Por: Giovanna Enríquez
En su poema Land, Agha Shahid Ali escribe:
«If home is found on both sides of the globe,
home is of course here—and always a missed land».
¿En qué momento pertenecer a una tierra —prometida, saqueada, arrebatada o santa— se nos volvió necesidad, obligación y bandera?, ¿cuándo nos sucedió tan pronto la vida que una sola casa nos bastó para sentirnos plenos en el mundo? Quizás Agha Shahid Ali tiene razón y nuestra casa es donde la habitamos, así como nuestro espacio de resignificación personal desde donde nos pensamos. Si eso es cierto, entonces valdría la pena cuestionar cómo nos identificamos con una sola tierra, una sola bandera, un solo país, una sola lengua, un solo hogar. Revisar nuestros performances de identidad se vuelve necesario para identificar nuestra singularidad como una potencia más horizontal e inclusiva.
¿Puede ser el arte un medio de tránsito entre fronteras? Fréderic Bruly Bouabré, Odili Donald Odita, y Godfried Donkor tienen en común la preocupación por la negación de lo absoluto. En este texto propongo revisar una obra de cada uno de estos artistas desde dos ideas urgentes: el concepto «afropolitanismo», acuñado por la escritora y fotógrafa Taiye Selasi en su artículo de 2005 ByeBye Barbar or What is an Afropolitan?, cuyo axioma My experience is where I’m from es desde donde ella se posiciona política, filosófica, estética, social y personalmente. La segunda idea es la del peligro de la historia única, revisado por la escritora Chimamanda Adichie, quien se suma a los cuestionamientos sobre la enseñanza de la historia y la divulgación de la misma.
I
Es en lo incisivo de las propuestas estéticas de estos tres artistas donde se revela que están en constante resistencia al performance de la identidad africana, y a las limitaciones que podría sugerir la práctica artística, la institución o el público de su obra.
La colección de pinturas «AlfabetoUniversal» —Alphabet Bété— de Fréderic Bruly Bouabré, artista muy complejo, dibujante, pintor, poeta y fundador de una religión, nacido en 1923 en Zéprégüé en Costa de Marfil, es una pieza que pretende reunir todos los elementos simbólicos posibles para escribir la mayoría de las lenguas del mundo; es a través de estos signos que Bouabré crea imágenes que llevan en ellas una iconografía muy personal del artista, misma que busca interpretar el mundo desde ahí y apelar al reconocimiento poético y creacionista de la palabra con la intención de proponer un «alfabeto universal», donde cada pintura tiene dos niveles de lenguaje, el escrito y la imagen.
La propuesta de Fréderic Bruly Bouabré se concentra en el uso semiótico de la imagen al tiempo que lo impregna de una textura poética conmovedora, a partir de los dibujos que podrían considerarse técnicamente «torpes», pero que a nivel expresivo contienen una sensibilidad genuina y desbordada en cada trazo, cuya primera intención parecería reposar en un lugar que podría entenderse desde lo social o antropológico, pero que no deja de participar de lo estético. Como Edgardo Civallero menciona en su artículo «La escritura de Bruly», para Bibliotecario: «El silabario bété es una de las muchas escrituras desarrolladas en África para graficar las lenguas indígenas del continente. En este caso, el idioma del pueblo Bété, una sociedad originaria de Costa de Marfil».[i]
El cruce de disciplinas que logra Bouabré rompe con ese performance de identidad africana que tanto ha pesado a la historia y a las historias del continente, puesto que modifica la percepción de lo que debería ser un artista en tanto a las disciplinas que puede involucrar en su práctica. Bouabré también es fundador de la religión «La Orden de los Perseguidos», la cual tiene como fin la paz a través de la unificación de los lenguajes.
Lo que logra Bouabré es poner en tensión el concepto de Taiye Selasi, al reflexionar sobre la identidad y las singularidades desde el lenguaje mismo, desde la resistencia a la colonización, no cerrándose sino justamente abriendo el abecedario mismo para arropar otras lenguas desde la creación de un alfabeto que crea comunidad dentro de un continente que ha estado constantemente atravesado por procesos colonizadores, que pretenden reducir la riqueza lingüística de sus habitantes a un solo idioma: el inglés o el francés.
Por otro lado, la obra de Odili Donald Odita también revisa la interacción de naciones, de culturas y de habitantes, para enfatizar la pluralidad del ser humano desde un reconocimiento del color y la luz como posibilitadores de unión, congregación, fusión y cohesión. Para Odita, el tratamiento del color busca propiciar espacios de diálogo sobre el contexto histórico y sociopolítico, así como el cuestionamiento de la condición humana y la libertad de la misma en cuanto busca paridad con sus proximidades.
