Durante todo el mes, pero sobre todo el 11 de febrero, Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, se desarrollaron foros en universidades, instituciones de gobierno, colectivas y otras organizaciones, para discutir las diferentes condiciones del quehacer en ciencia y tecnología que están atravesadas por género; también para celebrar y reconocer sus logros en el terreno de la equidad, justicia y representatividad.

Para este texto, entrevisté a la Dra. Jeny Alexandra Rincón Aguirre, colombiana que llegó a Querétaro para estudiar el posgrado y que, como estudiante, fue activa en la lucha por derechos de su gremio en el estado. 

“Como mujer en el campo de la ciencia y la tecnología he enfrentado diversos desafíos a lo largo de mi carrera profesional. Desde obstáculos sutiles hasta discriminación abierta, he experimentado una variedad de situaciones que han reflejado las barreras que las mujeres aún enfrentamos en este campo de las ciencias y la investigación”.

La doctora reconoce tres tipos de problemas: 

  • Falta de representación femenina en posiciones de liderazgo y toma de decisiones dentro de su área académica, así como escasez de modelos a seguir y mentoras femeninas.
  • Percepción arraigada de que las mujeres carecen de las habilidades necesarias para sobresalir en campos técnicos o científicos, que resultan en sesgos o prejuicios que a menudo influyen en evaluaciones y oportunidades profesionales.
  • En condiciones de igualdad de habilidades, menor ingreso en comparación con colegas masculinos.

II: ¿Una historia?: Entre el deseo de ser investigadoras y la precarización del trabajo académico

“El doctorado es el camino más largo para llegar al principio del camino (laboral)” fue una frase de Francisco Villatoro que escuché en el 1er Foro Latinoamericano de Trabajadorxs Científicxs, y es casi un mantra al que se deben enfrentar las personas que, al concluir el máximo grado de posgrado, deben recurrir a otra forma de ingreso, que dentro de el trabajo científico se trifulca entre la precariedad, la provisoria estabilidad del posdoctorado y la poco frecuente contratación con todas las de la ley.

“Entre el deseo de ser investigadoras y la precarización del trabajo académico” tiene más potencia que la frase de Villatoro, y fue el título del conversatorio de mujeres posdoctorantes organizado por El Colegio de San Luis Potosí. Sus experiencias no son tan distintas a las atravesadas por la Dra. Rincón, quien actualmente tuvo que emigrar de nuevo para continuar con su carrera profesional, tomando una posición posdoctorante del Tecnológico de Monterrey campus Monterrey: “Cuando me titulé del doctorado me fue complicado acomodarme o encontrar una posición (laboralmente); encontré algunos trabajos como investigadora asociada, pero al lado de otros investigadores en mi misma posición se veía claramente una diferencia salarial (…) Es un tema que se tiene que discutir porque de no ser así, perpetúa la desigualdad de género en los lugares de trabajo”.

El deseo de ser me recuerda un ensayo de Remedios Zafra, que con precisión de lenguaje navega las delgadas fronteras entre el entusiasmo y la autoexplotación en la marea de la precariedad. Remedios es investigadora del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (España) y su texto fue ganador del Premio Estado Crítico al Mejor ensayo 2017, por Anagrama, con el título “El entusiasmo”. Así, seguimos con mujeres de letras, títulos e historias potentes.

III: Nuestras historias

Debido a las conclusiones del informe de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la ONU de 2011, esta organización internacional declaró el 11 de febrero como Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia para “para apoyar a las mujeres científicas y promover el acceso de las mujeres y las niñas a la educación, la capacitación y la investigación en los ámbitos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas.”

De acuerdo con el último padrón del Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), en Querétaro hay 1023 miembrxs vigentes y las personas que pertenecen a este sistema, se les da un nivel: C, I, II y III, respectivamente a su desempeño o productividad histórica comprobable. Del total de lxs investigadorxs en el máximo grado (III), 24% son mujeres; en la Universidad Autónoma de Querétaro este porcentaje se eleva al 33%.

“A pesar de todos esos desafíos que creo que nosotras vivimos como mujeres en la ciencia, siempre está el compromiso de romper estas barreras y obstáculos, y hay que contribuir en el avance de la ciencia y la tecnología como también hablar de estos temas hasta llegar un punto en que no haya diferencias, en cuanto a mi pago, posiciones de poder que pueda ejercer por el hecho de ser mujer. Creo firmemente en fomentar un entorno inclusivo y equitativo en que todas las personas, que independientemente de su género tengan igualdad de oportunidades para prosperar (…), invito a elevar las voces, no quedarse nunca calladas y abogar por el cambio sistémico,” concluye Alexandra.

Christopher Cedillo
c.cedilloc@gmail.com
Docente, investigador y divulgador, miembro de la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia. Trabajo con plantitas en el laboratorio, tratando de descubrir algunos de sus secretos.

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