Texto: Ana Karina Vázquez

Fotografía: Jefte Acosta


El Río Querétaro, que en su momento fue una serpiente de agua y hoy es un hilacho medio líquido de desechos oscuros, verdosos y espumosos, parte en dos bandos uno de los puntos trazados como el origen de la ciudad de Querétaro: los del centro y los otros.

«Estaba la gente del centro, luego el río y del otro lado la gente de la otra banda», recordó Israel Nieves, que hoy es el coordinador del colectivo La Otra Bandita, que cuenta con un espacio físico conocido como Centro Cultural La Otra Banda, aunque el nombre de la asociación civil es Instituto de Formación y Experimentación Artística A.C., que lleva en funcionamiento ya once años.

Después de que cumplieron los primeros ocho años de actividades, el equipo que trabajaba en ese entonces se preguntó por la incidencia real que había tenido el proyecto a la fecha, «reconocimos que sí había un acercamiento, pero no un impacto considerable, en donde sí se había ganado terreno era en que artistas que aquí se formaron abrieron otros espacios independientes».

Uno de los ejes iniciales fue el acercar manifestaciones culturales a la población del sitio y ser un foro de divulgación para artistas independientes que no contaban con espacios para dar a conocer su trabajo: «Querétaro se ha caracterizado por ser centralista en un montón de asuntos, específicamente en el ámbito del teatro y la cultura están en lugares que terminan por no ser accesibles a la propia comunidad, por eso buscamos este espacio».

El análisis reflexivo trajo consigo la idea de ampliar lo que La Otra Bandita hacía, por lo que surgió la propuesta de ofrecer atención a la salud mental de las personas de los barrios, «es un factor que no está al alcance de todas y todos»; fue el parteaguas para comenzar la colaboración con el área de psicología. Han llegado a tener más de doscientos pacientes.

«Se llegó a la conclusión de que era necesario hacer un trabajo bajo una perspectiva de género y sobre derechos humanos», una de las primeras propuestas fue la instalación de un área para atención a mujeres, seis meses después la atención se abrió hacia los hombres integrantes de la comunidad, como espacio terapéutico que prevenga la violencia machista.

Brenda Rojo, colaboradora del proyecto y participante en el grupo de atención psicológica para mujeres, reconoció que han podido observar la incidencia en las personas que asisten: «hemos visto la cohesión del grupo, el cómo esos espacios son necesarios para un montón de gente».

Respecto a la necesidad de unir voluntades y aprovechar lo que se puede plantear desde distintas disciplinas, Israel consideró que «en espacios comunitarios el trabajo individual se queda corto para la gran demanda y las circunstancias, a partir de ahí empezaron a darse aspectos formativos encaminados a acciones en grupo».

También se abrió el espacio de asesorías en problemáticas de trabajo. En el contexto de la pandemia nació la red de autocuidado desde distintos ejes, entre ellos, se considera el marco económico que puede procurarse desde el consumo local. Para ello, generaron estrategias de difusión y promoción para los negocios familiares del mismo barrio, «eso también trae consigo un marco de arraigo más sólido. La fuerza del corazón es el trabajo de la gente».

Los materiales digitales han sido trasladados al papel, para no replicar los formatos de segregación para quienes no tengan acceso a servicios de internet o dispositivos tecnológicos.

Al final, este proyecto se sostiene solamente por la comunidad y las alianzas que se han logrado: «los profesionales que han llegado acá han dado su corazón y la gente lo ha recibido». El financiamiento ha provenido de las cooperaciones recabadas por los servicios ofrecidos y las actividades y eventos celebrados.

Cuando sufrieron un robo a las instalaciones, tanto la comunidad como el equipo de trabajo ofrendaron fuerza, obras y colaboraciones voluntarias para subsanar las pérdidas económicas.

