Texto: Axel Illescas Tovar
Fotografía: Axel Illescas Tovar
Mina, para decir mujer en algún lugar de Sudamérica
Mina, para decir
el trabajo de un hombre es conseguir minerales
Agua, para decir vida
Agua, para decir
si todo les compartimos ¿por qué nos tratan así?
La noche del pasado domingo primero de octubre, líderes comunales de Maconí mantenían una protesta en la planta de bombeo 1 del Acueducto II para que la Comisión Estatal del Agua (CEA) cumpliera los acuerdos firmados hace 17 años con sus habitantes: dotar de agua a Maconí y a sus 21 comunidades.
Allí policías reprimieron y detuvieron a 12 personas, las cuales fueron liberadas después, aunque las carpetas de investigación en su contra continúan abiertas, de acuerdo con la periodista Nadia Bernal.
Según el Mapa Mundial de Justicia Ambiental (EJAtlas): “En la zona de Maconí, dentro del municipio de Cadereyta de Montes, y parte del municipio de San Joaquín, comunidades no tienen agua potable a pesar de que esta obra [Acueducto II] atraviesa sus territorios”.
El informe internacional del EJAtlas concluye: “La conflictividad asociada por un lado a la contaminación y despojo, por otro lado, a la continuidad en el abatimiento, degradación y no recuperación de las fuentes locales de agua, hacen evidente que el Acueducto lejos de solucionar el problema del agua se ha convertido en un agravante que genera deuda ecológica, financiera y social”.
Querétaro es el segundo estado con mayor registro de agresiones contra la defensa ambiental relacionada al agua, sólo por detrás de Ciudad de México. En 2022 en el estado se registraron cinco eventos de agresión relacionados al factor hídrico, de acuerdo al Centro Mexicano de Derecho Ambiental, A.C. (CEMDA).
La represión de Maconí se suma a la vivida en junio en la comunidad de Escolásticas, Pedro Escobedo, donde el gobierno detuvo a 11 personas por defender sus manantiales en Los Sabinos, de las cuales dos siguen presas. Se suma a la de junio del 2022 donde por protestas tras la aprobación de la Ley de Concesiones, el gobierno reprimió en la capital del estado con granaderos a manifestantes y detuvieron a tres. Se suma a la de marzo del 2021, en Santiago Mexquititlán, Amealco, donde en aquel barrio indígena la CEA quiso entrar a privatizar su pozo, y desde entonces la comunidad vive una persecución política.
Esta es la crónica del camino, de los kilómetros para llegar al lugar que es sólo un espacio más para habitar y hacerse escuchar, desde Maconí hasta Plaza de Armas, en la capital de Querétaro.
Claudia, 31 años (viernes)
Esta organización ya estaba desde antes, habíamos quedado que el viernes íbamos a salir desde las 5:30 de la mañana, nada más que nos atrasamos un poquito, salimos como a las 6:30.
De ahí nos dirigimos caminando hacia el primer punto, que fue la comunidad de La Mesa; comimos café y pan. De ahí nos recorrimos hacia El Doctor, como a las 10-11 de la mañana, ahí nos dieron de comer, comí una torta de jamón, con queso y jitomate; aunque no me gusta el jitomate, así que se lo saqué.
De El Doctor nos dirigimos hacia Chavarrías, La Laja y de ahí llegamos al Sombrerete. En cada una de las comunidades se ofrecieron a darnos un vaso de agua, un pan, una torta, un plato de comida…
Ya en la noche armamos nuestra casa de campaña, nos quedamos con varias de mis compañeras, todas juntas adentro de la casa de campaña, era la casa grande color naranja.
En la noche, viendo el techo de la casa de campaña antes de dormir, sinceramente yo sentía que no la iba a lograr, decía que no la iba a lograr en el camino porque sí está muy retirado y yo ya casi decía “mejor me regreso a mi casa”, pero esta lucha es para lograr algo.
Benjamín, 46 años (sábado)
Salimos del Sombrerete hacia Cadereyta. Fue muy dura la ruta porque toda la banda está acostumbrada a caminar en el monte, pero ya caminar en pavimento es muy diferente, porque tiene una temperatura muy plana, ya te cambia el ritmo. Estuvo muy fuerte y peligrozona. La onda de la marcha era que nos vieran, irnos por carretera.
Llegamos al primer descanso, un refrigerio allá por Boyé, no me acuerdo cómo se llama. Luego hacia Cadereyta, pero ya teníamos la amenaza de que iba a haber un poco de represión, que había un retén, pero movimos algo y ya fueron a quitar el retén.
