Texto: María Fernanda García Gudiño

Ilustración: Aldo Suárez


Siendo muy sincera, no sabía cómo comenzar a redactar a una persona tan linda, mi complemento, mi tía. Pero diré que el té es una bebida infravalorada y es mucho más que hierbas y agua caliente; es complejo si tratas de entenderlo. Así es ella. Alma Alejandra, aunque yo prefiero decirle Ale, no es precisamente la persona más sencilla de descifrar. Como todos, tiene esa esencia que la hace única, esencia que yo podía describir como estar en el día más frío del mes con esa persona que solo te hace sentir calor del bueno, calor de paz. Ella es calma. 

Una niñez complicada y difícil, con muy pocos recuerdos buenos. Y es que ser hija mayor, normalmente, es responsabilidad inconsciente. No se habla de que cargar con una personita más pequeña y cuidarla es, probablemente, de las cosas que no deseamos todos. Si a lo anterior le agregamos que sus papás estaban en pleno divorcio y las idas a juzgados para declarar eran algo que tenía que vivir no por elección, sino por deber, dice que no fue nada fácil esa etapa. 

Desde muy pequeña tiende a minimizar sus emociones. Como ya lo dije, no tuvo una niñez fácil. Regaños constantes por parte de su padre y su madre en ese entonces, no era expresiva con su cariño hacia ella. Cuenta, con los sentimientos hundidos en sus pensamientos, que uno de sus castigos era quedarse encerrada en el patio a oscuras. Era tan solo una niña que entre eso y que vio y vivió muchas cosas antes de tiempo, no podía ni siquiera platicar en reuniones familiares porque sentía que callada no iba a cometer ningún error y, así, nadie la podría regañar. Su cara no la deja mentir cuando dice que recuerda los días en que sus papás estaban juntos y su papá las llevaba a jugar pelota o al parque, sin embargo, pesa más todo lo malo, todo lo que, desafortunada o afortunadamente, la hicieron ser quien es hoy. 

En agosto del 2002 conoció a Juan Luis, el hombre que le enseñaría, por primera vez, lo que es tener a alguien que sabe querer y respetar de verdad. Su noviazgo, básicamente, era de película. Salidas al cine, al parque, conocer lugares; conocerse. Pero todo lo anterior cambió cuando, en 2006, decidieron pronunciar el «sí, acepto». Como en todo matrimonio, los conflictos y choques se hicieron presentes, aunque con el tiempo se dieron cuenta que se trata de paciencia y ceder. Después de eso, ella se daría cuenta de que él nunca ha dudado de ella y en cada paso la acompaña; sobre todo la hace sentir segura y capaz de todo lo que tiene por ofrecer. 

Es una persona que se destaca por ser autodidacta y no quedarse con la duda de absolutamente nada. Eso la llevó a que a sus 28 años tomara la decisión de abrir una guardería. Tuvo impactos muy positivos en su vida como perder el miedo a la gente y al ridículo.  

Aproximadamente en el año de 2016, una noticia cambiaría su vida. Todo comenzó cuando, gracias a una dieta, le diagnosticaron hipotiroidismo, sin embargo, la doctora se sorprendió, porque es algo que tiene desde nacimiento y, debido a sus niveles, era increíble que estuviera “bien». Al inicio no sabía de qué se trataba y se «sacó de onda», investigó al respecto, pero todo lo comenzaría a entender mejor cuando, en el segundo año, empezó a experimentar ciertos síntomas como la caída y adelgazamiento de su cabello y cejas, el debilitamiento de uñas, cambios de humor muy bruscos, y según lo cuenta, el peso era su constante problema. Aunado a los síntomas y a que por un problema muy fuerte en la guardería, su tiroides definitivamente dejó de funcionar. Me dijo, con su voz entrecortada y con los ojos cristalinos como el mar, que lo más difícil es cuando a veces las dosis del medicamento cambian y eso provoca más flojera y agotamiento del normal. Teniendo hipo la gente critica eso y piensan que es porque ella es así, pero sencillamente es algo que sale de su propio control.

Actualmente, dice ser llevadero y que ha aprendido a vivir con eso. En 2016 entró a practicar box, me dijo, con una luz similar a la estrella de marte, que es lo único que logra relajarla, hacer que se le olvide todo por un momento y lleva mejor el hipo.

Tener un bebé es algo complicado para ella. Otra situación que sale totalmente de sus manos. En ese aspecto está relativamente bien. Los tratamientos son físicamente difíciles y muy dolorosos; mentalmente te cansas de tanto. Fue un abril gris cuando un angelito vino y se fue sin pensar que eso representaría un impacto impresionante en su vida. No puedo olvidar lo fuerte que se mantuvo ante todos y la capacidad tan enorme de aceptar que eso había pasado. Imagino que es algo que siempre duele, pero se sobrelleva.

