Fotografía: Yahvéh Flores
La problemática de frecuencias en el transporte público, una de las mayores quejas ciudadanas en Querétaro, se relaciona a aspectos como la falta de unidades, su mantenimiento, rentabilidad y el monitoreo ineficiente de las autoridades del Instituto Queretano del Transporte (IQT) y las empresas concesionarias.
Así lo dio a conocer José Urquiza Ruiz, integrante del Consejo Temático de Urbanismo y Movilidad del Municipio de Querétaro, quien destacó estas fallas luego de los señalamientos ciudadanos respecto al tiempo que se toman en esperar una ruta de manera cotidiana, donde añadió la falta de mantenimiento de las unidades como el primer factor de que existan insuficientes unidades en operación.
«La situación internacional (a partir de la pandemia) ha hecho que no existan suficientes refacciones ni para automóviles y autobuses. No hay suficientes partes y Qrobús no tiene una previsión de refacciones ni esquemas de mantenimiento para que sus unidades funcionen mejor. Aparte de que los operadores suelen maltratarlos».
En segundo término, explicó que la visión de anteriores administraciones se focalizó en la rentabilidad del transporte público, tomando la decisión de reducir el número de unidades y su frecuencia para que en cada autobús se subieran más usuarios, contraviniendo una lógica de derecho humano a la movilidad con la parte de eficiencia económica.
«Se tiene esta visión y no puedes llenar los autobuses todo el tiempo para que sean rentables, tienes que tener un enfoque de servicio al usuario, aunque el autobús vaya vacío o semilleno. Por eso muchas ciudades, para resolver eso, han hecho subsidios, sobre todo en zonas de baja demanda».
Asimismo, entre las respuestas a la problemática de la frecuencia, afirmó que obedece a lo que denominó como «efecto gusano»; es decir, cuando tres o más unidades de la misma ruta se amontonan en los paraderos, uno seguido del otro, aun existiendo un monitoreo por parte del IQT, al que señaló como deficiente por su falta de actualización tecnológica.
«El IQT monitorea en tiempo real, a través de GPS, dónde está cada autobús todo el tiempo, y se supone que dicen a los operadores que aceleren o vayan más lento para que no se pegue un autobús a otro (…) De parte de la central de monitoreo no han actualizado su tecnología y hay pocas personas en ello para lo que se requiere; es pobre la inversión en infraestructura para esto».
Sin embargo, también indicó que esto se relaciona con los operadores, quienes transitan a máxima velocidad, muchos de ellos jóvenes inexpertos, quienes no tienen una formación adecuada con un enfoque de transporte público, esto debido a que las condiciones laborales no son las adecuadas para los transportistas, por lo que las concesionarias tienen que acudir operadores con estas características, que no acatan las normas señaladas y forman parte de la deficiencia del servicio.