Fotografía: Laura Santos


Sobre la calle Independencia, a media cuadra de Plaza Constitución, se ubica uno de los secretos mejor guardados del Centro Histórico de Querétaro. Se trata, nada más y nada menos que la sede de Elaborarte Manos Vivas, un colectivo de artesanos que desde hace justo diez años se ha convertido en uno de los espacios autogestivos más importantes en la ciudad. Su origen hay que remontarlo a noviembre de 2012, cuando un grupo de malabaristas, músicos y artesanos unieron esfuerzos para consolidar una red de apoyo que les permitiera vivir de su trabajo y además cuidarse entre ellos.

Más adelante, ante la constante presión de las autoridades, que no les permitían trabajar con la soltura que el oficio requiere, el colectivo entró en diálogos con el municipio para conseguir el espacio que actualmente ocupan y que, de hecho, tenía tiempo ya asociado con la artesanía, pues es en ese lugar donde los comerciantes de los andadores peatonales guardan los carritos con su mercancía una vez que terminan de trabajar.

“Queríamos un lugar para exhibir la chamba sin problemas”, detalla José, uno de los artesanos: “Al principio buscábamos un espacio en la calle y por eso empezamos a trabajar en el Andador Madero, donde estuvimos 3 años, luego de un tiempo ya no se pudo y se propuso este espacio y vimos la oportunidad de aprovecharlo”.

A pesar de su disposición, que recuerda a un mercado o tianguis, el espacio del que habla José dista muchísimo de ser una simple “casa de las artesanías” como las que suele haber en las ciudades turísticas de México. Aquí, no solo se venden artesanías, también se producen y, además, se enseña a quienes desean aprender este oficio.

“El oficio de artesano no es solo vender y estar aquí, sino también enseñar, hacer comunidad y aprender. Te da un sentido de responsabilidad”, detalla Krishna, otro colaborador de este colectivo, quien además dice que la artesanía le ha abierto puertas no solo en México, sino también en otras partes del país. 

“Gracias a la artesanía pude pagarme la carrera y además viajar a otros lugares después. He estado en casi todo México, en Canadá, en Centroamérica, en casi toda Europa, excepto los Balcanes. En la India, Tailandia y en todos esos lugares he hecho comunidad con otros artesanos. Acabas descubriendo que la artesanía es como una familia porque te unes a gente de otros lugares del mundo que hace lo mismo que tú”.

Otro colaborador de este colectivo es Omar, quien dejó la psicología social para enfocarse en este oficio que se ha revelado como una gran fuente de sorpresas. 

“Aprendí a hacer macramé en la primaria, me llamaba la atención y me relajaba. Ya más adelante estudié psicología social, pero trabajaba sobre proyectos. Entonces me puse a vender artesanías y llegó un punto donde la psicología no me llenaba y mejor me dediqué cien por ciento a esto. Ahí fue cuando conocí a los integrantes del colectivo, aunque un tiempo me ausenté porque nació mi hija, pero ya luego me reintegré”, menciona. 

Aunque el espacio donde operan lo consiguieron en conjunto con el municipio, actualmente no reciben recursos públicos; todo se hace con gestión propia y con organización, algo para lo que se ha hecho necesaria la disciplina y el interés en trabajar de forma colaborativa, pues como recuerda Mangenta, otra colaboradora del lugar, el trabajo artesanal tiende a ir de la mano con el nomadismo, sin embargo, basta con que haya un poco de disciplina y organización colectiva para que el espacio siga funcionando, no solo como un punto de venta, sino también de producción y aprendizaje. 

Esto último es muy importante, pues el lugar se convierte en un oasis de cooperación en medio de un mundo, y una ciudad, que parecieran empeñarse en señalar a la competencia y el individualismo como la única vía hacia el “éxito”, el “desarrollo”, cuando no incluso la mera supervivencia. Es este espíritu colaborativo el que ha llevado a los artesanos de Elaborarte a colaborar también con otros colectivos y grupos e involucrarse incluso en manifestaciones sociales. Hay por ejemplo una extensa colaboración con el cercano barrio de San Francisquito, esto debido a que varios de los integrantes son residentes de ahí o bien, se han acercado a las organizaciones de “concheros”, que tienen un fuerte arraigo en ese barrio. 

El espíritu de colaboración que se respira en ese lugar se ha extendido incluso a personas fuera del país, pues en el espacio han acogido a artesanos de otras partes del mundo, incluyendo franceses, uruguayos, japoneses y argentinos. Vistas las cosas de esa manera, no es difícil entender por qué Krishna dice que la artesanía es como una familia. 

También hay colaboradores que vienen de otros estados de la República, como es el caso de Israel, quien llegó desde el municipio de Juventino Rosas, Guanajuato. Su llegada a Querétaro hace un par de años la describe como “fortuita, muy extraña”, no obstante, se dice satisfecho de haber encontrado este espacio, al que eventualmente se incorporó y en el que ha tenido oportunidad no solamente de aprender nuevas técnicas, sino también de enseñar lo que sabe a las decenas de personas de todo el mundo que se han acercado a él para aprender. 

En este sentido, algo que también rescata Isra de su trabajo como artesano es que nunca hay dos piezas iguales.

“Algo que me atrajo de aquí es que todo lo que vendemos está elaborado por nosotros mismos, y aunque una pieza se parezca a otra, nunca son iguales, no es como con una máquina”, dice mientras esboza una sonrisa que denota bastante bien la satisfacción que le produce su trabajo. Algo que están de acuerdo todos los colaboradores es en que hay una gran satisfacción cuando terminan una pieza. 


En palabras de Mangenta, no están peleados con  el comercio, pero sí les gusta que su espacio esté enfocado en la creación y el aprendizaje. Ver el empeño con el que estos artesanos dan vida a las piezas que exhiben sobre sus mostradores hace cuestionar la dicotomía entre arte y artesanía que ha trazado la academia durante los últimos siglos.

Hoy, a diez años de comenzar sus actividades, el colectivo sigue creciendo, pues ya suman 25 integrantes y por esta razón habrá varias actividades conmemorativas durante todo el fin de semana del 25 al 27 de noviembre.

Contra lo que se puede pensar, la artesanía es una actividad que permite vivir dignamente y fuera de los horarios y la explotación de la sociedad capitalista. Quien desee un ambiente colaborativo enfocado en la creación debería acercarse a este espacio, pues no falta nunca ahí alguien que quiera enseñar los secretos de la artesanía, un oficio que sin duda perdurará mucho más allá de nuestra civilización.

Dafne Martínez
sissydaf91@gmail.com
Periodista y narradora. Cuenta con estudios en Comunicación y Periodismo por la UAQ. Es autora de "Energía Potencial" (Montea, 2016).

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