Texto: Mariana Uribe Salinas

Fotografía: Jefte Acosta


Sabemos que el trabajo artístico atraviesa diversas vicisitudes en función de la economía del país, del valor que se le da al arte frente a la ideología en boga y del capital cultural del entorno en el que radique el artista, por lo que se puede afirmar que dedicarse al arte no es una tarea fácil; muchos desisten o ejercen a la par de otras profesiones, no obstante y sin perder de vista su motivación, hay artistas, como Hirám García Nevares, que se comprometen con la creación por encima de todo, por el placer de pintar, de soñar, de expresar lo que llevan dentro.

Artista plástico de profesión, Hirám ha incursionado en diversas técnicas hasta encontrar su marca o rasgo característico como artista y actualmente disfruta en su totalidad la labor de crear sobre lienzo. Sin embargo, no siempre vivió el oficio tan apaciblemente, fue hasta hace cinco años que dejó de luchar contra él mismo y se creyó el talentoso artista en que se había convertido. 

«Empecé a pintar desde que era niño, me metía a los concursos de cartel de la secundaria y quería estudiar diseño», nos dice el autor, y aunque entró a la carrera de Artes plásticas, e incluso, tuvo la oportunidad de exponer varias de sus obras, fue hasta muy recientemente que decidió que esa era su vida y que el amor por el arte era lo más importante que tenía. Una invitación por parte de una amiga suya fue la que «lo salvó», comenta, pues lo llevó a trabajar en un centro de restauración y reintegración de obras de arte.

«No soy restaurador, pero luego de dos años trabajando en eso, dar color a las obras, he aprendido mucha técnica y a apreciar el arte», comenta y rescata que, como artista contemporáneo y más conceptual, no tenía tanta formación en cuanto a apreciación del arte y que la restauración lo ha acercado a otros ángulos de la pintura sobre lienzo: ahora está familiarizado con una gama más amplia de materiales que no trabajó durante los años de estudio en la facultad.

Con el comentario anterior, el artista nos muestra su dedicación en materia del uso de diferentes técnicas y la constante actualización y el trabajo incansable que realiza por mantenerse a la vanguardia. Relacionado con esto, Hirám ha colaborado con artistas de otras disciplinas dando a luz pinturas que son acompañadas por poemas —como en el caso de lo realizado para el compendio de poemas de Saltapatrás— o en el imágenes e ideas que le comparten otros creadores y que él realiza como pedidos.

En cuanto a la pintura, imagen del poemario Saltapatrás, el pintor comenta que fue su primera obra con espátula y que es el tipo de pedidos que lo han llevado a experimentar con técnicas y procesos desconocidos para él y que se vuelven luego, sus compañeros de creación, adaptándolos a sus ideas, a su estilo, a su brocha.

Las «pinceladas burdas», rasgos característicos de la mano de Hirám, van tornándose leves, sutiles, suaves, dibujos figurativos, que por la forma de ser del artista se van mezclando en combinaciones de colores hasta casi llegar al expresionismo. Hirám García Nevares nos comparte sus conocimientos de historia del arte en sus propias creaciones, experimentando el impresionismo y recorriendo los caminos del trabajo a colores con tonos «más violentos, robustos», como los define él mismo. 

Pronto regresa al pincel, sin abandonar el gusto por los cuadros coloridos y de formas voluptuosas, navega a una forma más fluida de la pintura, para tratar de hablar de las emociones, para demostrar lo que lleva dentro, y nos dice respecto a su más reciente colección: «Lo que el alma muestra» es el significado de la palabra psicodelia. Con esta colección, que estuvo expuesta durante el pasado mes de julio en la galería Impulso, en Jardines de la Hacienda en Querétaro, Hirám nos regala amor y psicodelia.

Con el movimiento de sus brazos intenta explicar lo que lleva dentro de sí, sus ideas y concepción del mundo y algunos sentimientos recién descubiertos, pues nos dice, que luego de mucho tiempo «por fin —su arte— tiene que ver con la felicidad, me siento enamorado y emocionado. Hay figura, pero también abstracción, una emoción en cada cuadro: amor, psicodelia, música, colores, luz, pinceladas…»

En conversación con el pintor lo que uno advierte es que Hirám es un hombre enamorado y pleno, un creador que asegura que lo más importante es divertirse como artista», que genuinamente se decidió entregarse a sus procesos y que aunque han ido cambiando con el paso del tiempo, los ha vivido en presencia y alma: «pinto porque me gusta pintar, uno tiene que comer y siempre quisiera vivir del arte, pero veo el dinero nada más como un incentivo (…) Hacer las cosas con amor es una satisfacción, esa también es la intención de la expo» y es que nos dice, que luego de sentir «una dolorosa saturación de no hacer nada» la inspiración lo agarró trabajando, cuestionándose el papel muchas veces autodestructivo del artista, el rol que se toma en cuando a las drogas, el abuso del cliché de artista maldito, la relación con la familia, el amor, los amigos, «y pude tomar el sentimiento y transformarlo, terminé la serie y ya tengo tres más en mente».

Respecto a la serie «Lo que el alma muestra», el pintor nos dibuja en su lenguaje pictórico la relación del artista y las drogas psicodélicas, como el LSD o el MDMA. Defiende que el artista debe explorar ciertas experiencias psicoactivas y que el tabú en torno del tema es innecesario «los psicoactivos nos muestras a veces lo que tenemos dentro. Es ver el lado positivo y central en el proceso creativo».

«Psicodelia», como serie promete al espectador un viaje por la mente del artista en sus diferentes facetas, y desde la mano creadora y experimentada de Hirám García, es también una muestra de la perspectiva de uno de pocos pintores cien por ciento entregados a la labor, esos que se encargan de explorar lo que no muchos nos atrevemos a ver y que van llenando sus procesos creativos de lugares recónditos de la realidad en la que vivimos. 

Por último, cabe resaltar el punto de vista del artista queretano con respecto a la valoración del arte, en el Estado y el país; y es que, si bien trabaja con una perspectiva muy positiva con respecto a lo económico y a vivir del arte, también nos cuenta que ha aprendido a estimar la labor de las galerías, la participación de los coleccionistas y que es importante la educación en cuanto a apreciación del arte con la finalidad de que se respete a las artes y se les dé el lugar en la sociedad que merecen.

Redacción
proyectosaltapatras@gmail.com

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