Es durante una fría madrugada que la vida de Germán, un guionista de historietas, se entrelaza a la de un inesperado visitante que de la nada se materializa frente a él irrumpiendo el silencio de la noche. Ante la sorpresa inicial, German finalmente se convence que no se trata de un fantasma de su desbocada imaginación. Al otro lado de su escritorio se haya un hombre tangible de rasgos duros y semblante cansado. El viajero lo observa parsimoniosamente con una mirada única, la mirada de quien ha visto tanto que ha llegado a comprenderlo todo. Es Juan Salvo, también conocido como «El Eternauta». Quien durante esa madrugada de invierno comienza a narrarle a Germán su trágica historia.

La genialidad de Oesterheld se plasma desde el argumento inicial, al sugerir al lector que lo que acontecerá a continuación es un relato verídico. La odisea de Juan Salvo por salvar a su familia, a la Argentina y posiblemente al mundo entero de una invasión extraterrestre. Salvo es un hombre común, padre de familia, esposo amoroso y apreciado por sus amigos, disfruta de una velada junto a todos ellos mientras juegan a las cartas y algo insospechable ocurre: afuera comienza a caer una extraña nevada, «la nevada de la muerte» —https://vimeo.com/222407981—.

A partir de ese momento la vida de todos da un vuelco, una amenaza ha caído sobre Argentina, el mundo se ha vuelto inhóspito. Salvo su esposa Elena, su hija Martita, sus amigos Polski, Lucas y Favelli, acompañados de un grupo de sobrevivientes, se enfrentarán a «cascarudos, manos, mutantes y ellos», a lo largo de las tres partes en que se divide la saga.

«El Eternauta» fue publicada originalmente en el suplemento semanal de la revista Hora Cero de 1957 a 1959 en plena dictadura. Con guion de Héctor Germán Oesterheld y trazos de Francisco Solano López. Posteriormente fue reeditada por la Editorial Frontera en 1959, donde Oesterheld integra a la versión original un tono político acorde a sus ideales en clara oposición a la dictadura Cívico–Militar autonominada de Reorganización Nacional. En ese sentido, la segunda y tercera parte de la historia de Juan Salvo plantea a la par de su lucha contra los  despiadados invasores de la trama, un discurso de resistencia y de unión colectiva ante la opresión. Ideas que por supuesto no pasaron desapercibidas para la policía secreta que colocaron a Oesterheld en «la lista negra» e iniciaron su persecución, orillándolo a mantenerse oculto hasta su desaparición en abril de 1977 junto a sus cuatro hijas, y presuntamente asesinado un año después.

Esta obra es la muestra del talento que poseía su autor, la destreza de Oesterheld para no caer en los acartonados trazos de las historias de sobrevivencia tras escenarios postapocalípticos. La manera de entender y revolucionar el género de ciencia ficción convirtió a «El Eternauta» en la novela gráfica más importante del siglo pasado en Latinoamérica. Héctor mostró sentirse cómodo al resignificar y renovar las estructuras narrativas que imperaban en su tiempo.

«Creo, aunque peque de inmodesto, que fue lo mejor que se hizo en ciencia ficción en la Argentina y porque es una historia que no envejeció; al contrario, es vigente».

El héroe en grupo

Juan Salvo mantiene un paralelismo con Robinson Crusoe. Oesterheld mismo escribiría que «El Eternauta» sería su propia versión del personaje creado por Daniel Defoe. Pero al mismo tiempo mantendría una diferencia importante: el rechazo de la soledad como destino. Pese que ambos personajes comparten una suerte inclemente, presos ya sea del mar o de la muerte, Juan Salvo se distancia de Robinson al renunciar al protagonismo individual. «El Eternauta» es la construcción de un héroe colectivo, «en grupo». Cualquiera de nosotros puede ser el héroe, siempre y cuando estemos a colaborar con los otros, uniéndonos esfuerzos.

«Nunca me interesaron los superhombres ni los héroes invencibles y todopoderosos. Con ellos sólo pueden construirse malas historietas. Prefiero los hombres comunes, viviendo historias que quizás pueden ocurrirle al lector».

Esta cualidad de descentralizar al héroe de una persona y fundirlo en un colectivo está presente en muchos de los  míticos personajes de Oesterheld, como el Sargento Kirk, delineado por otro gran dibujante: Hugo Pratt. En esta historieta el sargento Kirk no es un militar como lo retratarían tradicionalmente los western gringos; se trata de un desertor que se adhiere a la lucha de los indios frente a la invasión yanqui.

