Fotografía: César Gómez


En Querétaro, “tenemos muchísima cultura”. Aurora Zúñiga Sánchez, investigadora y promotora de la cultura queretana, ha dedicado 57 años de su carrera a las tradiciones de la región, cuya labor abarca el estudio de la indumentaria, la danza y la gastronomía dentro del estado. “Si tú vas visitando uno por uno de los municipios, te vas encontrando la riqueza que tiene cada uno. Diferente, pero interesante; sencilla, pero importante”, señaló.

La falta de difusión y respaldo económico pone en riesgo la supervivencia de esta riqueza. Zúñiga, advirtió que nos encontramos en un mundo moderno, “donde a veces nos interesan más las cosas extranjeras que la propia cultura”. Hizo hincapié en la necesidad de proteger y transmitir las tradiciones y cultura local, especialmente en las futuras generaciones o “va a llegar el momento en que simplemente va a ser un recuerdo”.

El amor por su trabajo sucedió de manera muy orgánica. Al ser originaria de Peñamiller, compartió que para ella fue natural sentirse conectada con diferentes elementos de la cultura originaria. “Si desde niña ves cosas, te van interesando poco a poco. […] Aunque me vine muy pequeña para acá (Querétaro), aun así tenía la relación de la gente, de mi mamá, de todas las que vivían en mi pueblo”. Explicó que el aprecio por sus raíces desde temprana edad hizo que quisiera rescatar y normalizar la identidad queretana, con la firme intención de transmitirla a las generaciones venideras.

A principios de marzo recibió el reconocimiento de Ilustre Queretana por parte del Heraldo de Navidad; no obstante, Zúñiga alegó que su labor no la hace por los premios o distinciones. Su mayor motivación radica en fomentar la herencia que prevalece en los municipios queretanos. Enfatizó que el mérito no debe atribuirse a la persona encargada de la investigación, puesto que, pese a que sí son quienes reúnen los datos, las comunidades son quienes “me dieron su tiempo, me dieron su información y me abrieron las puertas de su casa”, por tanto, merecen el protagonismo de sus historias. 

El privilegio de conectar genuinamente y establecer vínculos profundos con las personas involucradas en sus investigaciones ha sido una fuente de gratificación mayor que recibir reconocimientos, “estoy agradecida. A pesar de que ya no haga investigación, todavía puedo ir a visitarlos y me reciben con gusto”. Ha cultivado relaciones cercanas debido a las dinámicas de su trabajo: “te pones hasta a guisar con las personas en sus cocinas”, por ejemplo, cuando en Arroyo Seco compartió la cocina con la comunidad Pame para preparar tamales. Tener estas vivencias, además de enriquecer su investigación, le brindó una perspectiva más profunda y apreciativa de la diversidad cultural. 

Las tradiciones se heredan. En el caso de Zúñiga, su madre tenía amplio conocimiento sobre gastronomía y otras costumbres debido a su experiencia en varias comunidades. Así, el bordado, las recetas y los bailes empezaron a involucrarse en la vida de la maestra: “te van inculcando tus padres lo bonito que ellos tuvieron”. Por eso, considera crucial crear conciencia y centrarse en preservar la cultura “que todavía tenemos” en Querétaro.

En este cometido, resulta imperativo asegurar una correcta representación. El ejemplo que retomó fue la muñeca Lele, un emblema reconocido a nivel global. De acuerdo con observaciones de la experta, esta muñeca carece de la autenticidad artesanal y elementos representativos de la cultura otomí. “Sí, tiene encajes y listones, pero ¿dónde está el bordado?”, cuestionó, pues no se trata de poner un vestido bonito, sino de respetar técnicas, patrones y detalles que componen la vestimenta hñänñu.

Aurora Zúñiga Sánchez se ha dedicado al estudio de la indumentaria otomí, convirtiéndose en una coleccionista apasionada de prendas de vestir. Su enfoque se centra en conocer los cambios que la vestimenta ha experimentado al paso de los años y, al mismo tiempo, rescatar su uso e importancia en el contexto contemporáneo.

