Fotografía: David Álvarez


Herramientas, horquillas, asientos, juntas, pedales y llantas son parte de la escenografía de este pequeño negocio de reparación y venta de accesorios de bicicletas con 25 años de existencia, donde el movimiento se demuestra andando; sitio comandado por Don Claudio Jorge Martínez, El Yorch, ubicado en el 422 de la calle París, en la colonia Los Sauces.

El oficio de bicicletero o mecánico de bicicletas lo lleva desde la adolescencia, cuando a sus 15 años acudía como chalán de un taller en el estado de Oaxaca, de donde es originario, hasta convertirse en un experto en reparaciones y armados, conociendo cada una de las piezas que componen este vehículo.

—Se la traigo ponchada.

—Ya vi; échala acá.

—¿Cuánto me va a cobrar?

25 pesos un parche y el pinchazo adicional a diez, se anuncia a las afueras de este local de color azul, frente a los condominios de esta colonia obrera, donde yacen bicicletas anunciando que ahí se les da mantenimiento y Don Yorch en su interior, con los lentes bien puestos, dedicado a lo suyo, totalmente concentrado en cualquier bicicleta que tenga enfrente, en esta labor a la que le ha dedicado toda su vida.

El servicio más solicitado es la ponchadura, la cual resuelve en sencillos pasos al desmontar la cubierta para extraer la cámara, localizar la pinchadura con ayuda de una cubeta con agua, inspeccionar la cubierta, preparar la cámara antes de aplicar el parche, aplicar el parche y finalmente instalar la cámara.

«Empecé desde los 15 años en esto. Soy del estado de Oaxaca, y en esos entonces iba y le ayudaba a un señor de vez en cuando, cuando tenía tiempo, y le agarré cariño», explica don Jorge.

Luego de aprender el oficio, emprendió el viaje a Ciudad de México donde trabajó para Bicicletas Benotto, empresa italiana creada en 1931, profesionalizándose en el ámbito, aprendiendo a montar una bicicleta desde cero y a su vez todos los nombres de las piezas que la componen; pasó diez años en Benotto antes de mudarse a Querétaro.

«En Benotto estuve diez años armando bicicletas; ahí aprendí todos los nombres de todas las piezas y lo hice porque armábamos las bicicletas desde cero, los rines y todo lo que lleva… Nos vinimos a Querétaro porque el patrón donde trabajaba mi esposa compró una empresa acá y nos vinimos todos».

«Es un negocio muy noble…»

El uso de bicicletas, pese al alza en la adquisición de automóviles, sigue vigente. Aunque sin cifras a nivel local, se sabe que en el país un 29% de las personas utiliza bici una vez por semana, de acuerdo a la encuestadora Ipsos en su estudio «Ciclismo en todo el mundo».

Para Don Jorge, Yorch, este oficio le ha permitido subsistir junto a su familia con picos altos y bajos, pero nunca en cero: «es que este trabajo es muy noble, hago servicios una o dos veces por día, entre parches, cadenas, desviadores; de un servicio completo luego sale uno por día, y siempre hay, siempre llega trabajo aquí». 

Afirmó que durante la pandemia el negocio incrementó su servicio, pues la alternativa de transporte para quienes usan autobús fue la bicicleta, por protocolos de salud, y actualmente con la obra Paseo 5 de Febrero ocurrió también un alza, lo que constató que este oficio difícilmente morirá, pues las ventajas de la bicicleta siempre terminan sobreponiéndose a cualquier frontera.

«En la pandemia no dejé de trabajar porque mucha gente sacó sus bicicletas y me las traían, bien jodidas, pero yo se las reparaba. Ahorita igual por el tráfico de 5 de Febrero, mucha gente agarra la bicicleta y dice «vámonos»; hasta las muchachas vienen, son las que más vienen aquí con sus bicis y prefieren irse al Centro, pues dicen que en 40 minutos llegan, y en camión se hacen hacer casi dos horas de traslado». 

«A mí me gusta mucho esta chamba…»

«A veces estás estresado, agarras un rin y lo empiezas a armar y te olvidas de los problemas, porque tienes que estar concentrado en lo que haces, pues tiene una secuencia y hay que estar muy concentrado», dice Don Jorge, quien refiere gustoso se dedicará a esto hasta que el cuerpo alcance. Su trabajo lo ha hecho conocido en toda la zona.

«Nosotros hasta que podamos. Mucha gente me conoce, conoce mi trabajo y cómo hago mi trabajo. «Vamos con el Yorch porque trabaja bien», dicen. Tengo clientes que vienen de Santa Rosa, de La Estancia, pues por ahí no hay nada de esto». 

Don Jorge es un apasionado de su trabajo. Atiende de nueve de la mañana a siete de la noche, de lunes a domingo, sin descanso, en este oficio que lo acogió y lo ha hecho conocido entre vecinos y ciclistas.

La clientela llega y se va, pregunta, busca sus bicicletas reparadas. Don Jorge va y viene en ese pequeño cuartito, que es su taller, y una vez ahí realiza su trabajo. Cada objeto cuenta una historia, así como las herramientas, cubiertas, pedales… «Para todo trabajo se requiere de un 50% de adelanto. Favor de recoger su bicicleta».

David Álvarez
davidalv1990@gmail.com
Sociólogo, periodista y gestor cultural. Dirige Proyecto Saltapatrás.

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