«For Odita, color in itself has the possibility of mirroring the complexity of the world as much as it has the potential for being distinct. In his paintings, we see color interwoven and mixed, becoming an active agent in representing the essential power that light has in identifying the entirety of our world. He thinks of his colors as agents to express thoughts, ideas, and transformational change. Much of his color selection is based on personal memories and created intuitively by hand-mixing, so that no two shades are ever repeated».[ii]
Odita trabaja en su obra las posibilidades de la composición gracias al color como analogía a la complejidad de relación del mundo, como si se tratase de una reflexión sobre la interacción y, sobre todo, la potencia de las diferencias. Esto es a lo que se refería, de igual manera, Taiye Selasi cuando menciona que ella es de donde son sus experiencias, puesto que la complejidad de las experiencias humanas nos habla justamente de una pluralidad de emociones, sentimientos, pensamientos, reacciones, historias, políticas, lenguas, geografía, donde no hay barreras, muros o delimitaciones físicas o conceptuales.
Es en la obra de este artista que también aparecen otras preocupaciones; Odita es nigeriano, pero fue criado en Estados Unidos, lo cual es revisado por él con un tratamiento de la dualidad de sus «nacionalidades», puesto que para él lo que importa es lo homogénea que pueda ser la mezcla entre la «cultura africana» y la «western modernity»; ambos conceptos entre comillas, puesto que también son reduccionistas a la hora de pensar en la vastedad de culturas africanas y de modernidades occidentales.
Por su parte, Godfried Donkor, desde su identificación como británico-ghanés, utiliza su trabajo en mixed-media para profundizar en las relaciones sociohistóricas entre África y Europa. Principalmente en su pieza The First Day of the Yam Custom, 1817 (2017), de diez metros de largo, óleo y acrílico sobre nueve paneles. Se reconoce del trabajo de Donkor, entre otras cosas, que a lo largo de su carrera ha trabajado en la recopilación de archivos impresos de la historia de la «negritud», y que a partir de sus reflexiones sobre los mismos, Donkor utiliza la apropiación de lo histórico y lo pop para crear nuevas narrativas, nuevas posibilidades de la Historia, con mayúscula, a partir de posibilitar otras lecturas de la misma y evidenciar lo que ha beneficiado a algunos pocos y pasado de largo a otros.
Es a partir de esto que pienso en el peligro de la historia única que señalaba Chimamanda, al mencionar cómo desde la infancia somos vulnerables ante cómo nos cuenta una sola historia que provoca una lástima condescendiente para los países que, bajo una lógica capitalista, son considerados «subdesarrollados» o de «tercer mundo». El peligro, señala Chimamanda, es que hablar de una misma y única historia se vuelve «verdad», que no «verdadera», debido a la repetición de la misma narrativa. La historia única enfatiza nuestras diferencias, en vez de nuestras similitudes, y esta es la espina dorsal del racismo, el clasismo y el principio de la colonización.
El problema, lo sabemos, es que los estereotipos no son absolutamente falsos, sino incompletos, y su uso para perpetuar la dominación, la segregación, el clasismo y el racismo es lo que ha mantenido los libros de historia como si fuesen contenedores de la verdad en lugar de espacios de razonamiento y reflexión empática. El tratamiento de traducción que logra Donkor a través del collage, sumando capas de significado, puede ser analizado desde las propuestas de Chimamanda.
«All Donkor’s appropriations have involved some form of creative translation and amplification – in physical scale and metaphorical significance – of the original engravings and photographs. The First Day of the Yam Custom: 1817 is based on a modest foldout engraving in British colonial explorer and scientist T.E. Bowdich’s book Mission from Cape Coast Castle to Ashantee (1819). The engraving was produced in 1818 by printmaker Robert Havell Sr. using an original drawing by Bowdich as reference. Donkor’s painting, therefore, is not a straightforward historical description, but involves cumulative layers of translation: it is a scaled-up copy of a reproduction of a drawing based on a remembered event».
II
Ahora bien, si nos detenemos a revisar las obras elegidas de estos autores, podemos observar la variedad, diversidad y complejidad de medios mediante los cuales cada uno profundiza en los temas que aborda, sin embargo, el interés principal de los tres, o la idea madre, parecería ser la eliminación de fronteras entre los territorios de nacionalidad, pensamiento, cultura, estética, arte, política, filosofía, todo desde la creación de obras como espacios de resistencia.
El «afropolitanismo» lo que sugiere es justamente una manera de reconocer las diferencias, pluralidades y singularidades de los individuos a partir de la aceptación de la multiplicidad y el devenir de pertenencias nacionales que uno quiera, puesto que el haber nacido en un lugar específico no es sinónimo de absoluta pertenencia y devoción a ese territorio, puesto que entre más apertura a las experiencias en el mundo se enriquece lo que compone al individuo y que resulta verdaderamente importante al final del día. Para Taiye Selasi: «Los afropolitanos son la nueva generación de emigrantes africanos conocidos por una mezcla divertida de la moda de Londres, la jerga de New York, la ética de África y los éxitos académicos». Esta visión, dentro de los pocos factores que recupera, habla de una mezcla sin ningún tipo de compromiso o recelo entre la vastedad de formas de vida en el mundo y de la apropiación de las mismas para reforzar el sentido de nuestro andar por el mundo sabiendo que nos pertenece en tanto que lo habitamos.