“La colección que yo hice de los trajes de Querétaro lo dice con la intención de que pues se den cuenta de cómo se vestían antiguamente. En Amealco y Tolimán (más en Amealco) no se ha perdido su vestimenta, sino que la han innovado, […] pero en los demás municipios no existe ya. […] En Tolimán, el traje que se declaró patrimonio de Querétaro se le fue dando más importancia y ahorita pues ya lo están usando para los coros, para una danza, se está tratando de recuperar”, detalló. 

Como directora de Danzas Autóctonas y Tradicionales del Estado de Querétaro, con quien ha recorrido la república y visitado más de 15 países para representar al estado, e investigadora de la Universidad Autónoma de Querétaro, declaró que, a diferencia de lo que ocurre algunos estados donde se inventan bailes para crear una danza folclórica o se recuerda cómo solían ser esos bailes dado que ya no se practican, en Querétaro no sucede así.

“Lo bonito de nosotros es que tenemos vivas nuestras danzas y nuestro baile, […] y que se sigue conservando en los siete municipios de la sierra”, detalló. En su libro «El arte invisible de los viejos huapangueros», derivada de su ardua investigación, explicó que en Querétaro, el huapango y las danzas continúan siendo una parte vibrante y esencial de, al menos, San Joaquín, Arroyo Seco, Amealco, Pinal de Amoles, Landa de Matamoros, Jalpan de Serra, Peñamiller y Tolimán.

Tesoro textil: la diversidad en la indumentaria tradicional mexicana

Su más reciente exposición, bajo el título “México entre hilos, encajes y listones”, se compone de 80 blusas y rebozos originarios de varios rincones mexicanos. Desde Colima hasta Chiapas, pasando por Hidalgo, San Luis Potosí, Estado de México, Guerrero, Nayarit, Oaxaca, Michoacán, Tlaxcala, Puebla, Veracruz, Campeche, Yucatán, Tabasco y, por supuesto, Querétaro, cada pieza cuenta una historia única y revela la diversidad que enriquece nuestro país.

Entre las anécdotas sobre cómo formó la recolección, Zúñiga relató una de muchas gratas experiencias. En una ocasión uno de los rebozos le llamó especialmente la atención debido a su original acabado, sin embargo, la prenda ya tenía dueña. Eso no la detuvo. Preguntó en cuánto lo vendía, a lo que la mujer contestó que no podía dárselo porque ya estaba usado y le ofreció uno de los nuevos que había elaborado, pero ante la persistencia de la coleccionista, se lo terminó vendiendo, “hasta la fecha nunca he vuelto a encontrar algo tan bello”. 

Además, entre las piezas destaca una por su valor sentimental: una blusa confeccionada por su madre hace más de cinco décadas. Este tesoro personal agrega un toque más personal de tradición a su compilación artesanal y demuestra el legado cultural que trasciende de generación en generación.

Estas prendas, que abarcan diferentes épocas y regiones, exhiben una rica variedad de colores, patrones y técnicas tradicionales como el rococó, la burgalesa, el gancho, el bordado en chaquira, el punto atrás, el punto de cruz, entre otros. Dentro de esta colección, 27 prendas son creaciones de las mágicas manos artesanas de Querétaro.

Aunque muchas de estas blusas están en desuso, constituyen un testimonio silencioso de tiempos pasados y preservan la memoria de nuestras tradiciones. Por su parte, las blusas de Amealco y Tolimán, a pesar de los desafíos del mundo globalizado, continúan siendo una manifestación de la creatividad y la resistencia cultural; se innovan y se adaptan para perdurar en la actualidad.

La colección estará disponible de manera gratuita para su apreciación en el Centro Cultural Casa del Faldón hasta finales de marzo. La responsable de la exposición, la maestra Zúñiga, invita a todos a sumergirse en la belleza y el significado de la indumentaria tradicional mexicana.

Michelle Ramos
astrid.ragoz29@outlook.com
Periodista. Quiero compartir historias no dichas, aquellas que deben ser desentrañadas. Las letras forman parte de mi vida.

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