banquetas y pasos peatonales. Todo ocurre en plena mancha urbana.
“Venimos llegando. Son las primeras horas de que estamos acá y en el sitio donde se localizó la osamenta en agosto del año pasado, la fiscalía y la comisión de búsqueda que trabajaron aquí, a quienes les confiamos la exhumación, dejaron costillas, vértebras, dientes, falanges”, relató Yadira con coraje.

La escena hiere: los huesos, algunos apenas cubiertos por tierra, otros visibles a simple vista, reposaban entre latas de cerveza, colchones sucios y restos de comida. Una metáfora grotesca de la indiferencia institucional. La cabeza de la persona aún no ha sido localizada.
“Cuando localizaron a esta personita el año pasado, tendrían que habérsela llevado toda. No es posible. El trabajo de exhumación tiene que ser apegado a protocolos, a lineamientos. Esto es una falta de ellos”, señaló.
Las familias han dejado claro que no volverán a confiar a ciegas. “Ya no les vamos a dejar trabajar solos, porque una vez más demostramos que si no están bajo la vigilancia de las familias, hacen cochinadas con el trabajo y tratan mal a nuestros familiares”, sentenció la vocera.
