Un viaje transhistórico de escucha; sobre la cinta «499» de Rodrigo Reyes
No es tarea fácil rastrear los orígenes que han engendrado en México un clima de violencia y descomposición social, que se palpa y sufre en cada rincón del territorio.
No es tarea fácil rastrear los orígenes que han engendrado en México un clima de violencia y descomposición social, que se palpa y sufre en cada rincón del territorio.
Apreciamos la materialidad del mundo —objetos que lo conforman— por medio de los sentidos.
Entre memes, anuncios publicitarios, fotos de amigos y desconocidos afloran noticias sobre el riesgo de una nueva ola de contagios por COVID-19 en el mundo.
Si bien, se puede afirmar con contundencia que Heidegger nunca participó o incitó para la creación de los campos de concentración y exterminio judío, en su papel de pensador e intelectual tampoco manifestó rechazo o aversión a estos acontecimientos.
A inicios del año pasado, apenas unos meses después de los primeros casos de SARS-COV-2 registrados en el país, emprendí la mudanza hacia el espacio que ahora habito y que de alguna manera representa el retorno a mi infancia.
De niño, cuando me traicionaba el reloj biológico y perdía el sueño a tempranas horas, solía prender la televisión y mirar caricaturas para matar el tiempo.
Es durante una fría madrugada que la vida de Germán, un guionista de historietas, se entrelaza a la de un inesperado visitante que de la nada se materializa frente a él irrumpiendo el silencio de la noche.
El 2020 llegó como una de esas fechas en el que se espera encontrar indicios no solo del presente, sino del futuro.