Soy de la idea de que una buena canción habla por sí sola de una persona. Si buscas en Google a Zoé, probablemente,te salga algo como que “Zoé es una banda mexicana de rock formada en 1997 en Cuernavaca, México.”, aunque yo encuentro que es la banda que nunca falta en la playlist que escuchamos siempre que Ale y Luis pasan por Megan, mi hermana y por mí. Carla Morrison, Fonseca, Café Tacuba, por mencionar, me dicen que no solo es una persona que por su historia transpira fuerza, sino que también sabe apreciar el valor de una buena canción mientras se toma un té, o en su caso, un buen café.

No es una persona que tenga como costumbre ser afectuosa. Y con lo anterior, no quiero decir que sea el invierno dentro de alguien con chapas impresionantes, sino que sabe perfectamente cuándo es momento de decir o hacer cosas que demuestran cariño. Probablemente cuando lea esto me dirá, con los ojos brillosos, “Te quiero, pero ya sabes que poquito” y está bien, porque también siempre se encarga de hacerme sentir que soy un cachito de su vida. 

Desde que tengo memoria ayudar a los que quiere nunca ha sido un problema. Por muy ruda que se quiera mantener, siempre pesa su ladito humano, el corazón tan noble que tiene. Y es que es exageradamente la manera en que te empieza a conocer, como pone atención a los pequeños detalles de las personas, y lo verdaderamente impresionante es cómo se entrega, sin filtros, sin puntos, ni comas; simplemente es.

Sus ojos la delatan siempre. Recuerdo que hace unos meses era imposible creer que todo estaba bien, faltaba el brillito que salta a la vista cuando cuenta que Deadpool es, seguramente, de sus películas favoritas. A pesar de que su situación era compleja, nunca me dejó, siempre estuvo ahí recordando que hay mil motivos para seguir. Ni siquiera sé cómo, pero ella avanzó y cada día me convence de que es una mujer inmensa, llena de sueños y el doble de esperanzas. Podría apostar que, gracias a todo lo que ha vivido, no abandona y siempre entrega lo mejor de sí; nunca guarda lo que piensa y, sobre todo, sabe querer como nadie. 

Es seguro que uno de los cachitos más grandes de su corazón le pertenezca a, Merlín, su “hermosisi”. Un perrito más latoso que una piedrita en el zapato, pero con un corazón lindísimo. Su color café con leche hace recordar la arena de la playa y el calor que provoca ver el cariño tan lindo de ese par, hacen el complemento perfecto. La hace tan feliz que ella dijo: “aunque muchos me critiquen, porque quiero a mi perrito como a un hijo, a mi me vale, porque yo con él y con Luis estoy bien”.

Para la familia es difícil ver un postre y no pensar en ella. Desde que yo era pequeña recuerdo que en cada cumpleaños me hace mi pastel. Hace cinco meses me demostró que su mundo no se cierra cuando no sabe algo, al contrario, acepta el reto y aprende algo nuevo. Horneó un pastel de limón con blueberries y una cremita blanca que, sinceramente, no recuerdo si también era de limón. Puedo poner esa receta dentro de sus mejores. 

Es una mujer que a primera vista inspira confianza y, por eso, basta con mirarla a los ojos para saber que todo está bien… o mal. Transparente hasta los huesos y, por ende, honesta. No hace falta mucho coco para darte cuenta que un “te lo dije”, que venga de ella, puede hacerte entender todo. Seguramente es la frase más común, como su tuviera unas antenitas que le dicen cómo van a pasar las cosas.

El tiempo parece que no existe cuando tienes su compañía y eso es porque su risa y su manera tan peculiar de sonrojarse cuando dices algo que logra halagarla, porque sí, sí es muy difícil lograrlo, te hace sentir comodidad y hasta cierto orgullo. Esto último puedo apostar que se debe a que es una mujer bien segura de todas las cualidades -físicas y mentales- que tiene. Supongo que por eso es tan sarcástica y tiene un humor muy negro. Ciertas veces me recuerda a Daria, la protagonista de la serie que lleva el mismo nombre que tuvo su primera emisión el 3 de marzo de 1997.

Es fácil hacerla feliz y eso es porque encuentra lo bonito hasta en lo abstracto. La felicidad tiene diversas definiciones, esa es una verdad indiscutible, pero ella hace ver que no se necesita de mucho para conseguirla. “Son como niños”, las pulseritas, las cartas, los animales, son cosas que logran sacar sus mejores sonrisas. Una mujer con carácter, con decisión y que impone. No he sabido de alguna elección que haya tomado y se arrepienta. Es la clase de persona que si comete un error, en lugar de lamentarse, ríe de lo sucedido, se queda con lo mejor, se cerciora de aprender y continúa. 

Ella es mi persona. Con la que no importa cuándo, dónde, ni a qué hora, siempre estará ahí. La que cerca o a la distancia logra hacerme sentir como en casa. Alma Alejandra es fuerza y también es calma.  

Redacción
proyectosaltapatras@gmail.com

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