Fotografía: Cortesía Martín Martínez


El conservadurismo de la sociedad queretana se niega a reconocer que esta ciudad y este estado se ha constituido a partir de migraciones, de acuerdo con Martín Martínez fundador de la Estancia del Migrante González y Martínez en Tequisquiapan.

“Querétaro es la punta del iceberg en productividad, en empresas y en muchas cuestiones, por eso llega mucha gente nacional y extranjera”, señaló el activista con más de 20 años de trayectoria en la lucha por los derechos humanos de las personas que buscan un mejor lugar para vivir. 

Martínez refirió que nadie cuestiona el estatus legal de las empresas extranjeras y sus trabajadores y esto no pasa porque generan ganancias, son productivos. Así, el discurso de la estadía legal se desvanece frente a quienes pueden generar algún tipo de beneficio económico o aportar su fuerza laboral. 

“Tienen otra imagen porque generan dinero. Los migrantes comunes que conocemos, dándoles una oportunidad, van a hacer lo mismo”. Sin embargo, las ideas racistas de los gobernantes han permeado en el imaginario colectivo, de ahí que se asocie que los migrantes provenientes de centro y Sudamérica cometen delitos. 

De acuerdo con Martín, ningún gobierno se escapa de este tipo de prejuicios, inclusive el federal ha replicado este tipo de comportamientos, aún cuando durante su campaña aseguró que haría algo distinto. Las escenas de represión, agresiones y persecuciones no han cesado, mientras que el gobernador queretano promulga el “Querétaro para los queretanos”, muy al estilo de la doctrina Monroe, aún a pesar de que él también migró en algún momento desde el estado de Veracruz.

Para el fundador de la asociación civil Estancia del Migrante González y Martínez, que brinda atención psicológica, alimentación, abrigo y techo a migrantes, el discurso que se promueve en los sectores del conservadurismo estadounidense es el mismo que se replica en Querétaro. No obstante, consideró que hay una riqueza cultural en la recepción de poblaciones migrantes que ha sido históricamente infravalorada. 

Sobre la eterna culpa atribuida a terceros, aseguró que es una vía de escape sencilla, pues evita asumir las responsabilidades propias. El tráfico, la inseguridad, la violencia, la falta de empleo, mientras sea culpa de otros, no se asume una postura de solución, que correspondería al Estado: “es una manera muy fácil de evadir nuestra responsabilidad y sobre todo, es muy fácil cubrir lo que estamos haciendo mal”. 

Martín Martínez ha estado a cargo de la estancia desde hace 23 años y ha presenciado, junto con su familia, escenas duras. Infancias sin acompañantes que buscan encontrar a sus familiares o escapar de situaciones insostenibles. Mujeres que incluso dan por hecho que en su camino serán víctimas de violencia sexual, personas amputadas por el tren, enfermas o heridas; y  Martín, su esposa Carmen Ugalde y su familia, no han desistido. 

Él considera que la fe es su móvil principal, pero además, tiene la convicción de que lo que hacen es lo correcto, porque todas las personas tenemos derecho a buscar una vida mejor. El territorio no es más que una casualidad. 

Su historia misma le ha despertado la empatía, puesto que cuando migró hacia Estados Unidos de América, fue víctima de lo que él considera como esclavitud durante un año en el que permaneció encerrado, trabajando sin una paga. 

El Instituto Nacional de Migración ha cerrado cientos de albergues para personas migrantes en el país. El centro que se ubicaba en Querétaro también fue uno de ellos. Martín considera que nunca ha funcionado realmente, sino que había sido un sitio más en el que todas las autoridades, incluso las de menor rango, sacaban provecho de la vulnerabilidad de quienes ahí asistían. 

Respecto al incendio que cobró la vida de más de 40 personas en Tijuana, expresó que las vidas de personas migrantes se pierden constantemente, a causa de negligencias y asuntos turbios como ese suceso, o por el cáncer que aqueja a México: el crimen organizado. 

“Pero la pregunta es ¿dónde están los culpables? Ponen chivos expiatorios, pero, ¿dónde están los de arriba? Declaraciones tan absurdas como la que hizo el delegado de migración: “yo estaba a mil 200 kilómetros, yo no puedo…”.

Aunque a veces el cansancio y la frustración le ganan y contempla que a estas alturas, no propone nada para mejorar la situación de los migrantes en el país, en el estado y en su Tequisquiapan, sus acciones dicen lo contrario. La organización con su esposa, sus hijos y nietos para hacer rendir la comida, atender y dar cobijo a las personas que lo necesitan, continúa. 

Ana Karina Vázquez
akarina.vb@gmail.com
Periodista de la generación del fin del mundo. Hija de la crisis y de la incertidumbre. Tengo muchas pasiones.

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