La conformación comunitaria de quienes han encontrado espacio en La Otra Banda, no necesariamente ha sido definida por la ubicación geográfica del barrio. El común denominador en quienes confluyen en el espacio es la búsqueda de albergue para la identificación con otras personas, oportunidades laborales y foros que no encuentran en sus sectores más cercanos.

«La gente misma se siente convocada en ciertas actividades que ha habido antes de la pandemia, como la proyección de documentales que se han hecho» dijo Brenda, así como también el hecho que no haya habido un conflicto de rechazo, es ejemplo del interés en el espacio por parte de la comunidad.

Trabajaron en conjunto con Ambulante para la presentación de documentales «En tu barrio y en tu casa», en donde las personas prestaban sus patios como foros de exhibición, a los que no solamente acudieron vecinos, sino también gente de otras colonias.

Las afectaciones en la dinámica por la pandemia han incluido a un gran número de espacios culturales, «hay que pensar que hay cosas que sí pueden seguirse haciendo, eso a mí también me permite seguir teniendo esperanza, no que ya nos vayamos a recluir y a tener miedo todo el tiempo, más allá de la justificación. Nada es como estar en el lugar y apropiarse de él», reflexionó Brenda.

El hecho de tener que transitar a las plataformas digitales obligados por la pandemia trajo consigo una mayor proyección de la labor de La Otra Banda, por lo que las posibilidades de vínculos con actores externos han crecido: «este espacio va a retomar lo presencial porque para eso fue creado. Aunque hoy no podamos, tenemos que buscar los medios y el ingenio para poder llegar de diferentes formas», recalca Israel.

«También nos estamos preparando porque cuando venga el retorno, como tenga que venir, nadie está planificando cómo nos vamos a recuperar y creo que la salud mental y la cultura van a ser ejes fundamentales para la recuperación emocional y de lazos sociales, hay que estar listos para eso», comenta reflexivo.

La intervención en los barrios puede verse desde aspectos sutiles hasta la modificación misma de la estructura del mercado de Tepetate, tras un incendio que sucedió en condiciones extrañas.

«Los barrios suelen tener un proceso identitario, una tradición, elementos que los identifican, desde sus costumbres gastronómicas hasta las fiestas patronales. Eso está, pero lo que ha ido modificando es la narrativa de los lugares se refuerza o se pierde», por eso es importante rescatar la historia propia, mientras esto cambia, ya no se dice que son los barrios peligrosos o existen las divisiones marcadas entre uno y otro, pero sí tenemos la presencia de intereses legítimos y otros no tanto.

Brenda, Israel y yo conversamos en la banqueta afuera del centro cultural que es el motivo por el que coincidimos; a unos metros, la vieja vía del tren corta por la mitad e irrumpe en la calle. El sonido del motor, la campana de la locomotora y los borrachos oriundos de la zona nos interrumpen a ratos, para saludar, hacerse presentes, preguntar la hora y al final dibujar el paisaje sonoro ente todos.

Un extraño en el panorama se hace presente: la obra que no deja muy claro qué busca con su presencia en la calle. Tablas maltrechas de madera, hombres con cascos naranjas, chalecos fluorescentes y botas de trabajo transitan por la avenida. Algunos árboles nos observan, el viento invita al polvo a nuestros rostros.

Desde los gobiernos municipales y estatales ha prevalecido la intención y la concreción de esas pretensiones de apropiarse de símbolos, tradiciones y de geografías con fines comerciales, un ejemplo es la idea de los nombramientos de «barrios mágicos» en la ciudad, para lo que desde hace ya algunas décadas se han implementado programas que terminan por relegar a las personas que habitan espacios emblemáticos, como ha sucedido con el Centro Histórico  o el barrio de La Cruz, sobre lo que Israel opinó: «siempre lo mágico es ficción, por eso hay que estar atentos para mostrar lo que sí son nuestros barrios».


Ana Karina Vázquez
akarina.vb@gmail.com
Periodista de la generación del fin del mundo. Hija de la crisis y de la incertidumbre. Tengo muchas pasiones.

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