Llegamos a Cadereyta y ya estaba un buen contingente esperándonos para recibirnos, hasta con Huapango. De ahí partimos hacia Los Pérez. Y por ejemplo, Los Pérez tiene el problema del agua desde hace 40 años que entró Freixenet y La Redonda, esas compañías de vino consumen muchísima agua, para regar las uvas de la viña y les vale madre el pueblo. Son cosas que no se han visto, o las ha visto la gente y no han salido a la luz.
Ya en el último punto de descanso del sábado nos estaba esperando mi primo, para recibirnos con comida; ellos son vegetarianos, pero como son gente de monte, saben. Nos dieron la comida para agarrar energía: frijolitos, nopales, papas, arroz, elotes… Pero fíjate, un detalle muy bonito es que a donde íbamos al paso, la gente nos recibía, nos daba agua, un taco; allí se veía la calidad de gente que hay en la sierra.
Ángel, 19 años (domingo)
Yo llegué a Colón, unos compañeros me dijeron que mejor fuéramos a Colón y allí esperábamos al contingente. Estuvimos desde el viernes en la noche y el sábado. Ya para el domingo con las demás personas recibimos a la gente de Maconí y nos unimos.
El domingo, tuvimos dos descansos, si te soy sincero perdí la noción del tiempo y de dónde andábamos, ya hasta que llegamos al punto de descanso, nos prestaron un lugar donde acomodar las cosas, en la casa ejidal de La Esperanza, era como una bodega. Allí pusimos las casas de campaña y compañeros se acomodaron en el piso para dormir.
Nos llenaron unas cubetas y allí nos empezamos a bañar. Mientras mi novia se bañaba, yo platicaba con compañeros de Maconí, sobre el agua; sí nos afecta que esté concesionada, sin embargo, yo aún tengo el privilegio de tener agua en mi casa, vivo en la capital, y eso me hace entender un poquito más la lucha de los compañeros que se les ha estado sacando el agua de sus comunidades.
Yo desde niño he estado en la lucha social. Tengo varios recuerdos del 2013, cuando estábamos en protesta, yo tenía como 10 años, tengo una foto en donde está el Instituto Queretano del Transporte, cuando se recortaron concesiones y quedó beneficiada Qrobús, cerramos Constituyentes y llegaron los granaderos y nos empezaron a encerrar dentro del Instituto, estábamos pidiendo que no quitaran algunas rutas. Mis papás siempre han estado dentro de movimientos sociales y política, íbamos.
Lunes
Vine en bicicleta desde San Juan, soy periodista, les dije tras llegar a las 10 de la noche hasta Guadalupe La Venta. Creo que estamos en Colón, antes de El Marqués y la capital. Lo bueno es que ya llegó y llegó con bien, me dice y barre la calle y quema la basura y le pregunta a su hija en dónde vio al grupo que llegó, señala la calle, luego doble a la derecha.
Agradezco con el último aliento y empujo a Meli, así nombré a mi bicicleta cuando estábamos entre parcelas, solos (solo) y empecé a pensar en voz alta porque ya era entre azul y buenas noches y ya no tenía pila en el teléfono para ver el mapa, pero es quizá mi trabajo una forma de contribuir a la lucha y por eso hay que llegar.
Lo de Meli fue después de salir al mediodía desde San Juan, que se ponchara enfrente de la pizzería. Después de La Llave y La Valla y su panteón fundado en los 60, un cuarto de siembra de cempasúchiles porque ya no es negocio. Después de La Fuente, una naranja de tres pesos, volver a parchar la llanta.
Lo de Meli fue antes de comprar un agua con los últimos 10 pesos. Antes de que Rosenda en su papelería me dejara cargar las baterías, platicara de su vida a cambio de yo contarle que escribo y que esto que estoy haciendo es para mí hoy la única forma del periodismo. Antes de que me tuviera compasión por mi única forma del periodismo y me regalara 100 pesos, una bolsa de cacahuates, agua y su bendición de madre.
Luego, la noche. Creo que a mi derecha había una presa, a la izquierda un banco de arena, más cerca las piedras que pisaba con los pies adoloridos, más cerca mis ojos adaptándose a la oscuridad del cerro, más cerca mi miedo a la oscuridad que cargaba desde los cinco años.
Pero llegué, una niña de unos ocho años le dice a su mamá que ella me sirve café, se van a dormir en la casa ejidal entre las demás gentes, todos duermen y yo tomo café de olla sentado en una silla roja junto al tanque de gas. Cansados, ellos por andar, gritar, luchar; yo por llegar con ellos. Meli ya descansa junto al tinaco blanco de agua.