«Inventé a este renegado que se hizo amigo de los indios después de haberlos masacrado. Ahí estaba presente la tragedia de wounded knee, lo que me permitió una buena pintura de la psicología de los indios de las tres américas. La idea fundamental fue la de crear un personaje atípico; se trataba de hacer una historia humana, evitando el clásico superhombre».

En esa misma línea del héroe en grupo encontramos a otro personaje de ciencia ficción: Bull Rocket, trazado inicialmente por el italiano Paul Campani y en su tercera etapa en Frontera por el maestro Solano López. Bull. Junto con su equipo enfrentaban científicos locos, espionaje industrial y sabotajes.

Ambas tramas sirvieron al guionista para criticar las políticas de control y dominio ejercidas por las potencias sobre países y culturas en los márgenes. Esta visión parece heredarse a Juan Salvo, un hombre con ideales y valores cimbrados en lo común, que en todo momento premia lo colectivo antes que así mismo, inclusive en la trágica disyuntiva entre salvar al «pueblo de las cuevas» o a su familia.

Ello es otra razón por la que «El Eternauta» se mantiene vigente; en tiempos donde el individualismo nos orilla al acantilado, la idea de construirnos en lo común para recuperar el terreno de lo humano plantea alternativas por explorar.

¿Dónde está Oesterheld?

Héctor Germán Oesterheld fue uno de los más importantes y prolíficos autores argentinos. Fundador de la Editorial Frontera. Sus historias bajo el formato de la historieta —en ese momento considerado un género menor— gozaban de una índole popular que le permitió llegar a un número importante de lectores, muchos de los cuales leyeron sus historietas durante su niñez y juventud. Estas generaciones serían las que padecerían aquel episodio oscuro de su país; la terrible dictadura militar (1976–1981) del General Jorge Rafael Videla.

Desde su fortuito inicio en la historieta mostró cualidades para crear personajes e historias entrañables. En las que ensayaba sus ideas en relación a la libertad y otros aspectos que consideraba fundamentales. Su fuerte compromiso y convicciones sociales lo llevaron a que en plena represión por parte de la dictadura imprimiera a sus trabajos su carga ideológica, opuesta a la del régimen militar. Pronto esto lo llevo a ser proscripto y mantenerse oculto.

La reedición y segunda parte de «El Eternauta» las trabajó desde la clandestinidad, haciéndole llegar el material a Solano López desde el anonimato. Renuncia a lo sutil; en ellos se aprecia un tono directamente crítico al entorno social que se vive. La lucha de Juan Salvo se vuele la metáfora de la lucha contra la dictadura. «La nevada de la muerte» es la manera de representar al Estado y el clima de represión y hostigamiento que ejercía. Un temor latente por una amenaza constante, indiscriminada, donde cualquiera puede ser la víctima.

Se sospecha fue desaparecido en 1977 cerca de la ciudad de La Plata. No se volvió a ver al guionista con vida. Se presume por confesiones de agentes de la policía secreta que fue obligado a presenciar el asesinato de sus cuatro hijas. Años después de la expulsión de Videla del poder, su viuda Elena Oesterheld pudo recuperar con vida a dos de sus nietos.

Al reclamo de muchos exiliados e intelectuales por esclarecer la circunstancias y desaparición del historietista, en 1983 el dibujante Félix Saborido realizó para la revista Feriado Nacional Nº 5 un emblemático póster donde ilustra a todos los famosos personajes de Héctor German Oesterheld en una protesta junto a una pancarta con la leyenda: ¿DONDE ESTÁ OESTERHELD?

«El Eternauta» es la novela gráfica más icónica de la argentina, pues no solo inaugura una forma distinta de narrar una historia, sino, como cualquier gran clásico de la literatura, trasciende su tiempo y hoy en día dialoga con las generaciones presentes que encuentran en Juan Salvo un mensaje de resistencia y unión ante un enemigo poco visible, indeterminado, que se esconde tras el velo del miedo y el terror.

Así, Héctor G. Oesterheld, al igual que su personaje de «El Eternauta», fue un hombre común sin ostentaciones, esposo y padre amado, con amigos que lo apreciaban, y con un destino trágico ante el cual hizo frente con todo el calor de sus convicciones. Un autor vigente en más de un sentido al que siempre es reconfortante visitar.


Iván Landázuri
psicoeducivanrl@gmail.com
(Oaxaca, 1990). Ha colaborado para diferentes revistas como la Revista de la Universidad de México (UNAM), Apócrifa Art Magazine, Yaconic, Registromx, Penumbria, Letrina, Monolito, Clarimonda, Errr Magazine, Hysteria, entre otras.

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