Para una persona cuya madre es yoruba —Nigeria— y cuyo padre nació en Ghana, mientras que ella nació en Londres, creció en Boston y ha vivido intermitentemente en New York, Roma y Delhi, las posibilidades de una historia única, así como de una nacionalidad, se reducen a cero.
Dentro del lema I am because we are se encierra una necesidad de reconocerse frente al otro como par, para poder entender desde el yo, la importancia de existir en compañía, en comunidad, generando lazos y puentes de reconocimiento de las diferencias como formas receptoras de empatía, reflexión, entendimiento y razonamiento para promover mejores y más diversas lecturas del mundo en cuanto arte, política, filosofía, antropología, o cualquier aspecto circundante de nuestra existencia. Vale la pena, entonces, revisar cómo artistas como Fréderic Bruly Bouabré, Odili Donald Odita y Godfried Donkor utilizan el arte como medio de reflexión de sus propias pasiones, preocupaciones y acercamientos a la vida, en estos casos, como artistas nacidos en África que han decidido trascender el continente, sus propios países y, sobre todo, sus delimitaciones conceptuales y mentales para ofrecer a sus públicos otra posibilidad de entendimiento del mundo.
En el libro «Micropolítica; cartografías del deseo» de Felix Guattari y Suely Rolnik, los autores recuperan una visión que ha sido fuertemente criticada por su postura radical y urgente ante los posibles devenires de las sociedades actuales. A mi parecer, esta osadía necesaria parte de una responsabilidad empática, política y responsable que propone desmantelar las concepciones únicas de los conceptos, en este caso de aquello «negro» que es constantemente revisado desde lo políticamente correcto como una amenaza a la inclusión.
Arthur Rimbaud, en «Iluminaciones», hablaba de un devenir-negro. De alguna forma, también ese devenir-negro habla a otras categorías etnográficas. Hay un devenir-negro de la pintura, un devenir-negro de la música, así como se podría decir que hay un devenir minoritario de la literatura —rechazo de la inscripción de la literatura en las formas dominantes—.
«En otras palabras, la idea de “devenir” está ligada a la posibilidad o no de un proceso de singularización. Singularidades femeninas, poéticas, homo-sexuales o negras pueden entrar en ruptura con las estratificaciones dominantes. Esta es la cuestión fundamental de la problemática de las minorías: una problemática de la multiplicidad y de la pluralidad y no una cuestión de identidad cultural, de retorno a lo idéntico, de retorno a lo arcaico».
Como se reconoce en la cita previa, Guattari y Rolnik articulan cómo el proceso del devenir ayuda a crear micropolíticas desde las cuales se pueda resistir a la historia única, al eurocentrismo, al capitalismo como síntoma de nuestros sistemas políticos fallidos y el deseo agonizante de sentirnos parte de una sola nación cuando, en realidad, dentro de nosotros habitan multitudes que están listas para romper todo tipo de muros.
Notas
[i] Edgardo Civallero, La escritura de Bruly, en Bibliotecario: http://www.bibliotecario.org/2019/09/la-escritura-de-bruly.html
[ii] Odili Donald Odita, Biografía, en página oficial de la Jack Shaiman Gallery: https://jackshainman.com/artists/odili_donald_odita
Bibliografía
—Ted talk Chimamanda Adichie: El peligro de la historia única: https://www.ted.com/talks/chimamanda_ngozi_adichie_the_danger_of_a_single_story/transcript?language=es
—Ted talk, Taiye Selasi, afropolitanismo: https://www.ted.com/talks/taiye_selasi_don_t_ask_where_i_m_from_ask_where_i_m_a_local?utm_source=twitter.com&utm_medium=social&utm_campaign=tedspread via @TEDTalks
—Micropolíticas, Félix Guattari.
—Odili Donald Odita, Biografía, en página oficial de la Jack Shaiman Gallery: https://jackshainman.com/artists/odili_donald_odita
—Edgardo Civallero, La escritura de Bruly, en Bibliotecario: http://www.bibliotecario.org/2019/09/la-escritura-de-bruly.html
—Centro de cultura contemporánea de Barcelona; Godfried Donkor: https://www.cccb.org/es/participantes/ficha/godfried-donkor/221047
—Afropolitanismo, ¿el riesgo de caer en la historia única?: https://literafrica.wordpress.com/2014/02/07/afropolitanismo-el-riesgo-de-caer-en-la-historia-unica/
—Frieze Magazine, Godfried Donkor: https://frieze.com/article/godfried-donkor