Fotografía: Laura Santos


Guillermo «El Pollo» Muñoz es ingeniero industrial y tatuador, un artista mexiquense, oriundo de Tecámac, que vino a Queretaro hace casi 12 años para volverse, luego de cuatro, un artesano de la tinta, dejando su vida laboral entre plataformas petroleras para dedicarse por completo al tatuaje, fundando en 2015 su propio estudio, Clasikka Tatto Shop.

Desde hace poco más de ocho años, El Pollo se dedica a esto; sin embargo, 25 años atrás acompañó a un amigo a tatuarse y adquirió el interés; preguntó por cómo hacer una máquina hechiza y al juntar lo necesario se realizó su primer tatuaje en el empeine. «Luego desgracié a dos o tres amigos y lo fui abandonando», dice, al contar que nunca pensó que de ello se pudiera vivir, al menos durante esos años.

«Lo abandoné y lo retomé cuando tenía 38 años. Donde trabajaba, en una empresa de plataformas petroleras, me mandaron a hacer un curso de estructuras; me pusieron a bocetar y sentí otra vez lo del dibujo, llegué a mi casa y estaban viendo un programa de tatuajes y ya, me puse a investigar, a estudiar, me compré mi primer kit y así empezó».

El cambio no fue sencillo, pero se obsesionó con el tema del tatuaje; lo hizo hasta que decidió que quería otro camino para su vida: «llegó el momento en el que le dije a mi esposa que me iba a dedicar a esto, y lógicamente no quiso, estaba embarazada de mi hija, pero le insistí, le dije que sabía que tal vez esto no iba a salir bien, que era un momento de locura, pero que si no salía bien me regresaba y me dio luz verde, y de ahí comenzó el proyecto de Clasikka».

«De hecho, cuando se convence, pues mi idea era poner un changarrito y acabar de aprender a tatuar, porque no lo sabía bien, e ir avanzando, y me acuerdo de sus palabras: «si vas a ir a medias mejor ni lo intentes; hay que ir con todo» y sí, vamos con todo».

Clasikka Tatto Shop

A lo largo de casi ocho años, Clasikka Tatto Shop ha estado en tres sedes distintas, primero en avenida Universidad, en Plaza del Árbol, donde duraron un año; posteriormente se mudaron a Plaza La Cruz, cerca del mercado en el mismo barrio, y finalmente en su actual sitio en Ignacio Pérez, entre calle Juárez y Guerrero, en el Centro Histórico de la ciudad.

Con Poncho dio inicio a este nuevo proyecto, cuyo nombre se ideó por un tapiz de pared que tenían, estilo vintage, donde se planteó el crear un nombre acorde a lo clásico. Originalmente el tatuador sería Feoden, quien actualmente vive en Monterrey, pues El Pollo aún empezaba a tatuar y continuaron con el proyecto hasta ahora.

Durante este tiempo ha aprendido técnicas y nuevos propósitos personales en lo que quería tatuar: «al principio quería hacer realismo en grises; ahora me gusta más lo gráfico, pero trato de generar propuesta, diseños únicos; aunque nos manden diseños de internet intentamos dar una propuesta. He ido del neo tradicional, ahora hago una onda en negros, líneas gruesas, achurados».

Para él dibujar y tatuar animales es lo que le gusta, desde felinos, peces, principalmente insectos: «se me hacen impresionantes, se me hacen fantásticos o fuera de este mundo; me gusta mucho la vía y cómo se ha desarrollado en formas y mutado en formas que son increíbles».

Con el paso del tiempo El Pollo no ha dejado de aprender, no solo de tatuaje, sino de dibujo o gráfica en sí misma, pues poco a poco ha buscado un sitio en el mundo de la pintura, donde ha tenido ya cuatro exposiciones colectivas, dos en Ciudad de México y dos en Querétaro, y próximamente su primera exposición individual.

Y es que para él, «ahora estoy más enamorado de la pintura que del tatuaje, entonces le quiero pegar mucho a estar exponiendo en galerías, vender mi obra o mi gráfica, y hacer artículos que lleven mi trabajo». Ha explorado la acuarela, de la que dice pretende quedarse un tiempo más en la práctica y trabajar con este formato.

«Disponible», primera exposición individual

El próximo 3 de febrero El Pollo tendrá su primera exposición en el Centro de Arte Emergente de título «Disponible», un proyecto personal que busca, a su vez, generar un vínculo entre el tatuaje y la pintura, «y decirle a la raza que los tatuadores sí hacemos arte; a veces somos tatuadores, diseñadores, artistas». La recepción para el evento será a las 6:30 de la tarde.

«Mi intención es brincarme a la pintura, exhibir mi obra sin dejar de tatuar; quiero vincularme con la expresión artística y generar un movimiento de esta relación que tiene el tatuaje con el arte, porque cierta gente tiene la percepción de que no es así y eso queremos, junto a varios colegas, relacionarlos y hacer estas exposiciones».

En esta exposición, que estará durante el mes de febrero, la idea es llevar a cabo una línea del tiempo, que vaya desde sus primeros trabajos hasta lo que ha hecho actualmente, donde expondrá diversas piezas. Se llama «Disponible» en alusión al tatuaje, pues efectivamente cada pieza que se expondrá está disponible como diseño para tatuar, lo que le da esa cercanía.

«El motor principal de esta obra nace de la necesidad de tener un portafolio más amplio, de explorar una nueva técnica pictórica y de generar una propuesta artística propia con diseños únicos e irrepetibles. Necesidad que si bien al principio se guiaba por pautas 100% relacionadas al tatuaje, fue sufriendo una trasmutación hasta llegar a ser un experimento de color, formas y trazos que continúan siendo diseños para tatuar, pero que contiene elementos que se alejan de los límites que implica el tatuaje como técnica pictórica, ahora cada tatuaje es una obra y cada obra es un diseño DISPONIBLE».

David Álvarez
davidalv1990@gmail.com
Sociólogo, periodista y gestor cultural. Dirige Proyecto Saltapatrás.

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