Fotografía: Laura Santos
Desde hace 13 años, la celebración a San Juan de Dios, patrono de los coheteros, se ha convertido en una tradición comunitaria, en la que cientos de personas del barrio de San Gaspar, en el municipio de Cadereyta, se reúnen para los fuegos artificiales, castillos y los toritos, en esta festividad anual.
La idea surgió en 2010 cuando coheteros de la comunidad de Boxasni y del barrio de San Gaspar decidieron celebrar esta labor de la que viven familias completas; esta conmemoración a San Juan de Dios se realiza en otros municipios coheteros como en Tultepec, Estado de México, considerada la capital de la pirotecnia con más de 200 años de tradición.
«Aquí hay dos barrios que se dedican a la pirotecnia; hubo una invitación para que se hiciera la fiesta hace 13 años, que los dos barrios se juntaran. Boxasni es una comunidad. La festividad se hizo para convivir y celebrar este oficio, que es algo apasionante», indicó Francisco Pintor, artista plástico y cuetero, quinta generación de una familia dedicada a este trabajo; los Pintor.
La festividad consiste en un acto religioso acompañado de toritos de todos los tamaños y formas, así como de castillos acomodados en columnas con diseños que cada familia de coheteros crea, en la que se contempla el espacio, el clima, la forma de la estructura y demás aspectos que hacen de esta práctica un arte.
Empieza con la quema de toritos y continúa con la quema de castillos, que en este año fueron ocho. Cada uno hecho en aproximadamente un mes, con hasta 13 personas participando. «Es todo un proceso; las luces para el color, por ejemplo, esas llevan magnesio, nitrato de estroncio, nitrato de bario, aluminio y otros químicos», detalló Francisco Pintor.
La comunidad participa en esta dinámica, gente perteneciente a diferentes áreas, como la Iglesia, población en general, donde cada persona lleva un guiso para compartir o ayuda con parte de la gestión de esta festividad. Personal de bomberos, Protección Civil municipal y personal paramédico también hicieron acto de presencia para atender cualquier percance o prevenirlo.
«Nosotros prácticamente ponemos los castillos; la gente nos apoya; hay una señora que nos echa la mano con lo de la Iglesia; hay un padrino para la misa, y ya más gente se va sumando para dar de comer en el día; después de la misa hay convivencia e invitamos a otras comunidades de aquí cerca. Mucha gente llega con cazuelas de nopales, guisados, arroz».
Para Francisco Pintor esta celebración es una parte de su propia historia, un pretexto para hacer comunidad y generar lazos entre la población en Cadereyta, la cual pretenden continuar cada en búsqueda de honrar a su comunidad y estrechar lazos: «es una manera de crear, es cómo moldeas el fuego y eso es como si pintaras, como si hicieras foto o escribieras, algo que nos llena; es creatividad».