Guadalupe La Venta. Duerme un pajarillo sobre el mezquite. Duerme un peregrino bajo el mezquite. Peregrino, dice como quien dice fe. Manifestante, dice como quien dice lucha.
“Ya llegó, ya está aquí, el pueblo de Maconí”
Tenían planeado salir a las 5:30 de la mañana, así que a las 5 ya se servía café con pan, había fila para los baños y gente recogiendo sus casas de campaña. En la noche llovió y se escuchó a un señor vomitar porque algo le hizo daño: “fue la torta con la naranja que se comió”.
“Saldremos hasta las 8 porque hubo un problema en un barrio”, dicen por la bocina y la gente que ya se empezaba a formar en filas de tres, regresa a sentarse, terminar de barrer y de la caña sacar unos palos para las pancartas. Ponen en la bocina el corrido que les “compuso el profe”.
“Que no se detenga nadie, aunque no es cosa sencilla, que no nos detenga el miedo, ni la amenaza, que todos sean solidarios hasta llegar a la Plaza, si es necesario acampemos que Querétaro es su casa… 17 años de espera y no cumplen la promesa de darnos agua caminos qué cinismo, qué torpeza, qué descaro gobernante de dejarnos sin lo nuestro, se llevan nuestros recursos, los venden al buen postor, sólo piensan en el bisne… desde Maconí decimos si todo les compartimos ¿por qué nos tratan así?, tenemos derecho al agua”.
A las 8:12 de la mañana empieza la caminata desde Guadalupe La Venta, entre organizadores con chalecos y banderines naranjas, primero la camioneta negra, luego el contingente y hasta atrás los carros que les acompañan. Durante la marcha se unirán más y más personas, así que el número será incalculable, más las que les esperarán en la Plaza de Armas; entre 200 y mil 500 personas marcharon, dirá la prensa.
Hasta atrás del grupo de personas, platica una de La Mora con una de Amealco, el primero le dice que su hijo quiere aprender hñahñu, que le preguntaron a dónde quería ir de vacaciones y dijo que Amealco. “Pues cuando quieran allá está su pobre casa”.
Cierran el carril de la derecha, andan por donde hace unos meses se corrió el Querétaro Maratón 2022. Un periodista aprovecha para entrevistar al senador Gilberto Herrera, quien dice “que es una marcha de la gente”, aunque también dice fuera de la entrevista lo que se podría interpretar como un heroísmo por ayudar a la gente de Maconí que tenían miedo, pero él los salvó, si los de Escolásticas lo hubieran buscado, también los hubiera salvado.
La marcha llega a El Marqués, “ánimo, compañeros, ya es lo último”; comen carne con papas y arroz mientras niñas y niños salen de la primaria de La Cañada y juegan con burbujas. Sabes que la marcha ya es grande cuando no gritan la misma consigna, en frente gritan por Maconí y atrás porque Kuri entienda que el agua no se vende.
Mientras el contingente pasa por Los Arcos, en Plaza de Armas ya hay un templete, con gente al micrófono, con alguna mesa que pide la revocación de mandato del gobernador, unos reporteros platican sobre cómo los partidos manchan feísimo a los movimientos sociales, estudiantes de la Facultad de Filosofía de la UAQ empiezan a preparar comida y la Escuela Libre de Medicinas y Terapias Alternativas prepara los ungüentos para atender los pies cansados.
Los últimos metros, ya entran por el andador, “ya lo logramos, ya llegamos; pero nos falta el siguiente paso que es que nos escuchen, que se resuelva la petición”, piensa Claudia, quien viene desde Maconí, con ampollas en los pies. “Si nos resuelven hoy, nos regresamos, si no, no nos regresamos, hasta que haiga solución”, termina por imaginar Claudia, mientras hay aplausos, discursos de los que venían al frente de la marcha, una banda de cuatro músicos, gritos al son de “Ya llegó, ya está aquí, el pueblo de Maconí”.
Hasta la noche del domingo 29 de octubre, el gobierno de Querétaro se había negado a entablar un diálogo directo con los manifestantes quienes piden, principalmente, se cumplan los acuerdos firmados con la comunidad de Maconí hace 17 años y que se libere a los presos políticos de Escolásticas. El gobierno sólo les ha mandado concertadores, quienes les dicen que el lunes 30 se haría una reunión. Los manifestantes han acampado en la Plaza desde su llegada y solicitaron para el fin de semana que gente les acompañara a acampar hasta el domingo.